Mar. Mar 19th, 2024

Jim Mickle ejecuta una violenta y descarnada oda a los mejores años ochenta en el que es no sólo su filme más estimable, sino uno de los mejores del año.

Richard, un personaje fácil de empatizar

Vivimos sumidos, en la mayoría de los casos, y siempre salvando honrosas excepciones, en un estado de letargo inducido por la implacable rutina y las responsabilidades que todo adulto debe padecer en su día a día. En el caso de Richard, protagonista de este excelente ejercicio narrativo y estilístico que ha resultado ser “Frío en Julio”, es la vida familiar y sus obligaciones como padre y esposo en la endogámica Texas rural de los años ochenta lo que le ata a ese sopor inherente a la mayoría de seres humanos, y lo que le convierte en un personaje tan fácil de apreciar.

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Tan implacable como la tediosa realidad del más común de los mortales es la búsqueda de una excusa para romper con ella. Por suerte para los personajes de ficción, lo extraordinario está a la orden del día, y en el caso de Richard, un asalto doméstico será el detonante que le despierte de la normalidad conformista en la que vive sumido y le impulse a embarcarse en una apasionante cruzada en nombre de la justicia que, bajo la particular mirada de Jim Mickle, conforma uno de los mejores y más penetrantes acercamientos al thriller en clave de Western crepuscular de los últimos tiempos.

«Frío en Julio» es su obra más madura

Con este filme, Mickle ha alcanzado una inusitada maduración como realizador si atendemos a su irregular debut con la cinta de terror biológico “Mulberry Street” (2006) y sus hombres-rata. En esta ocasión, el director y guionista ha conseguido elevar a la máxima potencia su habilidad para combinar atmósferas opresivas con personajes y libretos contundentes que convirtió Stake Land (2010) en una joya del género vampírico, lo que ha dado lugar a un filme que no concede ni un sólo respiro, golpeando en no pocas ocasiones con su violencia seca y descarnada, y con una retahíla de giros dramáticos demenciales —puede que incluso de dudosa verosimilitud— que se verán perdonados gracias a su inestimable aporte para mantener el ritmo y la capacidad de sorpresa en cotas muy elevadas.

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Si nos dejamos guiar por las primeras impresiones, podría decirse que el principal atractivo de “Frío en Julio” radica en su factor nostálgico. La cinta es, de principio a fin, una auténtica oda a los años ochenta que transpira en cada segundo lo mejor de genios indiscutibles de la talla del maestro John Carpenter o el William Lustig de “Vigilante” (1983). Elementos como la cuidada paleta de colores, que alcanza su cenit evocador durante un clímax en el que los colores primarios inundan la pantalla, o la brillante banda sonora a golpe de sintetizador firmada por Geff Grace, herencia directa de partituras como las que el propio Carpenter compuso para sus filmes, son sólo una pequeña muestra dentro de una nutrida lista de referentes que harán las delicias de todo amante de la época dorada del cine de género.

Experiencias revitalizadoras e impensables

Pero más allá de esta fachada referencial, y lejos de detalles puramente fan-service como la presencia de mitos catódicos de hace tres décadas como Don Johnson entre el reparto —en un papel memorable, todo sea dicho—, “Frío en Julio” esconde una gruesa capa que logra enterrar la posible imagen de vacuo ejercicio estético y tonal que puede transmitir la cinta bajo una sorprendente y nutrida variedad temática que, con el vigor y crudeza que caracterizan al largometraje, se desenvuelve entre materias tan diversas como la paternidad, el conformismo o el sentido de la justicia, enriqueciendo al filme hasta límites insospechados y convirtiéndolo en un imprescindible instantáneo.

Si los personajes de ficción se ven favorecidos por su tendencia a experimentar situaciones en absoluto habituales que les ayuden a evadirse de sus monótonas vidas, los ciudadanos de a pie tenemos que aferrarnos a elementos como el cine para no “morir de realidad”. Dicho esto, es de agradecer la existencia de obras como la reseñada en estas líneas, que nos permiten acompañar a personajes lejos de su zona de confort y nos invitan, al menos durante un par de horas, a vivir experiencias revitalizadoras e impensables y que, una vez termine el día, nos hayan dado fuerzas para seguir adelante tal como le sucede a Richard. Y si estas obras poseen la calidad, la fuerza, el magnetismo, y la arrebatadora personalidad de “Frío en Julio”, mejor que mejor.

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Frases destacadas de «Frío en Julio»

  • Richard: «He’s in the house!»
  • Freddy: «Are you really my father?»
  • Russel: «You know, when a dog bites you… you can either chain him up… or shoot him»
  • Jim Bob: «All right, boys, it’s Howdy Doody time!»
  • Richard: «They used my family as bait. I wanna know why»
  • Richard: «That’s not the guy I shot»
  • Ray Price: «It’s called shock»
  • Ray Price: «He’s a wanted felon, and you’re an outstanding citizen. Sometimes the good guy wins»

Por Víctor López G.

Sociópata altamente funcional. Ex-gordo. Ex-ESCAC. Superhéroe a tiempo parcial y cinéfilo a tiempo completo

Un comentario en ««Frío en Julio»: Delicia ochentera»

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