Mar. Mar 19th, 2024
DIRIGIDA POR JOE WRIGHT

El británico Joe Wright nos muestra uno de los momentos más críticos de la carrera de Winston Churchill desde un punto de vista nada esperable.

Durante los últimos años, la presencia de la figura de Winston Churchill en el medio audiovisual ha sido de lo más destacada, tanto en series de 2016 como «The Crown», en la que es interpretado por John Lithgow, o «Churchill’s Secret», donde le da vida Michael Gambon, como en cine, con la cinta de Jonathan Teplitzky «Churchill» (2017), protagonizada por Brian Cox. Pero si una película era esperada desde que se anunció, esa era «El instante más oscuro», sobre todo por la recreación del Primer Ministro británico por parte de un actor en principio no tan adecuado para el papel por físico como es Gary Oldman. El filme corría además a cargo del realizador Joe Wright, cuyo elegante y ya personal estilo visual ha conseguido tanto obras excelsas cuando tenía un buen material de fondo como «Orgullo y prejuicio» (2005) y «Expiación» (2007), como rescatar a través de las imágenes guiones insalvables como el de «Hanna» (2011). Sin embargo, la complejidad de trabajos postmodernos como la mencionada adaptación de la novela Ian McEwan o «Anna Karenina» (2012), ejemplos de metaficción narrativa en los que el espectador es consciente de la elaboración mecánica tanto de la historia como de la propia película, en su último trabajo quedan reducidos a un modelo simplista. Ni la dirección de Wright ni otros elementos como la fotografía de Bruno Delbonnel (artífice, entre otras, de «Amelie» -2001-) o la omnipresente y nada inspirada banda sonora de Dario Marianelli consiguen llevar a la grandeza una obra que transita sin demasiado acierto entre el drama político esperable, y la comedia intimista de las escenas del protagonista con su familia y empleados, que en ocasiones parece que nos traslada a un episodio de «Downton Abbey» (con la presencia de Lily James incluida).

El otro lado del hundimiento

«El instante más oscuro» se centra en el comienzo del primer mandato de Churchill, en 1940, un momento fundamental en la Segunda Guerra Mundial, y se desarrolla a lo largo de los días de Mayo en que se organizó la Operación Dinamo, es decir, la evacuación de las tropas aliadas en Dunquerque. Para ello, el Primer Ministro se reúne con su gabinete y se enfrenta a sus opiniones con una ira tan destada que no podemos evitar recordar ese famoso momento, tantas veces parodiado, de la cinta alemana «El hundimiento» (2004), en el que Hitler descubre que no va a poder ganar la guerra. Aunque la secuencia firmada por Oliver Hirschbiegel es mucho más decadente, serviría como espejo a las contradicciones (o la falta de ellas) de un hombre que debe decidir si firmar la paz, lo cual podría considerarse igualmente una especie de pérdida, o continuar la lucha por la liberación de Europa, aún arriesgando miles de vidas. Al margen de que uno pueda estar más de acuerdo o no con la política de Churchill, es la manera de reflejar la misma en la película, exponiendo el espíritu belicista como una decisión honorable y no como una necesidad, lo que impregna el relato de un sentido moral bastante cuestionable.

El guion original de Anthony McCarten, nominado a los Oscar, revela al hombre detrás del icono.

La actitud de Churchill de que el fin justifica los medios se contrapondría incluso a otra obra de Wright como es de nuevo «Expiación», en la que el director también mostraba la guerra en Francia y la situación en Dunquerque (sobre todo gracias a su famoso plano secuencia) a través del sentido crítico de la novela de McEwan: el conflicto bélico obliga a los amantes a estar separados, y en muchas ocasiones, a no verse nunca más ni disfrutar de la vida que hubiesen podido tener juntos. Es por ello que Wright parece más un artesano que un autor que quiera manifestar algún tipo de ideología, adaptándose a las circunstancias del texto que debe abordar, pero sin aportar su punto de vista.

¿Humanización o burla?

Como decíamos al principio del texto, mucho se ha hablado de la interpretación de un Gary Oldman que parece invencible en la carrera de los Oscar. ¿Hay motivos para ello? Sin duda la labor de maquillaje es impresionante, y el trabajo vocal del actor en encomiable. Sin embargo, su recreación de la excéntrica personalidad de Churchill es en la mayoría de las ocasiones bufonesca, al nivel de un sketch cómico televisivo. Las escenas que comparte con su mujer (una Kristin Scott Thomas exasperante, cuya participación en la película es totalmente intrascendente), en lugar de humanizar al personaje, lo llevan al terreno de la payasada. Algo que contrarresta con los momentos de los famosos discursos que dieron ánimo al pueblo británico, que están envueltos en un halo épico. Quizás en este sentido, la escena del metro, en la que Churchill se integra entre la gente de a pie para confirmar que tienen la misma opinión que él de su intervención en la guerra (una justificación fácil que cae en el ridículo), sea la que más deje en evidencia que estamos ante la elegía de una figura heroica, pero la cual carece de interés, o al menos de capacidad de transmitirlo, fuera del contexto británico.

Frases destacadas

  • Clementine Churchill: Es un hombre, como cualquier otro.
  • Winston Churchill: Nunca he cogido el autobús.
  • Anthony Eden: Solo tendrá que ver al rey una vez a la semana.
  • Winston Churchill: Eso es como que solo te saquen una muela una vez a la semana.
  • Clementine Churchill: Habrá tiempo para la verdad.

Trailer de «El instante más oscuro»

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