Drama intimista postapocalíptico con una premisa brillantemente sencilla que resalta nuestra tecnodependencia mediante un relato sobrecogedor.
En los últimos años, la conciencia del daño ecológico que el ser humano está causando al planeta tierra ha repercutido en el cine con la moda del cine postapocalíptico donde raras infecciones (“Hijos de los hombres” (Alfonso Cuarón, 2006), “Extinction” (Miguel Ángel Vivas, 2015), o cualquier película de zombies), el abuso de los recursos naturales (“Mad Max: Furia en la carretera” (George Miller, 2015), “Interstellar” (Christopher Nolan, 2014)) o la simple venganza de la naturaleza (“El libro de Eli” (Albert y Allen Hughes, 2010, “El incidente” (M. Night Shyamalan, 2008) sirve de punto de partida para someter al hombre a la más cruenta lucha por la supervivencia. En su gran mayoría, la premisa que hay detrás de ese punto de inflexión en la vida humana suele ser tan compleja que se menciona muy por encima o directamente se obvia y obliga a que la trama transcurra directamente en dicho futuro caótico (sin contar los siempre necesarios flashback). Sin embargo, este viernes llega a la cartelera “En el bosque”, un drama intimista centrado en el proceso de adaptación a la adversidad. Por ello, a diferencia de las cintas nombradas, la historia debe transcurrir durante ese punto de inflexión, que resuelve con algo tan habitual como un apagón.
Patricia Rozema adapta la obra homónima de Jean Hegland que parte de esta premisa tan sencilla como efectiva, para relatarnos la historia de Nell (Ellen Page) y Eva (Evan Rachel Wood), dos hermanas que viven con su padre (Callum Keith Rennie) en una casa en medio del bosque cuando ocurre un corte de electricidad. Rozema firma un filme de luces y sombras pero que deja un gusto satisfactorio tras verla.
De cine de supervivencia a culebrón
“En el bosque” empieza con todo un ejercicio ejemplar de introducción de los personajes principales mediante un montaje no lineal donde descubrimos a que se dedican, sus gustos, su personalidad y sus ambiciones. Una vez presentados, la realizadora vira a una narrativa clásica aunque seguirá manteniendo estos montajes estilo videoclip visualmente más estéticos en determinados momentos, con el fin de hacer progresar la historia. Esta combinación estilística junto a las necesarias elipsis otorga a la cinta un carácter cinematográfico bastante estimulante y dinámico para el espectador como contrapunto de un guión más monótono. A esto le tenemos que sumar una fotografía estilizada de colores vivos, que se agradece por su originalidad al desmarcarse de la moda actual. Rozema acerca la cámara para indagar en los sentimientos de las protagonistas frente a la adversidad a la vez que nos pone en su desgraciada situación, consiguiendo un grado de empatía suficientemente elevado como para acabar baldado anímicamente.
Tanto derroche de talento por parte de todo el equipo se topa con sus limitaciones en el guión. Aunque destaca por rehuir de los fuegos de artificio en un principio para mostrarnos como la cotidianidad se puede ver desbarajustada por completo con la falta de electricidad sin buscar la lágrima fácil sometiendo a los personajes a grandes pesadillas, este tono sobrio se va perdiendo con sucesos cada vez más rocambolescos y poco creíbles. En cuanto a la estructura narrativa, se caracteriza por la repetición de un patrón: sufren un infortunio, duelo, superación y normalización. Si bien esta monotonía narrativa se suple mediante un montaje menos uniforme, no evita que sea un film muy predecible. Por último, el guión cambia totalmente de género a lo largo del metraje. Lo que empieza siendo un filme de supervivencia acaba teniendo destellos de culebrón innecesarios en su tramo final que disminuye la calidad que prometía al inicio y que puede sacar al espectador de la película.
De Page a Wood: Protagonismo interrumpido
La artífice de que este proyecto saliese adelante ha sido Ellen Page quién, al leer la novela, compró los derechos junto a la productora Kelly Bush Novak. Se erige pues un claro ejemplo de la búsqueda del lucimiento y reconocimiento al igual que ocurrió en 1999 cuando Winona Ryder puso toda la carne en el asador en “Inocencia interrumpida” (James Mangold) con el fin de conseguir un preciado Oscar. En esta ocasión, al igual que le ocurriese a Winona Ryder entonces, la mediocre interpretación de la protagonista se ve fácilmente superada por la magnífica interpretación de Evan Rachel Wood (Angelina Jolie entonces, quien sí se llevó el Oscar). Page saltó a la fama por su genial interpretación en “Juno” (Jason Reitman, 2007), pero hoy en día da la sensación de que la personalidad de la actriz no dista de aquella irreverente jovencita de la cinta de Reitman ya que en sus posteriores trabajos demuestra no saber interpretar a alguien que no sea ella. Page no está en ningún momento creíble en su papel mientras que Wood es todo un portento que nos deja secuencias arrebatadoras solo con su mirada.
“En el bosque” es un buen ejercicio de cine que nos hace plantearnos no solo hasta que punto dependemos de la electricidad y la gasolina, sino también si nos vemos suficientemente capacitados para vivir en un mundo sin estos recursos. La película es desgarradora, no apta para corazones sensibles, pero disfrutable cinematográficamente y con una Evan Rachel Wood pletórica.
Frases destacadas:
- Eva: “Es como si viera una enorme ola negra y yo nado para salir a flote y creo que lo conseguiré, que lo superaré, y entonces aparece otra ola enorme y me vuelve a ahogar.”
- Padre: “Amaros siempre.”
- Eva: “No soportaría perder nada más ahora.”
- Irène: “Por fin volveremos a tener jabón.”
- Irène: “¿Para qué están las hermanas?”