En el Festival de Sevilla hemos podido disfrutar de la nueva película del turco Nuri Bilge Ceylan
“La duda es un estado incómodo, pero la certeza es un estado ridículo”
(Voltaire)
Después de finalizar la universidad, Sinan (Aydın Doğu Demirkol) vuelve a su pueblo natal, situado en una de las zonas más rurales de Turquía. Este regreso supone un reencuentro con el pueblo en el que creció y con la gente que convivió. Además, siente una gran pasión por la literatura, de modo que su obsesión es conseguir el dinero que le permita publicar el libro que ha escrito, para lo que realiza un gran esfuerzo. Las deudas de su padre, Idris (Murat Cemcir) retienen el cumplimiento de su sueño.
El director turco más premiado de la historia, Nuri Bilge Ceylan, ganador en 2014 de la Palma de Oro en Cannes por “Winter Sleep”, regresa con su nueva novela-película, “El peral salvaje”, cuyo estreno mundial fue en la Sección Oficial del Festival de Cannes. Se trata de una coproducción entre Francia y Turquía, rodada con una cámara RED Weapon 6K, cuyo montaje firma Bilge Ceylan en solitario y cuyo guion firma también él mismo, junto a Ebru Ceylan y Akin Aksu. La película ha participado en la sección oficial del Festival de cine de Sevilla.
“El peral salvaje” empieza por ser una película que indaga en la dificultad del artista para abrirse camino, sobresalir y conseguir que su nombre destaque en el mundo de la literatura; continúa por convertirse en una radiografía de un pueblo rural de Turquía, así como de las diferentes generaciones que lo pueblan, donde la librería a la que suele acudir el protagonista, con cierta frecuencia, se encuentra casi siempre vacía; y termina por revelarse como una exploración del mapa de relaciones paterno filiales, así como, en última instancia, del alma humana, siguiendo la línea ya instaurada en “Winter sleep”.
Nuri Bilge Ceylan, más que cine, hace filosofía en movimiento, en el sentido más literal de dicha acepción. Conocedor de los abismos del ser humano y de las zonas grises, donde priman las dudas, el director aborda a través de una propuesta con múltiples aristas, la diferencia generacional y los problemas e inquietudes que atañen a sus personajes, alejándose de verdades absolutas. Entiende que nada es blanco, ni negro y que estamos sujetos a diferentes puntos de vista desde los que analizar una misma realidad, y será aquí, donde el conocimiento adquiera un papel protagonista.
Bilge Ceylan se vuelve a hacer reconocible, siguiendo una línea de constante y aguda reflexión, mediante su estilo pausado, que sigue madurando después de “Winter Sleep”. Largos planos, con extensas conversaciones, sometido todo a un estado de dilatación donde parece existir un propósito de someter el tiempo. Es ahí, en la pretensión de dominar esa ilusión en que se torna el tiempo, durante ese desarrollo hipnótico de las conversaciones de sus personajes, donde la película se hace profunda. La realidad se divide en capas y resurge un paisaje humanista de enorme riqueza. Todo ello contribuye a que el filme adquiera un tono de sutil lirismo.
Además de los temas abordados en las conversaciones (literatura, arte, religión, política, etc.), hay una piedra angular que vertebra la puesta en escena de “El peral salvaje”, el modo en que los actos que acontecen en el entorno del protagonista afectan a su percepción de la realidad y sus relaciones familiares. Para ello, Bilge Ceylan modela un contexto de creencias o suposiciones, sin mostrar de forma explícita algunos actos de los personajes que permitan concluir sobre ellos. La información se recibe a través de terceros. Personajes a los que el padre de Sinan debe dinero, reclamándole al propio Sinan. Del mismo modo, nunca llegamos a ver a su padre haciendo apuestas, ni a quién coge el dinero de la chaqueta de Sinan. Cuando esto sucede, Sinan solo tiene una certeza, la cantidad que guardaba en su bolsillo, por eso no acusa a nadie. He aquí la moral del personaje. Bilge Ceylan oculta a los ojos del espectador lo mismo que oculta a sus personajes, poniéndolos en la misma situación y favoreciendo la creación de un clima de incertidumbre a partir de la certeza.
Así, las largas conversaciones con el escritor, a quien Sinan interpela con una osadía propia de un joven, da buena cuenta de esta certeza. El protagonista busca empleo y no tiene claro qué futuro le depara el oficio al que ansía dedicarse. Su padre, sin embargo, que es profesor, será la otra cara de la moneda. Alguien que viene ya de vuelta de todo. Esta película se puede definir a partir de la relación entre ambos.
Hay un momento en que Sinan quiere darle un libro a su padre. Entra en clase y observa que está escribiendo algo. Entonces desiste. No se lo entrega porque piensa que está rellenando boletos para la casa de apuestas. La duda se cierne, una vez más, sobre las relaciones personales. En esta secuencia, Sinan replica lo que Enrique Villanueva interpreta de Wittgenstein, “la duda debe tener consecuencias y debe marcar la diferencia entre lo que pensamos o hacemos”. Para el protagonista es así, a partir de ese hecho emerge lo que piensa sobre su padre, aunque no termine de ver su mesa y determina sus actos, decidiendo desistir de la entrega del objeto. En la secuencia final del filme, el talento del director turco volverá a despertar todo el entusiasmo en el espectador, en un juego que irá de alguna manera a la contra de esta secuencia.
Estamos ante una película que necesita varios visionados para asimilar la densidad de ideas enunciadas. “El peral salvaje” habla sobre las expectativas que cada personaje pone en la vida, y Bilge Ceylan hará entender que admitir la derrota con humildad es sinónimo de igualación frente al otro. En el fondo, la derrota que admite Idris, es idéntica a la que asume Sinan. Dos generaciones cuya relación se ha terminado equilibrando.