Esta semana se estrena este magnífico documental centrado en la figura de Benjamin Murmelstein y en su paso por el particular campo de concentración de Theresienstadt.
El último de los injustos se puede considerar un objeto de culto porque es un documento histórico en sí mismo, es simplemente magnífico. En 1975, con motivo de la recogida de información para el documental Shoah, Lanzmann se desplazó hasta la ciudad de Roma para realizar una serie de entrevistas a lo largo de una semana a Benjamin Murmelstein, el último presidente del Consejo Judío del campo de concentración de Theresienstadt. Ahora, el realizador francés ha montado esas imágenes y las ha mezclado con las memorias escritas por Murmelstein bajo el título “Theresienstadt. El gueto. El modelo de Eichmann”, para generar un documento informativo sin precedentes y de gran poder visual, que le sirve al entrevistado para aproximarse, desde la distancia de los años, al horror vivido en ese particular campo de concentración que era Theresienstadt.
Otra visión de Adolf Eichmann
De esta forma nos volvemos a aproximar al controvertido personaje de Adolf Eichmann. Hace unos meses ya lo hicimos con el estreno de Hanna Arendt, último trabajo de la realizadora alemana Margarethe Von Trotta. En ese caso fue bajo la óptica filosófica de la teoría de la banalización del mal. Justo en las antípodas se sitúa este nuevo acercamiento a la figura del criminal nazi de la mano de Benjamin Murmelstein y Claude Lanzmann (Shoah, 1985). Lejos de relativizarle, el rabino le coloca en su sitio y pone sobre la mesa su modelo de enriquecimiento a costa del sufrimiento del pueblo judío. A su juicio no dejaba de ser un corrupto más. Todo lo hacía para enriquecerse a sí mismo y al partido.
El último de la guardia
A 60 kilómetros al noroeste de Praga hay una ciudad fortaleza edificada en el siglo XVIII llamada Theresienstadt. Esta fue elegida por los nazis para implantar el modelo de gueto de Eichmann y su famosa política de emigración. Desde octubre de 1939 en todos los guetos de Polonia se instauró el Consejo de Ancianos Judios, integrado por doce miembros y un Presidente. Murmelstein fue el último Presidente, sus dos predecesores murieron de un tiro en la nuca. Le podemos considerar el último de una especie a extinguir.
A lo largo del film, Lanzmann de la mano de Murmelstein se van adentrando poco a poco en la importancia que tuvo para el régimen nazi este particular emplazamiento histórico, así como en el análisis de la figura del Consejo y de las supuestas acusaciones de “colaboracionismo” por parte de los tres únicos Presidentes. De esta manera descubriremos como este rabino estaba atrapado entre la espada y la pared, entre los judíos y los alemanes. Estos al final de la guerra no dudaron en entregárselo a los militares checos. Tras pasar 18 meses en prisión, fue absuelto de todos los cargos y se exilió en Roma. Pero, de lo que no cabe la menor duda es que al final consiguió su objetivo salvar el mayor número de vidas posibles, mejorando la calidad de vida de las personas que pasaron por este pintoresco pueblo. Curiosamente, todo gracias a la propaganda nazi, porque el Presidente del Consejo no dudó un instante en usarla para dar visibilidad a los suyos y para mejorar sus condiciones de vida.
Theresienstadt, un monumento de propaganda nazi
Poco a poco a medida que avanza las tres horas y media que dura el metraje iremos descubriendo la tremenda historia que escondía el “pintoresco” paraje de Theresienstadt. Este no dejaba de ser un campo de concentración más donde reinaba el miedo y estaba dominado por el engaño sostenido y la violencia más cruda. También iremos descubriendo la verdadera personalidad de Eichmann, porque Murmelstein le sufrió de cerca. Y lo más sorprendente de todo es que asistiremos a todo un ejercicio de autocrítica final del Consejo por parte de uno de sus últimos integrantes.
Pero como avanzaba al principio es un documento incuestionable por la riqueza de elementos que utiliza Lanzmann para dinamizar, contrastar y encauzar el desarrollo discursivo del documental. Es de lo más variado, van desde imágenes grabadas en la actualidad de las localizaciones donde tienen lugar los hechos narrados o del documental de propaganda Theresienstadt, pasando por dibujos a carboncillo y acuarelas que pertenecen al Museo Judío de Praga, y que son obra de Karel Fleischmann, Ferdinand Bloch, Otto Unga o Bedirich Fritta. Todo ello hace que El último de los injustos sea de obligado visionado.
Frases destacadas de El último de los injustos:
Benjamin Murmelstein: “A veces no es bueno mirar atrás”
Benjamin Murmelstein: “Considero que nuestra conversación de hoy es un epílogo tardío de mi actividad pasada”.
Benjamin Murmelstein: “Yo sobreviví porque tenía que contar un cuento. Tenía que contar el cuento del paraíso de los judíos, Theresienstadt”.
Benjamin Murmelstein: “En esencia, el Presidente del Consejo Judío estaba siempre entre el martillo y el yunque, entre los judíos y los alemanes”.
Benjamin Murmelstein: “Si uno muestra que siente miedo está perdido”.
Benjamin Murmelstein: “Cualquiera condenaría a Eichmann. Cualquiera ejecutaría a Eichmann. Se podía haber hecho sin juicio. Pero si se celebra el juicio, hay que hacerlo bien. Y se ignoraron cosas importantes”.
Benjamin Murmelstein: “La imagen de Eichmann se tergiversó por completo en el juicio. Por ejemplo, la teoría de la Sra. Arendt del carácter banal de Eichmann…era de risa. Eichmann banal”.
Benjamin Murmelstein: “No era una obsesión. Era sólo una maniobra de camuflaje. Al decir ‘Madagascar’ se entiende ‘solución final’”.
Benjamin Murmelstein: “ La ciudad ‘como si’, uno actúa ‘como si’. Como si hubiera café, almuerzo, trabajo. Pero uno no comía, no trabajaba, ni nada. Todo era un embuste”.
Benjamin Murmelstein: “Sí, debían hacer propaganda. Quería que hicieran propaganda con nosotros porque tenían que mostrarnos, no podían escondernos. Si nos escondían, podían matarnos. Era lógico. Esa era mí lógica y espero que mí lógica fuera correcta”.
Benjamin Murmelstein: “Con sentimientos y especulaciones no se llega lejos”.
Benjamin Murmelstein: “Sabía que no podían hacerme nada. Porque era el útimo. Por entonces, aún no era el último de los injustos, era el último de la guardia”.
Magnifico documental.
Es una pasada Manuel. Me alegro mucho que te haya gustado nuestra recomendación.