Ejercicio cinematográfico que cumple con las expectativas y la ortodoxia del cine soviético. Basada en la obra de V. Bykov y dirigida por Sergei Loznitsa ganó el Premio de la Crítica en Cannes.
Los infortunios de la guerra
La blitzkrieg sobre Bogovizna, pequeño pueblo bielorruso alejado de la guerra. El ejército alemán se impone con comodidad y soberbia. Algunas muchachas sonríen ante el atractivo uniforme diseñado por Hugo Boss, la gran mayoría trata de pasar desapercibido, muchos colaboran para llenarse los bolsillos y otros, los menos, luchan en la sombra convirtiéndose en los únicos defensores de su propio pueblo. Este descalabro en la sencilla vida de los campesinos arrastra a Sushenia, acusado por los partisanos, de delatar a un grupo de saboteadores. Sin juicio, sin sentencia, sin opción a defenderse, se enfrenta con coraje a su infortunio. Estas son las líneas maestras de un relato atormentado en él tres personajes se enfrentan, por la fuerza de la guerra, al demonio que nos envenena, fruto del azar tenebroso que el peso de la historia se empeña en repetir.
La película sigue la línea de cine bélico más intimista, centrándose en el corazón y la miseria que se desliza entre los que su vida no vale el precio de una bala. Dirigido con una exquisita perfección, donde lo espectacular se hace mediante un pincel sencillo, el realismo se impone mediante una demostración de fuerza visual, métrica y acompasada que se impone sobre los escasos momentos en los que el filme se embriaga en demasía.
Los peligros de la perfección
El arranque es deslumbrante, donde una coreografía de personajes enamorados de la cámara revelan, sin diálogo alguno, tanto como trescientas páginas de un buen libro. Pero, aún sin desinflarse, En la niebla, no es capaz de llegar a las entrañas. Tanto el elenco de actores, como la escenografía, la dirección, el retrato de una Bielorrusia en un otoño seductor, el silencio roto por el viento y el crujir de las ramas, en definitiva, todo lo que se le puede pedir a una película, aquí está. Sin embargo no es una gran película. Es buena, de estilo tarkovskiniano, donde se saborea cada fotograma, cada gesto, pero, aunque cueste decirlo, se queda en buena película cuando aspiraba a mucho más.
Frases destacadas
Sushenia: «¿tanto nos transforma la guerra?»
Bivok: «¿Por qué no te has escapado?»
Sushenia: «Escapar… ¿A dónde?»