Hong Sang-soo nos deja una película femenina que curiosamente parece la más autobiográfica de sus obras
De septiembre de 2016 a mayo de 2017, Hong Sang-soo ha presentado cuatro películas distintas entre el Festival de San Sebastián, el de Berlín y Cannes. Una muestra más de su infatigable lucha por pulir y evolucionar un estilo personal cada vez más reconocido en los certámenes de primera clase, pero también una demostración de lo volcado en el trabajo que ha estado el cineasta coreano desde el rotundo éxito cosechado con «Ahora sí, antes no» (2015). Y es que quizás estemos ante la más autobiográfica de la obras del director, aunque decida abarcar la historia desde un punto de vista femenino. Muchos rumores circularon acerca de la relación del por entonces casado Hong Sang-soo mantenía con la actriz Kim Min-hee tras el rodaje del leopardo de oro anteriormente mencionado, un noticia que el mismo realizador confirmó un mes después del estreno de esta cinta. No es costumbre de esta publicación el hablar de los romances protagonizados entre las estrellas del cine, pero sí resulta interesante ser conocedor de esta realidad para valorar con más respeto el ejercicio de valentía personal que supone un filme como «En la playa sola de noche».
1. La mujer alejada del patetismo del hombre
Los primeros compases del filme nos retrotraen a temáticas ya exploradas en la filmografía de Hong. Tales como la huída involuntaria a una ciudad europea, como vimos en «Noche y día» (2008), donde el protagonista se refugiaba en Francia ayudado por sus compatriotas allí instalados, o el contraste entre los occidentales y los coreanos, visto tammbién en cintas como «En otro país» (2012) o «Hill of Freedom» (2014). En este caso la ridícula comicidad del entendimiento entre culturas ocupa un segundo plano. La complicidad de Younghee (Kim Min-he) con una mujer coreana asentada en Hamburgo, sirve para dar voz a una protagonista que casi se interpreta a si misma. Vivimos desde su propia voz su exilio por la polémica que existe al ser relacionada con un director casado. La cinta fluye por estos instantes como el oleaje de la fría playa alemana. Hong Sang-soo se contiene, olvida el patetismo y esconde (casi) por completo el alcohol. Las escenas se encadenan de manera soberbia, melancólica. El color y el tono de éstas se fusionan con la confusión mental de un personaje que guarda en su interior aquello que no puede expresar por la falta de un hombre que dice querer llegar, pero que, por lo que respecta el primer acto, no llega. Estamos en definitiva dentro de esta primera parte en un terreno poco explorado por el cineasta, poniendo a la mujer como elemento primordial de la narración, excluyendo tintes cómicos y protagonismo masculino. Unos minutos que nos muestran al Hong Sang-soo más maduro y serio de los últimos años.
2. El patetismo masculino y el alcohol
La segunda parte, que también es la más extensa, ya nos lleva a un terreno más reconocible en la filmografía del director. Ya en Corea, vivimos el reencuentro de Younghee con sus amigos, dejando patente de nuevo la incomodidad y el absurdo del acercamiento de los hombres hacia las mujeres, y el poder controlador que influyen éstas sobre ellos debido a su carácter manso, débil y torpe. El frío exterior y el aclimatamiento de los interiores, siempre tratado desde el plano secuencia y el reencuadre, nos presentan de nuevo la llegada a una nueva ciudad y el cambio que han sufrido los personajes durante este lapso de tiempo que ha ocupado el viaje de la protagonista. Con la irrupción incotrolada del acolhol, Younghee se desliga de sus miedos y educación (aquella que le hace torcer su rostro y no reírse en la cara de su amigo mientras su pareja le da una valiente reprimenda en el local donde están tomando una bebida caliente), para comportarse de manera infantil y maleducada. Mientras que en la anterior «Lo tuyo y tú» (2016) se apreciaba cierta preocupación por el tema del acolholismo, en esta ocasión es la cerveza y el soju lo que consiguen que este personaje se desencadene de las penas pasadas y deje fluir de manera abrupta y desordenada, por primera vez en el filme, sus auténticos y maltrechados sentimientos. Y de hecho, en una de sus secuencias finales, en un ejercicio de honestidad y humildad, es ella quien acaba dando una lección a la figura del director (interpretado por un actor que guarda cierto parecido con el propio Hong), utilizando este giro de guion a modo de catársis.
Frases destacadas:
- «Ella y yo solo somos amigos»
- «Estaba muy hambrienta»
- «¿No quieres que viva contigo?»