Esperábamos un milagro: que «El viaje de Arlo» fuese, al menos, la mitad de buena que su antecesora «Del revés». Nuestras expectativas se vieron frustradas.
Arlo, el dinosaurio sensiblón de Pixar
¿Qué pasaría si los dinosaurios no se hubiesen extinguido? Pues que seguirían entre nosotros y dominarían el reino animal debido a su tamaño, fuerza y peligrosidad. Entre estos gigantescos reptiles se encuentra Arlo, un pequeño dinosaurio miedoso, patoso y debilucho. Su familia intenta infundirle valor, pero Arlo no parece capaz de superar sus limitaciones. El pequeño apatosaurus decide vivir una existencia tranquila y resignada hasta que un día se pierde y debe sobrevivir en la fauna salvaje sin la ayuda de sus familiares. Solamente cuenta con la compañía de un extraño bicho: un niño monísimo llamado Spot. ¿Conseguirá dejar el miedo de lado y vivir la aventura de su vida?
«El viaje de Arlo» es la nueva aportación del estudio Pixar al universo Disney. Después de sorprendernos muy gratamente este verano con «Del revés» (Pete Docter, 2015), confiábamos en que nos ofrecerían un producto del mismo calibre. Sin embargo, «El viaje de Arlo» se configura como una obra menor. Es sin duda alguna, una de las cintas menos originales, adultas e ingeniosas que nos ha traído el estudio. En ningún estamos desmereciendo la película. Como cualquier filme Disney-Pixar, su narrativa es extraordinaria: arco de transformación del protagonista, personajes «tridimensionales», moraleja al final de la trama, plantación de objetos y situaciones para recuperar a posteriori, inclusión de varios leit-motivs, relaciones de personajes que evolucionan paulatinamente…» Su guión es de hierro y nada tenemos que objetar a eso. Sin embargo, en su conjunto el resultado nos parece ñoño, sensiblón y muy visto.
Rescatando viejos (y muy trillados) valores
¿Qué debe superar el patoso Arlo? El miedo. ¿Cómo lo hará? Viviendo una aventura en tierras desconocidas. ¿Añadimos un trauma? Pues claro. ¿Su recompensa? Dejar huella. A primera vista, parece un terreno bastante manido. Los creadores del filme son los primeros en saberlo y por eso, añaden toneladas de sensibloneria (y una pizca de humor absurdo) a la historia. Craso error ya que convierte la cinta en un producto destinado casi exclusivamente al público infantil y a aquellos que adolecen de lagrima fácil. Los que crecimos con «El libro de la Selva» (Wolfgang Reitherman, 1967), «El rey León» (Rob Minkoff, Roger Allers, 2014) e incluso «Hermano Oso» (Aaron Blaise, Robert Walker, 2003) salimos aborrecidos de la sala, viendo como nos cuentan lo de siempre como siempre. ¿Dónde han quedado conflictos tan interesantes y profundos como el de Alegría de «Del Revés» [la cual debe aprender a convivir con las otras emociones y comprender que cada una de ellas es necesaria y complementaria para la persona humana]?
«El viaje de Arlo» parece sacada de otra época. Incluso la factoría Disney (mucho más sensiblera, obvia e infantil que Pixar) nos sorprendió el año pasado con la historia de «Big Hero 6» (Don Hall, Chris Williams, 2014), centrada en el duelo, el remplazo y el abandono de la niñez. La cinta del estudio de Lasseter rescata viejos valores y los presenta de la misma manera de siempre, sin arriesgarse en lo más mínimo. ¿Por miedo, nostalgia o pereza? Yo sólo destaco y vislumbro algunos (pocos) puntos fuertes como el personaje de Spot (el pequeño humano huerfanito), la escena alucinógena de las bayas, esa referencia directa a «Lo imposible» (J.A.Bayona, 2012) en términos de contenido, planificación y puesta en escena y algún tramo ñoño que me dejó un poco desarmada. [Más adelante negaré haber dicho tal cosa]. El cortometraje que acompaña la cinta es «Sanjay’s super team» (Sanjay Patel, 2015). Simpático, sin más.
Monigotes adorables en un universo hiper-realista
En lo relativo a la animación, «El viaje de Arlo» («The good dinosaur» en inglés) es una maravilla visual. Productores, distribuidores y el mismo director se apoyan en los planos paisajísticos para elaborar los tráilers y lograr que la cinta tenga un cierto tono grandilocuente. Y frente al hiper-realismo del paisaje encontramos a unos protagonistas en forma de monigotes adorables. Tanto Arlo como Spot tienen ojos grandes, carita sonriente y desprenden tanta ternura que aseguramos que serán el top-one de ventas navideñas de las Disney Store de todo el mundo. Sin embargo, hacer un protagonista tan indefenso, achuchable y cercano al público infantil refuerza la teoría de que esta vez, Pixar ha elaborado una película solo para los más pequeños.
A los padres, madres y hermanos que acompañen a sus retoños al cine, sólo les digo que seguramente saldrán de la sala con un regusto nostálgico, recordando ese tiempo en el que eran ellos quienes devoraban con tanto amor las cintas más sensiblonas de Disney. «El viaje de Arlo» es una cinta old-school realizada para que sea disfrutada (y descubierta) por las nuevas generaciones y despierte bonitos recuerdos (pero nada más) en las anteriores.
Frases destacadas de «El viaje de Arlo»
- Padre de Arlo: «A veces, debemos superar nuestros miedos para ver la belleza que se esconde en el otro lado.»
- Padre de Arlo: «Un día hijo, harás algo grande, y te ganarás tu huella».
- Arlo: «Tenemos que llegar a casa. Echo de menos a mi familia.»
- Arlo: «No volveré a tener miedo.»
- Papá Tiranosaurio Rex: «Si no tienes miedo cuando un cocodrilo te muerde en la cara, es que no estás vivo.»
- El coleccionista de animales: «Esa criatura te ha protegido. ¿Cuál es su nombre?»
- Arlo: «No lo se… ¿Spot?»
- Dinosaurio alado: «¡Mirad quien ha tenido una «relevación»!»
[…] como por el infantil y supera con creces la última incursión cinematográfica de Pixar: “El viaje de Arlo“(Peter Sohn, 2015). [Que no “Inside Out” (Pete Docter, Ronnie del Carmen, […]
Al final de cuentas esa es tu opinión. Sin embargo, en estos tiempos donde se adolece mucho de los valores, te deja un gran mensaje sobre la amistad y el «saber dejar ir». Saber enfrentar miedos, toma de decisiones, responsabilidad…. Para mi, esta pelicula deja una gran enseñanza… Tanto para chicos como ara grandes.