Paul Schrader no deja títere con cabeza en esta austera y cruda reivindicación religiosa, ecológica y política.
A pesar de ser más conocido por su faceta como guionista, sobretodo por sus colaboraciones con Martin Scorsese (“Taxi Driver” (1976), “Toro salvaje”(1980), “La última tentación de Cristo”(1988) y “Al límite”(1999)), Paul Schrader lleva ya en su haber una veintena de títulos dirigidos con resultados dispares. Esta semana llega a la cartelera española su último trabajo, un drama existencialista protagonizado por un Ethan Hawke en estado de gracia interpretando al reverendo Toller que intenta alejarse de sus traumas del pasado a través de la fe y el alcohol. Tras lograr un falso equilibrio espiritual, Mary (Amanda Seyfried), una feligresa de su parroquia, aparece para pedirle que ayude a su marido Michael, cuya visión sobre las inminentes consecuencias del cambio climático le están trastornando. Las conversaciones que ambos mantienen hará que el reverendo se replantee su cometido en la Tierra sin alejarse de su fe y de las enseñanzas de su Dios.
Con una sinopsis tan simple y que apenas evoluciona desde el punto de vista narrativo teniendo en cuenta que se trata de un filme de dos horas de duración, Schrader hace un sorprendente ejercicio de estilo puramente cinematográfico que envuelve la historia de un aura cruda, árida y tenebrosa sobre la cual impresiona decenas de ideas en cada plano filmado milimétricamente estudiado. La extrema lentitud con la que avanza el filme acentúa de manera tremendamente satisfactoria diversos aspectos de la narración. Junto a la austeridad de sus composiciones y el escaso rango cromático que emplea, esta parsimonia multiplica la crudeza del guion hasta generar auténtico miedo a la condición humana. Junto al empleo del 4:3 y la reiteración de los planos frontales y estáticos, nos sume en una atmósfera claustrofóbica que transmite con precisión no solo la angustia de poner en duda la propia fe, sino también la visión parcial que la religión genera sobre el mundo que nos rodea. Y, junto a la sagaz inserción de un narrador disfrazado de un diario escrito por el protagonista, esta evolución contemplativa nos permite elaborar nuestro propio discurso político, aunque sea siempre tremendamente manipulador por el activo trabajo crítico de Schrader. El realizador, lejos de presentar objetivamente unos hechos dejándonos sacar nuestras propias conclusiones, el estadounidense nos introduce las suyas intentando que las sintamos como propias. La sorpresa llega cuando, a pesar de ver claramente lo que trama, lo consigue de todas formas.
Travis Bickle con sotana
En “El reverendo”, Paul Schrader vuelve a sus orígenes como guionista rescatando la fórmula que le funcionó en la que es considerada una obra maestra del cine. Nos referimos a “Taxi driver”. Al igual que el Travis Bickle interpretado por Robert de Niro en el clásico de Scorsese, el reverendo Toller vive ajeno a un mal tan asimilado como obviado por la sociedad en la que vive. La violencia, sordidez y desolación que abunda en las calles del Nueva York de “Taxi driver” se convierte en algo más grave, global y abstracto para la mayoría de las mentes humanas como es el inminente cambio climático. El futuro apocalíptico al que nos dirigimos sin remedio y que había hecho perder la cabeza a Michael acaba contagiando al reverendo cuyo viaje lisérgico hacia la locura culminando con un final catártico (aunque menos satisfactorio) es idéntico en ambas cintas. Sin embargo, el ejercicio de estilo y la solidez del guion es tan abrumador que una comparativa, más allá de la estructura argumental que mantiene ambas historias, es absurdo. Paul Schrader juega con fuego al acercarse tanto a una cinta cumbre, pero sale victorioso demostrando que es capaz no solo de reciclar viejas ideas y vestirlas con nuevos trasfondos tan actuales y universales como la fe, el ecologismo y la política. 3 temas aparentemente poco conexos, pero que sabe sacar el factor común de la frustración que genera a cualquier ser humano que intente abordarlo o hacer algo al respecto. Y es esa frustración la que cala en el espectador, tanto desde el guion como del tedioso estilo narrativo y cinematográfico, y que acaba transformándolo tanto como a su protagonista.
Paul Schrader firma a sus 72 años una de sus cintas más redondas. El estilo sobrio, austero y crudo es una maravilla visual. No hay ni un solo encuadre dejado al azar resultando en imágenes poderosas y tremendamente densas en contenido. Quizá las 2 horas de metraje sean excesivas, pero incluso este aspecto responde al fin que el realizador busca en su filme. Puede que “El reverendo”nunca alcance el olimpo cinematográfico donde si está “Taxi driver”posiblemente por la pureza cinematográfica que respira, la cual no es para todos los estómagos. Pero tampoco tiene nada que envidiarle.
Frases destacadas:
- Reverendo Toller: “Este diario es un instrumento de comunicación, del uno al otro.”
- Mary: “Cree que no es correcto traer a un niño a este mundo. Quiere matar a nuestro bebé.”
- Reverendo Toller: “La sabiduría consiste en creer en dos verdades contradictorias a la vez.”
- Michael: ““¿Puede Dios perdonarnos por lo que hemos hecho al mundo?”
- Esther: “Ningún matrimonio sobrevive a la muerte de un hijo.”