Las comparaciones siempre son odiosas y en el terreno sexual son más bien dolorosas. Ese es uno de los motores de estos cuatro amantes dirigidos por Antony Cordier. Esta película francesa nos cuenta la historia de cómo conoce Rachel a Vincent en el trabajo. Ambos deciden organizar una cena con sus respectivos cónyuges: Frank y Tery. Las parejas de treintañeros burgueses y acomodados tardan tan poco en hacerse amigos como en enamorarse. Pero, con el paso del tiempo, la confusión va tomando forma en sus conciencias. Los sentimientos se mezclan y poco a poco se van haciendo más oscuros y crueles.
Argumentalmente el filme posee varias líneas de trabajo. La primera y más evidentes es la insatisfacción que tiene el ser humano cuando lo posee todo en la vida. Pero el principal problema es que la propuesta posee pocas vías de evolución, está muy encorsetada desde el punto de partida a diferencia de la reciente “Three” de Tom Tykwer que verdaderamente se trataba de todo un experimento formal y argumental, que nacía y bebía de la frescura y la libertad. En cambio los guionistas de “Four Lovers” Cordier y Julie Peyr juegan a contraponer la generosidad en el sexo y el amor frente al resentimiento, y encuentran en el arrepentimiento la solución ideal para la ecuación, cuando el problema que plantea es evidentemente mucho más grande.
Si a todo ello sumamos que no son capaces de llevar a las últimas consecuencias las aventuras sexuales de estos cuatro acomodados franceses, y encima juegan a discriminar ya que si lo hacen en el caso femenino pero no en el masculino, con esa simple decisión hacen que se empañe de conservadurismo este relato presuntamente transgresor.
Estos cuatro amantes poseen otra complicación añadida y es que no ponen reglas desde los inicios resultando una propuesta un tanto inverosímil desde sus inicios, y desde luego las consecuencias son obvias y lógicas. Es notorio que las experiencias intensas en la vida de una pareja marcan y dejan una huella indeleble, y si es de carácter sexual me imagino que es más fuerte y profunda porque atañe a la esfera más íntima de ambos cónyuges.
Formalmente lo más interesante es el uso de la cámara en mano pero de una manera elegante, sin cabeceos constantes de cámara que acaban con la paciencia del espectador, para dar más realismo a la propuesta argumental, rodado de forma sobria y sensual, hasta el punto que a los más cinéfilos os llevará a la famosa escena de la cocina del thriller “El cartero siempre llama dos veces” de Bob Rafelson.
Frases destacadas:
Rachel: “En la vida, incluso cuando somos felices esperamos que ocurra algo nuevo”
Franck: «¿Es normal sentirse cómodo? ¿Es normal sentirse así, tan rápido?»
Franck: “Está llena de energía. Siempre dice sí. Lo prueba todo, aprovecha cada oportunidad”
Rachel: “Para mí sólo había una norma, o quedábamos juntos los cuatro o nada”
Teri: “Sólo teníamos que desatar nuestros secretos y nuestros tabus”
Vincent: “No está contigo por falta de satisfacción”
Rachel: “No sois una pareja, no podéis dormir juntos”
Rachel: “No te me pongas romántica”
Calificación: 6