Mar. Mar 19th, 2024

Película experimental donde se intuye el viaje interior de un personaje por encontrar un mensaje en una cinta que no cuenta nada.

El director de fotografía y documentalista Christophe Farnarier se enfrenta a su primer largometraje de ficción con “El perdido”, un ensayo cinematográfico sin diálogos inspirado en la historia real de la desaparición de un hombre en Andalucía. El realizador traslada la acción a los bosques de Ripollès (Girona), donde busca indagar en la lucha interior de un hombre (Adrián Miserachs) al borde del suicidio que encuentra su redención comenzando un viaje interior y exterior por los páramos catalanes con el fin de encontrarse a sí mismo. Esto sería una sinopsis aproximada que se vislumbra tibiamente si juntamos las intuidas pretensiones del realizador junto a los códigos de lenguaje cinematográficos reciclados de otras cintas del mismo corte donde un viaje solitario por la naturaleza es una alegoría del viaje interior. Si no realizamos ese ejercicio mental y simplemente nos dejamos llevar por lo que nos muestra el filme, “El perdido” no es más que un aburrido episodio de “El último superviviente” (Discovery Channel, 2006-2011).

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No todo vale en el cine experimental

Siempre es loable que un director de cine se salga un poco de la pauta establecida y se desmarque con un proyecto diferente que despierte el interés cinematográfico, ético o sentimental del espectador. Pero toda apuesta arriesgada tiene la misma probabilidad de ser un éxito rotundo como un producto fallido. Lamentablemente, el ensayo de Farnarier acaba en este segundo grupo. El principal motivo del descalabro es el desacierto del realizador al cimentar la base de su obra en dos pilares defectuosos: la falta de empatía por el protagonista y la asunción de unos conocimientos previos por parte del espectador.

“El perdido” carece de ninguna introducción del personaje. Tras un viaje en moto para adentrarse en la naturaleza, el protagonista intenta quitarse la vida con un rifle a la sombra de un árbol. ¿Quién es este joven? ¿Por qué quiere suicidarse? ¿De qué huye? La total falta de información que tenemos del personaje nos impide empatizar con él y la potente secuencia de intento de suicidio queda en nada, porque no nos importa. Tampoco el viaje que emprende. A esto hay que sumarle la anquilosada interpretación entre lo hierático y lo teatral de Miserachs, que no ayuda a que sintamos nada por él. Más que un error de guión, esto parece responder al intento del realizador de universalizar la historia y centrarse en el viaje interior de todo hombre hacia su propia condición humana. Esta decisión podría haber surtido efecto si se apoyase en una simbología visual más clara e intuitiva como la reciente Todos los caminos de Dios (Gemma Ferraté, 2014) sin que el espectador necesite rellenar los agujeros del guión reconstruyendo la historia sobre la propia película tirando de conocimientos previos. En este punto, o dejas volar la imaginación buscando una explicación de lo que estas visionando sacando conclusiones que probablemente ni el realizador se haya planteado o no sea exactamente lo que quiere contarnos, o no tienes nada que hacer frente al filme. Siempre es estimulante que un director insinúe que nos quiere contar, pero siempre debe dirigir nuestra atención hacia un punto concreto porque en eso consiste dirigir, no solo al equipo técnico, sino también al público.

Por todo esto, la sensación final que deja “El perdido” es que el realizador no sabe que quiere contar y está más preocupado por la forma que por el contenido llevándose la cinta al terreno que controla, la fotografía y el montaje, que por otro lado son muy elogiables. El filme avanza como pollo sin cabeza, muy lentamente y sin línea de diálogo alguna, lo que se torna en un producto extremadamente aburrido que demuestra que no todo vale en el cine y que poniéndole la etiqueta de experimental tampoco lo salva de la quema.

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Frases destacadas:

El film carece totalmente de diálogo, por ello os recomendamos disfrutar de su silencio durante el visionado.

Tráiler de “El perdido”:

Por Pablo Lujan

Doctor en Biología Celular por la Universidad de Heidelberg. Compagino la ciencia con mi otra gran pasión: el Cine.

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