En su ópera prima, Rudi Rosenberg nos presenta una entrañable y sincera mirada a la vida adolescente en un acomodado vecindario parisino.
El actor francés Rudi Rosenberg se inició en el mundo de la dirección cinematográfica en el 2008 con el fantástico cortometraje “13 ans”, un bonito retrato del amor en la adolescencia. En el 2010 repite temática en “Aglaée”, personaje que, aunque secundario, une su segundo cortometraje con su salto al largometraje: “El novato”. En su salto a la gran pantalla, ya convertido en un experto en rodar tragicomedias adolescentes, Rosenberg nos trae una ficción que bien podría ser la biografía de la mayoria de nosotros. Benoît (Raphaël Ghrenassia), un joven de catorce años llega a París con su familia. Debido a su timidez, Benoît no logra integrarse en el colegio pese a que lo intenta. Entonces conoce a Johanna (Johanna Lindsedt), una compañera de clase sueca que tampoco logra encajar debido a sus problemas con el idioma. Unidos por ese sentimiento de soledad, se hacen inseparables y Benoît ya no se preocupa por encajar en clase. Cuando Johanna logra unirse finalmente al grupo de los populares, Benoît hará todo lo posible por encajar y conseguir el amor perdido de Johanna.
Aquellos maravillosos años
Ya sea en Estados Unidos, Francia o España, salvo pequeñas diferencias estéticas, los institutos están regidos por las mismas reglas dando lugar a una jerarquía, a su vez reflejo del mundo real al que se deberán enfrentar una vez salgan de esa burbuja. Dentro de cada estrato, nos encontramos con arquetipos igual de internacionales y que están perfectamente dibujados en “El novato”. En ella aparecen Johanna, la chica popular por ser guapa junto con Charles (Eytan Chiche), el macho alfa chistoso siempre rodeados por secundarios, tanto de la película como de la vida, que les aplauden todas sus ocurrencias. Todos ellos ocuparían el estrato más alto. Por otro lado, tenemos un variopinto cajón desastre de inadaptados donde están los tímidos como Benoît, incapacitados como Aglaée (Géraldine Martineau), empollones como Constantin (Guillaume Cloud Roussel) o simplemente inadaptados sociales como Joshua (Joshua Raccah). Tal es la universalidad de los roles de instituto que es fácil identificarse rápidamente en la película con alguno de los personajes. Además, cada una de nuestras experiencias previas en el instituto nos va hacer vivir y sentir la película de manera completamente diferente. Este efecto se consigue gracias al cuidado y profundo desarrollo de cada uno de los personajes en la película dándole un toque coral aunque se trate de una película con un claro protagonista.
Y me gustaría enfatizar el meticuloso trabajo en la elaboración de los personajes porque pienso que es el mayor logro del director y guionista. Rosenberg escogió concienzudamente a actores no profesionales, algo muy recurrente desde el Neorrealismo Italiano ya en los años 40, a través de un casting por media Europa durante 10 meses buscando aquellos niños que pudieran resolver la película no solo de la forma más creíble sino también más realista posible. Por otro lado, Rosenberg elabora unos diálogos realmente estudiados para que todo fluya como si fuera improvisado y que incluso parezca realizado por los propios adolescentes. Todos estos cuidados detalles junto con una fotografía y montaje que pasan desapercibidos en beneficio de la historia confiere una atmosfera de pseudodocumental muy logrado que ayuda a enpatizar con los personajes.
Los dramas de juventud
“El novato” nos muestra los dramas típicos de la adolescencia en un acomodado instituto francés, aislado en su burbuja y ajenos a problemas realmente serios. La película está lejos de retratar duras historias juveniles como en “Los 400 golpes” (François Truffaut, 1959), “El odio” (Mathieu Kassovitz, 1995) o “A cambio de nada” (Daniel Guzmán, 2015), una reciente película española más que recomendable. Sin embargo, “El novato” bebe de estas fuentes por su forma realista y sincera de contar la historia y la crudeza y naturalidad con la que las cuenta. Un claro ejemplo en el filme es el caso de Aglaée, una chica que lleva su discapacidad con naturalidad y, al no hacer énfasis en las dificultades y penas que debe de sufrir, muestra una mayor valentía y positivismo a la hora de enfrentarse a la vida. Además, Rosenberg dota a su ópera prima de un humor francés muy característico aflorando un aura de positivismo que ayuda a todos los personajes a progresar, a madurar y a desarrollar su personalidad. A ver que lo más importante en la vida no es encajar en el grupo de populares, y que no por ello debes dejar de ser como eres y juntarte con aquellos que te quieren tan y como eres. Rosenberg se apoya en un guión muy trabajado donde la comicidad viene intrínseca en la cotidianidad de la historia y la película carece de cualquier tipo de artificio o teatralidad. Está lejos de poder parecerse a muchas comedia de instituto Made in Hollywood como “Grease” (Randal Kleiser, 1978) o «Chicas malas” (Mark Waters, 2004).
El hecho de que el filme trate problemas tan aparentemente banales puede hacer que pueda pecar de parecer una película superficial. Sin embargo, la profundidad con la que conseguir el amor de infancia o intentar ser uno de los populares es tratado junto con empatía que sentimos por los personajes y la dulzura, respeto y sinceridad con la que Rosenberg nos cuenta la historia, despeja todo atisbo de superficialidad.
En “El novato”, Rudi Rosenberg nos demuestra que, tras un par de cortometrajes sobre la adolescencia, se ha convertido en un especialista en la época de instituto y que sabe perfectamente dirigir a los niños desoyendo el consejo de Hitchcock: “Nunca se te ocurra hacer una película con animales, ni con niños, ni con Charles Laughton”. Rosenberg muestra la energía y ganas de un primer largometraje junto a la maestría, templanza y madurez de un experimentado director. El mayor logro de “El novato” y que rara vez una película ha conseguido es devolverme al instituto durante hora y media conseguido gracias al conjunto de técnica, desarrollo de personajes y fluidez y realismo de los diálogos que hace brillar al filme. Recuerda a películas recientes como “Tú y yo” (Bernardo Bertolicci, 2012) o “Las ventajas de ser un marginado” (Stephen Chbosky, 2012). Es una pena que el tempo de la trama principal se desmarque muchas veces de las tramas secundarias y que algunas de ellas incluso acaben a mitad película y no sepas nada más de los personajes, aleja un poco a la película de ser del todo redonda, pero todavía estamos al inicio de la carrera de un director que deberíamos seguir con atención.
Frase destacada:
Nino (hermano de Benoît): “¿Por qué eres tímido? No sirve de nada ser tímido.”
No la conocia pero con esa opinión tan detallada e interesante la apunto. Profunda en cierto modo.
Gracias por descubrirmela! ^^