Dwayne Johnson se embarca en una historia real más floja que Fast & Furious 6. Mejor quedarse con esa, o esperar a Pain&Gain.
Si algo nos ha enseñado Hollywood y el cine de acción es que tomarnos la justicia por la mano es una idea estupenda cuando nuestras intenciones son honradas y los cauces habituales y reglados no han funcionado debidamente. Y si además, como es el caso de El mensajero, te respalda la fiscal federal (¡Susan Sarandon!), lo tienes todo de tu parte. Dwayne Johnson protagoniza una aventura que no hay quien se crea. ¿Qué clase de desgraciados dejan que un simpático empresario de la construcción se meta en el fango del tráfico de drogas para conseguir que saquen a su hijo de la cárcel? ¡Los de esta película! ¡Esto es Chinat… Esto es Missouri!
Pero este no es el único mensaje instructivo que nos deja El mensajero. Como decía aquel viejo rockero en Love Actually, «no compréis drogas: haceos estrellas del rock y os las darán gratis». El hijo de Dwayne parece no hacer visto la película de Hugh Grant y no se le ocurre otra cosa que aceptar un pequeño trapicheo. 2.000 pastillas, nada menos, le llegan a casa. Cuando los federales le trincan, argumenta que no es un traficante, que solo lo hizo porque su amigo le presionó y porque él y su novia querían probar el M. Adónde va, señor, la juventud.
Total, que menos mal que John Matthews, el personaje de Dwayne, es un padre íntegro (aunque no siempre lo hizo bien y eso le hace sufrir un poquito), un jefe ejemplar y un currante nato al que no le importa arrimar el hombro cuando sus hombres lo necesitan, porque es él el que va a arriesgarlo todo por sacar a su hijo de la cárcel, donde le han metido por pringao. No solo eso, sino que además es un tío valiente, decidido, arrojado, fuerte, viril, guapo, serio, majo, amigo de sus amigos y mejor persona. Menos mal. Si no, nos podríamos perder en una historia con algún recoveco, donde los malos y los buenos no fuesen blanco y negro. No es el caso. Aquí todo está muy clarito. Menos mal.
Dwayne Johnson no da ni un solo mamporro en toda la película. Algun tiro sí que cae, de todo tipo, y él es un tío que queda pintón en plano, pero esta historia de padre coraje no le da nada con lo que jugar a ser The Rock. ¿Miscast? Es posible. También hay gigantones bonachones que nunca han hecho daño a nadie, como es el caso de este personaje, pero siendo The Rock todo parece apuntar, desde el principio, a un festival de galletas con la mano abierta y la mano cerrada que nunca, nunca llega. Mejor lo dejamos aquí, Dwayne.
Frases destacadas de El mensajero
John Matthews: «Por favor, solo quiero ayudar a mi hijo»
John Matthews: «No dejaré que ni unos ni otros dicten nuestro destino»