Mar. Mar 19th, 2024

Tras estrenarse hace 50 años tan solo en Bilbao, por fin llega a salas comerciales del resto de España una obra casi perdida de Fernán Gómez.

Por encima de la censura

En una de las escenas de El mundo sigue, una película de Fernando Fernán Gómez que se estrenó tan solo en Bilbao hace 50 años y que por fin llega a salas comerciales de Madrid, Barcelona, San Sebastián y otras ciudades del resto de España, un crítico teatral obtiene una reprimenda por parte de quien le indica que un artista que es familiar, amigo o pariente de amigo de alguien relacionado con el medio, indistintamente de la calidad de su obra, se trata de un autor talentoso. Podríamos extrapolar al movimiento franquista el hecho de que el autor de la novela que Fernán Gómez adapta, Juan Antonio Zunzunegui, era ni más ni menos que un escritor falangista, lo que quizás ayudó a superar una censura que obligó a suavizar en parte algún que otro punto crítico del guión.

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Neorrealismo con muy mala leche

Uno de los muy diversos puntos que convierten a “El mundo sigue” en uno de los clásicos casi perdidos más potentes de la cinematografía española es la capacidad con la que Fernán Gómez radiografía a modo neorrealista las miserias morales de una sociedad española de posguerra donde males tan reprochables como la envidia, el acoso a la mujer (por el mero hecho de serlo), la desnutrición infantil y la humillación condicionada por la diferencia de clases es tratada, gracias a su punzante guión, desde un prisma satírico cargado de humor negro. Así pues, mientras las pasiones desatadas desembocarán un melodrama fraternal casi viscontiano (“Rocco y sus hermanos”), todo ello será sujetado por un halo humorísticamente malsano que deambula entre la saña de la siempre mordaz Plácido(1961) de Berlanga y la posterior Brutos, feos y malos (1976) del italiano Ettore Scola.

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La chica de la maleta y el loco de la quiniela

Siguiendo la estela de la cinematografía italiana, la joven Luisita, magistralmente interpretada por Gemma Cuervo, no puede sino rememorarnos por su desparpajo y sus objetivos marcados por una actitud a medio camino entre la itgirl y la femme fatale, a la irresistible Claudia Cardinale que marea a los hombres en La chica con la maleta (1961) de Valerio Zurlini. Mientras tanto, su hermana Eloisa, corrompida por la envidia de sentirse atada (al contrario que la liberada Lusita), admira el deseo que origina(ba) en los hombres (incluso en el mismo director que centra su plano en sus hermosas piernas en un travelling que nos desnuda el alma más pudiente de la protagonista) y se maldice por optar por la vida honrada casándose con un mal hombre y viéndose con cuatro hijos. Ambas mujeres, pelearán durante todo el filme enfrentando sus dos maneras de entender el modo en el que afrontar la vida, el de aprovecharse de la hipersexualización del cuerpo para obtener dinero de los hombres, y el de apechugar con las inclemencias de la vida y trabajar miserablemente para sustentar a las mismas clases altas de las que Lusita se aprovecha.  Será pues interesante observar la postura del padre, quien en un buen principio reprocha violentamente la actitud provocadora y desvergonzada de la descontrolada Luisa para acabar vendiéndose a los regalos y al dinero que obtienen por su parte sufriendo una metamorfosis lazarillesca (no olvidemos como el adulto Lázaro de Tormes consiente su cornamenta y el ridículo que hace en sociedad con tal de ganarse el favor económico quien se aprovecha de su esposa). Y mientras todo ello está armónicamente cohesionado mediante unos diálogos mordaces y una dirección que monta los recuerdos del pasado para hacernos comprender el presente de los protagonistas, somos testigos como el objetivo del director va variando y se desplaza hacia Faustino (a quien da vida el propio Fernán Gómez), plasmando tan solo una realidad más de la búsqueda desesperada y nihilista del dinero fácil, teniendo mucha menos suerte que Lusita y abandonándose a la ludopatía hasta el nivel de perder la poca dignidad que tenía tanto como para su familia como para la sociedad (en lo que el ámbito laboral se refiere).

El resultado de todo esto es una regresión vista casi desde una mirada actual de la realidad de un tiempo marcada por las miserias de la necesidad unidas al desgaste moral y a la búsqueda incesante de una salida. La envidia, la obcecación, el machismo o la impotencia serán algunas de las pasiones humanas más malsanas con las que tendrán que convivir unos personajes atormentados por un tiempo convulso y que Fernán Gómez sabrá materializar mediante un uso magistral de las claves del melodrama unido a un guión cargado de humor en un contexto neorrealista que catapultan a “El mundo sigue” al Olimpo del cine clásico español. Inadmisible dejar pasar la ocasión de disfrutar de esta obra hasta ahora casi perdida.

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Frases destacadas:

  • Luisita: “Casarse en España solo se hace una vez. No es como en Hollywood”.
  • Rodolfo: “Estas hermanas mías están tocadas por el demonio. ¿Y esto pretende ser una familia cristiana?”
  • Eloisa: “Asqueroso. Solo cuando otros hombres me desean es cuando vienes”.
  • Faustino: “Cálmate, que no sirves para hembra brava”.
  • Agapito: “Todo lo tolero menos una hija así”.
  • Luisita: “Te carcome la envidia”.
  • Doña Elo: “Este padre tuyo tiene la mano muy larga”.
  • Faustino: “Tú lo que quieres es que vuelva por tu orgullo de hembra pateada”.
  • Eloisa: “¡Cobarde! ¿Que no eres hombres ni eres nada!”

Por Luis Suñer

Graduado en Humanidades, crítico de cine y muerto de hambre en general.

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