Mira este póster unos segundos. Míralo y, con calma observa sus elementos, su orden, lo que hay y lo que no hay dentro del cartel. Imagina al diseñador que lo haya creado, pensando en lo que estaba haciendo. Esa apostillada «Hay promesas que no se pueden romper». Fijáos, sobre todo, en la expresión de Nicolas Cage. Y que ahora vosotros me digáis que no sabéis cuál creéis que puede ser la opinión de una película con semejante carta de presentación.
Mañana viernes llega a nuestras pantallas lo nuevo de Roger Donaldson (The bank job, Species, Trece días). Se llama «El Pacto» (Seeking Justice) y es la historia de una agrupación justiciera y clandestina de ciudadanos que se toman la justicia por su mano, donde toda Nueva Orleans parece estar implicada en la intriga y donde el pacto (já) con el espectador le fuerza a pasar por encima de toda lógica o comprensión no por lo espectacular del resultado sino por lo perezoso, recurrente y adivinable de un resultado poco satisfactorio. Pero tampoco pretenden otra cosa, todo parece muy de directo a DVD y a veces está bien.
Esta historia de venganza, justicia, moral e intriga plantea, en ciertos momentos, debates interesantes completamente ajenos a la intención de su veterano director (o eso parece). Por ejemplo, Nic, en su papel de profesor de instituto que imparte English (literatura inglesa) a alumnos conflictivos de una de las zonas de América donde la diferencia cultural de razas es bastante importante, les intenta inculcar como valor final el pacifismo. Intenta explicar que la violencia es el último de los recursos, y el más defenestrable de todos. Sin embargo será cuando violen a su esposa (por favor, guionistas, ¿cuántas violaciones como detonantes de la acción tendremos que seguir soportando?) que se decida por dar el visto bueno al asesinato del violador. Será el abuso sexual la bajeza última que merezca la muerte de un individuo. Es la frontera final para convertir al individuo en monstruo que la sociedad debe destruir. La ira y la impotencia de algo tan terrible e insuperable como eso se vuelcan para dejar estos principios de antibelicismo como estériles.
Al mismo tiempo, la esposa (encarnada por una poco explotada January Jones), por supuesto, acabará tan traumatizada que incluso seis meses después seguirá viviendo en la paranoia, e irá a espaldas de su marido a prácticas de tiro con arma de fuego, y a comprarse una. Como era de esperar, aunque la mujer no tenía ninguna pista del pacto al que había llegado su marido todas estas prevenciones, armas y obsesión de un asalto inminente no podían sino verse confirmadas: van los malos y la secuestran. Menos mal que estaba ella preparada. Alguien me dijo un día que la ficción en América servía en muchos casos como catársis colectiva que justificase un gasto nacional en lo militar tan inmenso que es esperpéntico. La capacidad que tienen, por tanto, de encontrar excusas para vanagloriar las bondades y ventajas de la posesión de armas es extraordinaria y encomiable.
Señales del futuro, Bangkok Dangerous o Bajo amenaza son películas que te hacen pensar en lo cansado que debe ser estar en la piel de Nicolas Cage en estos momentos. Al parecer, su economía está peor que por los suelos por la particular burbuja del estado de sus inversiones. De ahí títulos tan nefastos como los anteriormente citados, o… esta nueva entrega. Sin escenas de acción memorables (tal vez la compra en vending machine más tensa de la historia) o un guión que aporte ningún tipo de novedad al mundo del thriller (eso sí, un portentoso villano interpretado por Guy Pearce), este sólo es otra pasable película chicle para espectadores poco exigentes en domingos de resaca. A pesar de todo seguiremos queriendo al sobrinísimo de Coppola. Bien jugado, Nic.
8mm – Life is good
Frases destacadas:
Scar: Si se enteran de que he hablado contigo me matarían
Leon: ¿Qué significa «el conejo hambriendo salta»?
Will: ¡Nueva Orleans nos encanta! ¡Hurra!
Jimmy: Tienes que arriesgarte, jugar para no perder.
Simon: Sólo somos unos ciudadanos que buscan justicia.
Calificación: 4