Las protagonistas de Flukt son una adolescente y una prepúber que tienen bien claro que su cuerpo es suyo y que en su útero mandan ellas. Si tienen que reventar a pedradas a quien no esté de acuerdo con esa máxima, lo harán. Llevan la sororidad por bandera y cuentan con un aliado que formará a la más mayor en el arte de la guerra. De niña desvalida a mujer que toma las riendas de su vida por el mango de la espada, de empoderarse y disparar con un arco, de eso va la historia.
Ambientada en una Noruega medieval que se está recuperando de los estragos de la peste negra, Flukt es una más de esa lista de historias de acción, superviviencia, y bajo presupuesto que se desmarcan de la omnipresencia actual de la ciencia ficción, demostrando que el fantástico y la aventura también puede ir por otros derroteros (por lluviosos bosques del norte de Europa siglos atrás, por ejemplo). Es posible que Templario o Black Death sean superiores en términos globales a esta película de Roar Uthaug, pero el protagonismo de los personajes femeninos es el elemento que marca la diferencia. No encontraréis aquí más que un relato al más puro estilo Dungeons & Dragons con mujeres en los papeles principales, pero… ¿no es eso más que suficiente, a veces?
Guerreras del mundo, uníos
La que también tomó las riendas de su vida por el mango (de una ballesta, en este caso) es Dagmar, la principal antagonista. Es una tía dura que lidera una banda de forajidos salidos directamente de tu última partida de rol (hay un arquero, un grandote con hacha, un pícaro con una percepción extraordinaria, ya os imagináis). Ingrid Bolsø Berdal (la vimos en la última versión de Hansel y Gretel y ya colaboró con Uthaug como protagonista del primer slasher del director) da vida a una mujer decidida a conseguir lo que quiere pasando por encima del cadáver de quien sea. Es un personaje simple pero funciona perfectamente como fuerza de la naturaleza imparable. La justificación de su personalidad va más allá de «es mu mala» o «le hicieron una putada muy gorda y se enfadó».
Flukt es, al final, una historia de amor, de intentar querer y ser queridos, de familias disfuncionales y de crecer, de dejar de ser una niña. Y ya sabemos qué significa alcanzar la madurez en los oscuros tiempos medievales: tirar de bíceps. El desarrollo de la película es ciertamente convencional, pero las tres mujeres sobre las que reposa el relato justifican echarle un ojo a esta aventura de espada sin brujería, sobre todo aquella audiencia que busque un poco de feminismo en el cine de género.
Como curiosidad, los seguidores del black metal noruego reconocerán entre el elenco, haciendo de uno de los malos, a Gaahl, el vocalista de la banda Gorgoroth:

Se lo pasó como un enano haciendo de bandido medieval