Fluido y resuelto thriller francés al más puro estilo hitchcockniano con un desenlace previsible pero acertado.
Con su ópera prima, “Captifs” (2010), el realizador francés Yann Gozlan realizó un thriller psicológico disfrazado de cinta de terror. En su segunda incursión en el largometraje, el autor vuelve a enmascarar un thriller, pero esta vez de drama personal en la interesante “El hombre perfecto”. La cinta que cuenta la historia de Mathieu (Pierre Niney), un joven aspirante a escritor que paga sus facturas como peón en una empresa de mudanzas. Mientras vaciaban la casa de un cliente recientemente fallecido, Mathieu se topa con un manuscrito autobiográfico que utiliza como propio debido a su mediocridad como escritor. La fama y reconocimiento que quería le permite alcanzar las altas esferas de la sociedad, pero las mentiras le perseguirán cayendo en una espiral de engaños y muerte intentando mantener el estatus.
El arte de dirigir al público
Para Alfred Hitchcock, maestro del suspense, el público era un componente más de la película que debía dirigir. Cuando reír, cuando llorar o cuando mantenerse la respiración por el suspense lo lograba mediante diversas técnicas que creó y perfeccionó a lo largo de su extensa filmografía y que hoy en día se sigue empleando. Indudablemente, Gozlan aprovecha muchas de esta “magia” para construir un entramado de engaños en este disfrutable thriller clásico. La mayor manipulación del público y el mayor acierto de “El hombre perfecto” es posicionarnos del lado de Mathieu, un despreciable hombre pretencioso, autodestructivo y sin escrúpulos capaz de matar a quien sea con tal de salirse con la suya. Lo lógico sería odiarle y esperar que lo encierren lo antes posible, sin embargo, el suspense está servido y nos posicionamos de su lado empatizando con el monstruo.
El punto de partida de la película es el robo de la autoría de un manuscrito por parte del protagonista. No es una premisa muy original. Si buscamos en el cine reciente, Woody Allen la emplea como una de las tramas en su comedia coral “Conocerás al hombre de tus sueños” (2010). Nadie como Allen para sacar el lado cómico a una trama como esta. Sin embargo, suele dar pie a dramas centrados en el desarrollo de los personajes como “El ladrón de palabras” (Brian Klugman y Lee Sternhal, 2012) o la también francesa “Los ojos amarillos de los cocodrilos” (Cécile Telerman, 2014). En esta ocasión, Gozlan lo emplea como un estupendo McGuffin dando paso a un thriller que transcurre siempre al filo de que se descubra toda la farsa. Una forma original de emplear un tema mucho más trillado en el género del drama. También permite dividir el filme en dos partes bien diferenciadas. Una alargada introducción de lo que parece ser un drama más seguido de un refrescante cambio de registro hacia una oscura espiral de engaños creando un suspense exquisito donde siempre se mantiene un ritmo constante y adecuado.
En “El hombre perfecto” también cabe destacar el empleo monocromático del color en gran parte del metraje con clara influencia del cine asiático como “La linterna roja” (1991) de Zhang Yimou. Solo cuando el filme entra de lleno en el suspense, la diversidad cromática se incrementa enfatizando la complejidad del entramado expuesto. Es irónico el empleo del blanco y el azul, colores de pureza, alegría y rectitud para Mathieu, una persona tan malvada, incrementando así nuestra empatía por el personaje. La ironía es otro constante en la película en contraste a la seriedad de la trama. Desde el propio título del filme hasta el destino final del personaje.
La perfección no existe
En “El hombre perfecto”, Gozlan se centra en la meticulosa hilvanación de acontecimientos para mantener un ritmo y suspense sublime. Está más pendiente de los detalles puramente cinematográficos que en tener un guión sólido y sin agujeros. Por ello, quedan muchos cabos sueltos sin resolver, dudosamente resueltos o forzados. Es perdonable si es entendido por el bien del conjunto.
También las actuaciones quedan ligeramente descuidadas por el mismo motivo. Tras ganar el Premio César a mejor actor 2015 por interpretar a Yves Saint Laurent en el biopic del diseñador del mismo nombre dirigida por Jalil Lespert, la joven promesa Pierre Niney no se luce de igual forma interpretando a Mathieu. Tampoco ninguno de los secundarios destaca por encima de Niney. Todo para no distraer la atención del público del objetivo del filme, el suspense.
“El hombre perfecto” es un más que aceptable thriller con grandes aciertos, pero la mayor parte de la fuerza la pierde por una fallida escena inicial. La cinta de Yann Gozlan empieza con una corta secuencia perteneciente al tramo final del filme, una alteración cronológica. Es una moda muy extendida hoy en día en la mayoría de las ocasiones simplemente es innecesaria y no aporta nada nuevo. De las primeras veces que se empleó fue en “Ciudadano Kane” (Orson Welles, 1941) donde tenía un objetivo introductorio del protagonista. En “Pulp Fiction” (Quentin Tarantino, 1994) era una declaración de intenciones sobre la narrativa del filme. Sin embargo, en esta ocasión no solo no aporta nada, sino que nos anticipa más todavía el evidente desenlace. Incluso se advierte una intencionalidad de la secuencia elegida que resulta fallida una vez se conoce el motivo.
Pese a algún fallo, un guión no demasiado pulido y unas actuaciones descuidadas, “El hombre perfecto” es un filme muy disfrutable que cumple como thriller clásico al puro estilo hitchcockniano. Una vertiginosa espiral de engaños que nos llevan a un inevitable y predecible desenlace. Muy correcta para ser la segunda película de un director que demuestra sobrados conocimientos sobre cine.
Frases destacadas:
- Mathieu: “Creí que le gustaba mi estilo”.
- Vincent: “Al final las cosas siempre salen a la superficie, Mathieu.”