Mar. Mar 19th, 2024

Sugerente y atrevido ensayo sobre el proceso creativo mediante una dialéctica surrealista combinada con una estética hopperiana muy racional.

El director canario Félix Sabroso debuta en solitario tras el fallecimiento de Dunia Ayaso, su tándem en la realización cinematográfica, con una obra muy personal llamada “El tiempo de los monstruos”. El realizador abre el filme con una cita de Gramsci: El viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer, y en ese claroscuro surgen los monstruos”. Contundente, no solo dedica así la cinta a su compañera, sino que plasma en ella su estado anímico tras lo ocurrido dándole una dimensión mucho más íntima como hizo Lars von Trier en “Anticristo” (2009). Sin embargo, en lugar de optar por la violencia como el director danés, Sabroso toma la vía de la comedia cáustica.

Víctor (Javier Cámara) es un cineasta que jamás ha estrenado ninguna de sus películas pero que siempre ha contado con su equipo dispuesto a participar en cualquiera de sus excentricidades. Una vez más, Víctor los reúne en su mansión para proponerles la realización de una obra póstuma al estilo de Truman Capote en “Un cadáver a los postres” (Robert Moore, 1976). Su esposa Clara (Pilar Castro) busca su identidad desesperadamente mientras se disputa el papel protagonista con Andrea (Candela Peña), vulgar y alcohólica que ha venido con Jorge (Jorge Monje), su mecánico dental. Raúl (Julián López), el guionista, y su pareja Virginia (Yael Barnatán), una dibujante frustrada, cierran su séquito. Fabián (Secun de la Rosa) y Marta (Carmen Machi) son los empleados domésticos que atienden a este grupo de monstruos que divaga sobre la creación de la película. Un reparto de lujo para una cinta muy poco convencional que, sin embargo, es cine en estado puro.

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Cine dentro del cine

En “El tiempo de los monstruos”, Sabroso mete el cine centro del cine y lo entierra en más cine hasta que perdemos la noción de la realidad de forma semejante a Réalité (Quentin Dupieux, 2014), para poder hablarnos de la esencia de la condición humana y de la necesidad de su comprensión y manejo en la realización una buena película. En definitiva, un estudio del proceso creativo en general y de la creación de personajes en particular. Es por ello que el filme se podría considerar una obra de teatro filmada donde todo el peso recae sobre los actores y la parte técnica queda a merced de los mismos. De hecho, que la trama transcurra en una mansión enorme carece de sentido y de importancia más allá de permitir un lugar amplio para el libre movimiento de los actores. Además, le sirve a Sabroso que acierta al optar por un estilo hopperiano para centrar la atención en todo momento en los personajes, pero sin dejar de lado una buena estética.

La mayor dificultad de una premisa tan sugerente como es la creación de personajes cinematográficos es justamente esa, moldear unos sujetos mucho más complejos que a los que buscan interpretar en la ficción. Un desafío que Sabroso solventa con maestría permitiendo que el elenco de estrellas que protagonizan la cinta puedan lucirse. Sin destacar ninguno sobre los demás, todos realizan un trabajo magnífico. Incluso Julián López, un actor muy encasillado que nunca ha demostrado tener demasiado registro, hace un papel comedido e impecable.

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Una locura muy comedida

Para complicar más la pericia, Sabroso se decanta por el surrealismo tanto en los diálogos como en la sucesión de los acontecimientos planteando también un reto al espectador que, si decides aceptar, es tan divertido como los Escape Rooms que están tan de moda ahora. De este modo, el realizador puede indagar en lo más profundo de la condición humana y también le da licencia para poder realizar giros de guion completamente inesperables e inexplicables pero tremendamente efectivos. Sin embargo, dentro de tanta locura, todo está cuidadosamente estudiado y comedido.

Por desgracia, hacia el final de la película, Sabroso es víctima de su complejo entramado que le lleva a un callejón sin salida que le hace bajar el nivel y la efectividad de la propuesta traicionando a su vez la máxima de Víctor, el director ficticio de la cinta: “lo que importa es el final”. Sin embargo, este fallo no desmejora la película. Teniendo en cuenta la dificultad a la que se enfrenta Sabroso, la cinta está muy bien resuelta y, esas imperfecciones, incluso juega a favor de su esencia surrealista y caótica. “El tiempo de los monstruos” es una cinta refrescante y muy disfrutable. Una rareza muy bien realizada que deja huella en el espectador y que recordará con el paso del tiempo por eso mismo, por salirse de la norma.

Frases destacadas:

  • Jorge: “Me ha llamado nuevo personaje. No se que ha querido decir.”
  • Raúl: “Eres una artista plástica. Deberían gustarte las texturas.”
  • Andrea: “Cállate y vete a pintar un cuadro.”
  • Víctor: “Me muero. Lo he elegido yo, pero me muero.”

Tráiler de “El tiempo de los monstruos”:

Por Pablo Lujan

Doctor en Biología Celular por la Universidad de Heidelberg. Compagino la ciencia con mi otra gran pasión: el Cine.

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