Superando las palabras de Vin Diesel, uno de sus protagonistas, creo que nos encontramos, sin duda, ante la mejor película de la Historia.
El mejor espectáculo del mundo
Vin Diesel afirmaba, sobre la nueva entrega de la saga «Fast and Furious», que ésta debía ganar el Oscar a la mejor película. La verdad es que, tal afirmación, demuestra la poca esperanza en sus posibilidades por parte del hinchado actor. «Fast & Furious 7» merece elevarse, ya mismo, a los altares de la cinematografía como la mejor película jamás rodada. Y no. No es ninguna postura irónica, ni ninguna boutade por parte de este humilde crítico. Nos encontramos ante el mejor espectáculo del mundo. Y permitidme que os lo argumente. A veces, el intento de intelectualizar las opiniones y los elementos de goce que podemos encontrar en un largometraje, nos impiden ver con claridad meridiana la que tenemos delante. Citar a Debord y su Sociedad del Espectáculo, o a Baudrillard y su Sociedad Simulacro, o a Lipovetsky y su Sociedad de lo Efímero como elementos sobre los que argumentar la experiencia estética, no deja de ser una herramienta con la que defender nuestros complejos ante la grandiosidad del espectáculo que estamos viendo cuando nos dirigimos a una multisala a ver la nueva entrega de la película protagonizada por Vin Diesel y que sirve de homenaje póstumo al malogrado Paul Walker, muerto en ¡oh!, ironía, un accidente de coche.
Explosiones como aviones y hostias como catedrales
Porque cuando contemplamos, ante una pantalla en formato Widescreen de Alta Definición y en sonido Dolby ATMOS, a hombres con más músculos por centímetro cuadrado que papilas gustativas hay en una pata de mosca sólo podemos limitarnos al goce más primario, aquel que afecta a nuestro sistema límbico y nos deja sumidos en un estado somático en el que el raciocinio desaparece y nos convertimos en zombies en busca de nuestro manjar más predilecto. Porque cuando cada escena está hecha por y para la Molonidad sin dejarse nada en el caminoy cada línea de diálogo deja en evidencia a los guionistas de cualquier spaghetti western protagonizado por Lee Van Cleef o Franco Nero, sólo podemos abandonarnos al placer onanista de nuestros sentidos. Porque cuando el montaje (reconozco que montar una película de dos horas a ese ritmo debe ser considerado profesión de riesgo) recoge el brutal arranque de «Dead or Alive» de Takashi Miike y le mete un nitrocompresor debajo del culo para llevarlo de vuelta a los experimentos de Kuleshov, sólo nos queda o aplaudir y babear como perros de Pavlov esperando nuestro azucarillo o ser ingresados en un psiquiátrico con un ataque agudo de epilepsia. Cada plano, cada secuencia, cada aspecto del filme se resume en el concepto de que el cine es y debe ser un Espectáculo. Como lo era en sus inicios de Fantasmagorías, Black Marías y Mélies, como lo siguió siendo con el Cinema Espectáculo de Cabiria, como recogieron los monstruos de la Universal y las películas de Errol Flynn, o el cine de aventuras y de vaqueros, pero sobre todo como lo fue el cine de explotaition que surgió a raíz de los éxitos de todas esas películas y cuya única pretensión, aparte de la pecuniaria, era dar al espectador que iba al cine a ver una de vaqueros, una película de vaqueros.
La Iglesia del Santo Goce
En este contexto hablar de argumento o intentar citar una sinopsis para dar al espectador una guía que le ayude a entender la historia que va a ir a ver, es irrelevante. No se va al cine a ver «Fast & Furious 7» a ver una historia. Se va a ver un Espectáculo cuya única razón de ser es salir del cine empoderado y en estado casi de trance, al contemplar una experiencia lisérgica iniciática en el que abandonamos nuestra vida anterior para renacer convertidos en un Dominic Toretto. Cada explosión es más grande que la anterior, cada stunt al volante es más grande que el de la escena anterior, porque así nos lo demanda el camino de la experiencia. Este es el camino iniciático que recorremos al lado de gente como Toretto, Brian O’Conner, Letty o del maestro chamán James Wan, que ya nos llevó a experiencias similares llevándonos al goce irracional en un contexto de terror con sus «Insidious«, sus «Saw» o sus «The Conjuring«. Al abandonar nuestro yo, nuestra propia esencia disuelta en los héroes de la pantalla, nos sometemos a un camino de crecimiento ceremonial, en el que Lo Más Grande, nos va a llevar al final a Lo Mejor, entendiendo este Lo Mejor como el goce más absoluto. Pero hay que recordar que la senda del goce absoluto es peligrosa. La muerte de Paul Walker, que fue el precio a pagar por tener pactos con el Dios Molón, nos informa que tenemos que dejar siempre algo a cambio para poder renacer como seres capaces de entender el Goce. «Fast & Furious 7», planteada como homenaje al fallecido actor, nos deja claro que su personaje no es capaz de renunciar a su vida anterior para entrar con Toretto y el resto de la banda en la Iglesia del Goce. Brian O’Conner su personaje sigue atado a su familia en el filme y no es capaz de librarse de esas ataduras. Nosotros, como espectadores, debemos tomarnos esa advertencia muy en serio y saber que, para poder disfrutar de esta nueva entrega, debemos entrar al cine sin ningún vestigio, como niños ante la pila bautismal. Sólo así seremos capaces de comulgar con la experiencia Sublime del Espectáculo en comunión con los apóstoles de la Iglesia del Santo Goce: James Wan, Vin Diesel, Dwayne Johnson, Michelle Rodríguez, Jason Statham, el mártir Paul Walker y el profeta Kurt Russell, que ya nos avisó del advenimiento de estos tiempos en «1997 Rescate en Nueva York» y «2013 Rescate en LA» y, sobre todo, en el Capitán Ron.
Frases destacadas de «Fast & Furious 7»
- Dominic Toretto: «No tengo amigos, tengo familia«
- Dominic Toretto: «Lo más importante de esta vida siempre será la gente que está aquí, ahora«
- Deckard Shaw: «Dominic Toretto, no me conoces pero estás a punto«
- Hobbs: «Los pecados de Londres nos ha seguido hasta casa«
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- Brian O’Conner: «¿Cuál es el plan, Dom?»
- Dominic Toretto: «Un último viaje«
[…] vez Wan, que pasó momentáneamente a ser el nuevo Michael Bay en Fast and Furious 7, no dirige y, tras la cámara nos encontramos con Leigh Whannell su pareja creativa del alma, […]
[…] casi imposible dar dinamismo a la grabación, a no ser que hablemos de un producto similar a ‘Fast and the Furious”. O es posible que sea el carácter tranquilo del director, que apenas se inmuta cuando hay […]