Mar. Mar 19th, 2024

Presentada en el Festival de Locarno, donde ganó la Mención Especial del Jurado, «Espíritu Sagrado», de Chema García Ibarra, llega hoy a las salas españolas.

Miradas perversas

La nueva película del cineasta valenciano sigue la estela de sus anteriores trabajos, en el que el retrato costumbrista entraba en conjunción con lo sobrenatural con una naturalidad extraordinaria. Sin embargo, a diferencia de la notable “El ataque de los robots de Nebulosa-5” (2008) o la devastadoramente genial “Misterio” (2013), en “Espíritu Sagrado” a Ibarra le cuesta mantener durante noventa minutos su personal estilo sin originar varias dudas acerca de su función estética y, sobre todo, su densidad temporal.

En cada una de las demiúrgicas composiciones de “Espíritu Sagrado” parece residir el deseo irrefrenable de cautivar nuestra mirada. Necesitan de una atenta observación con tal de conseguir que todo un conjunto de elementos escénicos que se presentan como símbolos de carácter tanto significativo como banal no se pierdan en un pastiche de costumbrismo posmoderno peligrosamente superficial. Los espacios de la película, pese a no ser construcciones o decorados ficticios, pasan por el filtro de una mirada minuciosa, juguetona y perversa. La plasmación de un estilo visual y temático entregado a la búsqueda de formas heteróclitas que disfrazan la cotidianidad documentada a través de la inclusión de elementos disonantes de índole mística y/o cósmica con un conjunto aparentemente firme, pero tan disperso y enigmático como las historias que hay detrás de él. El problema surge, pues, cuando el choque entre las partes de este conjunto termina generando un distanciamiento emocional quizá pretendido, pero, sin duda, excesivo.

Sobrecargar para transparentar

La propia naturaleza del filme requiere de un extrañamiento estético para desarrollar su discurso central. No obstante, ciertos rasgos formales responden a la necesidad de satisfacer impulsos autorales que difícilmente refuerzan algunos de los aspectos temáticos que aborda la película. En este sentido, la duración de muchos de los planos del filme deja de servir a la mera contemplación de un determinado contexto —el barrio de Charús, en Elche—, sino que se traslada a la dimensión de la autocomplacencia. Algo que, también cabe decirlo, quizá no resulte exasperante para el espectador potencial de la obra e incluso puede obtener una justificación gracias a su desenlace.

Es un giro final lo que le aporta un sentido total a “Espíritu Sagrado” y justifica, en parte, su marcada artificialidad formal. Es una idea narrativa que no desvelaremos, pero que logra solidificar una propuesta repetitiva de pastiche visual para convertirla en una tristísima fábula marcadamente humanista. Igual que los personajes de su largometraje, Chema García Ibarra parece buscar un algo en sus imágenes, una presencia, quizá invisible, que le aporte algún sentido a la cotidianidad que retrata. Mientras que sus personajes creen que aquello que explicará el motivo de su existencia viene de un más allá, Ibarra tiene claro qué es aquello que densifica y empodera a sus imágenes, qué es aquel algo que significa la supuesta trivialidad de los espacios: las personas. Esta idea se magnifica en la acertada decisión de utilizar a los verdaderos vecinos de Charús, que interpretan a los personajes de la película.

La obsesión por lo extraterrestre le sirve a Ibarra para centrarse en aspectos de una proximidad humana, divertida, triste y desgarradoramente tenebrosa: muestra la cara más cómica de nuestra existencia, pero también la más trágica y oscura. Su artificio formal es la vía a través de la cual matiza y profundiza en sus personajes. Sorprendentemente, sobrecargar el encuadre de ornamentaciones y de tiempo transparenta a las personas que lo ocupan.

De esta manera y prácticamente sin que nos percatemos, Ibarra captura la esencia de un humanismo enternecedor y, al mismo tiempo, amargo. Una ambivalencia tan real como dolorosa, que revaloriza algunos de los aspectos formales de la obra y disipa parte de las dudas a las que nos referíamos al inicio del texto para ofrecer, con solvencia, uno de los títulos españoles más interesantes del año.

Frase destacada:

La primera frase de la película.

· Niña: «Lo bueno de tener un hijo subnormal es que no tienes que preocuparte de que te lo roben.»

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