Peter Jackson consigue con El Hobbit: La desolación de Smaug mejorar a su predecesora ofreciendo una narrativa más dinámica con espectaculares escenas de acción.
Este viernes 13 de diciembre se estrena la segunda parte de El Hobbit: La desolación de Smaug. En esta ocasión mejora a su predecesora ofreciendo una narrativa más dinámica en la que destacan espectaculares escenas de acción y huida y en la que podremos ver el esperado reencuentro con Smaug, que no decepciona.
Una estructura forzada que evidencia la falta de historia para tanto metraje
Peter Jackson adapta de nuevo la estructura que tan buenos resultados le dio en la trilogía de El Señor de los Anillos para estirar una historia que no consigue llenar las casi tres horas que parece haberse marcado como objetivo. Si en el primer caso era una necesidad, en estas dos entregas de El Hobbit parece haberse convertido en un reto. Este empeño le obliga a recurrir a historias paralelas, inventadas por los propios guionistas que acaban imprimiendo su sello personal, o a colar un desarrollo encajonado de la temática y personajes de El Señor de los Anillos. En algunos momentos funciona, como la incorporación del siempre refrescante Legolas (Orlando Bloom) y de su compañera elfa Tauriel (Evangeline Lilly), pero en otros (como las experiencias paralelas de Gandalf en su enfrentamiento con el mal) resulta extremadamente retorcido y forzado.
El relato comienza en un momento anterior a lo narrado en la primera parte, el encuentro de Gandalf con Thorin Escudo de Roble en el que el primero le insta a recuperar La Montaña Solitaria y el anillo que le convertirá en rey. Pero inmediatamente nos devuelve al minuto exacto en que nos dejó en la primera parte para continuar el tortuoso camino hacia la ciudad perdida de Erebor. Bilbo Bagging y los trece enanos deberán enfrentarse a multitud de dificultades hasta llegar a su ansiado objetivo (aunque con tanta vuelta nos hace olvidar por momentos el porqué de toda la aventura).
La recuperación de una acción trepidante marca la diferencia con la primera parte
La desolación de Smaug pone remedio al aburrimiento en que nos sumió en la primera parte con magníficas escenas de acción, aunque los intervalos siguen resultando demasiado largos e innecesarios. Atentos al descenso por el río y la batalla final con el dragón, dos de los momentos más espectaculares que, en el primero, da un toque especial a las matanzas de orcos. El enfrentamiento con las arañas gigantes de El Bosque Negro rememora enfrentamientos harto explotados pero que acaban resultando. No podemos decir lo mismo de su estancia con los elfos del bosque, ni del emergente amorío elfa-enano que no acaba de encajar. Pero el momento estelar en que por fin aparece el dragón en toda su magnificencia cumple con creces las expectativas creadas y consigue dotarle de cierta profundidad gracias a su interesante conversación y la magnífica voz de Benedict Cumberbatch.
Mucho que agradecer a las interpretaciones
La historia tiene una mayor continuidad narrativa pero abusa de estereotipos que se repiten en todas las escenas sin solución de continuidad. La magnífica interpretación de Martin Freeman (Bilbo) con su particular toque de burgués inglés fuera de lugar, contrasta una y otra vez con la brusquedad de los enanos que tan pronto le quieren como le odian, según los intereses del guión. Gandalf repite experiencias en el lado oscuro, aunque un poco más desorientado, y su personaje sólo adquiere firmeza por la interpretación de Ian McKellen.
Esperemos que en la tercera parte que se rodará el año próximo continúe primando la acción y dote a la narrativa de mayor agilidad y variedad sin tener que caer en distorsiones exageradas (y excesivamente estiradas) de la historia.
Frases destacadas de El Hobbit: La desolación de Smaug:
Gandalf: «Recupera vuestra tierra».
Gandalf: «Es un compromiso de pago».
Thorin: «Pago por qué».
Gandalf: «Por tu cabeza».
Gandalf: «Nos ayudará o nos matará».
Orco: «¿Sigues teniendo sed de sangre de enanos?»
Bilbo: «¡Mío!»
Enano: «Este bosque parece estar enfermo».
Gandalf: «Pase lo que pase no os apartéis del camino o no podréis volver».
Balin: «Si realmente hubiera un dragón dormido, no lo despiertes».
Bilbo: «Prometí que lo haría y debo intentarlo».
Me parece considerablemente superior a la anterior, pero sigue siendo insuficiente. Es obvio que la historia se alarga inutilmente, y la sensación de vacío se apodera de todo. No creo que Jackson esté acabado, pero necesita un proyecto a su altura. A mi me gustaban todas sus películas hasta que hizo King Kong, desde entonces no ha vuelto alevantar cabeza.