Estamos ante un filme perfecto en el plano técnico pero que para el avezado espectador nada será nuevo o fresco en esta ópera prima.
Para mí nada es nuevo
Ese es uno de los diálogos de la heroína de esta historia, pero que ilustra certeramente lo que pasa por la mente del espectador a la salida del visionado. Este cuentecito comienza cuando Alba, su novio y sus amigos alquilan una casa rural. La fiesta da paso al drama cuando Pablo acaba dejándola. En ese momento nuestra protagonista entra en un bucle temporal en el que todo se repite una y otra vez, con una pequeña salvedad: cada repetición se acorta una hora, dejándole cada vez menos tiempo para averiguar los motivos de su ruptura sentimental. A pesar de lo que pudiera parecer, esto no es “Atrapado en el tiempo” (Harold Ramis, 1993).
En común, Alba y Phil Connors, tienen que son personajes amargados, egoístas y frustrados. Ese es el motivo por el que viven una y otra vez el mismo día. La diferencia entre ambas propuestas es que el estadounidense nos propone un yin, un bucle en el tiempo, en el que el protagonista revive ad infinitum el mismo día. Por el contrario, Jon Mikel Caballero rompe las reglas estableciendo una cuenta atrás. De esa manera, es totalmente imposible que Alba reviva exactamente ese día a diferencia de lo que le ocurría al famoso meteorólogo, le da un plazo de tiempo existencial. Además, las consecuencias físicas de lo vivido en cada bucle las va arrastrando, de tal forma, que el resto de los personajes le dicen que le huele el sobaco, se tuerce el tobillo y sufre el esguince en cada bucle, las cicatrices de sus caídas quedan reflejados en su cuerpo.
Cuando el tiempo se acabe
El realizador forjado en la ESCAC nos brinda un filme fantástico de corte indie que técnicamente es perfecto, nos deja claro su solvencia como realizador. Su narración es ágil, los planos están perfectamente encuadrados, sabe jugar con todos los recursos que tiene a su alcance, desde el formato de la imagen a los bellos paisajes, todo para componer preciosos momentos acompañados por una banda sonora a caballo entre el synth pop y el indie cañí. Los actores están perfectamente dirigidos, de tal forma que el reparto hace totalmente verosímil que son un grupo de amigos al borde del desmembramiento. Cuando el tiempo se acaba se aprecia una carencia de gallardía por parte de este incipiente autor. Se deja llevar por una comercialidad abrumadora en su almibarada propuesta a diferencia de Shane Carruth por ejemplo, que tenía una visión más realista y negativa del ser humano en “Primer”, donde el viaje en el tiempo exponía las aristas del ser humano. Lo que debería haber sido una vana lucha del personaje por alcanzar la sabiduría se acaba convirtiendo en un modernillo cuento de hadas romántico. Caballero no sabe transmitir al espectador esa sensación de infierno en esa particular lucha de Alba por recuperar a su ser amado en un fin de semana donde todo ya ha ocurrido.
Frases destacadas:
- Alba: “Pablo, tengo algo que contarte pero no sé por dónde empezar”
- Alba: “Lo peor es que cada repetición dura una hora menos que la anterior”
Tráiler oficial de “El increíble finde menguante”