Solvente apuesta clasicista que aborda el periodismo y la guerra ambientado en el bombardeo de Gernika.
El periodismo de guerra
La cinta de Koldo Serra titulada «Gernika» nos adentra en tierras vascas en abril de 1937 para mostrarnos un hecho sucedido en una zona local que significó el pistoletazo de salida de la guerra total que proliferaría a nivel mundial tan solo dos años más tarde. El bando republicano capitanea una oficina de prensa donde distintos corresponsales informan a sus respectivos países del conflicto civil español. Para enfado de estos periodistas, todas sus conversaciones telefónicas o artículos escritos están sometidos a una estricta censura que trata de eliminar toda información que revele datos sobre las estrategias bélicas republicanas o pueda desfavorecer la popularidad de la resistencia entre la población. Encontraremos pues en este lugar un crisol de lenguas, siendo el inglés el más utilizado a lo largo del filme. Y es que americanos, rusos y españoles se verán obligados a usarlo con tal de hacerse comprender. Una premisa que justifica el lenguaje empleado en la cinta, que a su vez lo internacionaliza sin restarle coherencia a su historia. Además de valerse del alemán, el español y el vasco cuando es preciso.
En este contexto, nos sumergimos en una cinta que aborda la ética periodística, aproximándose en la psicología moral de algunos de sus personajes, mostrando su compromiso con la profesión o su dejadez recordando tiempos mejores. La capacidad de jugarse la propia vida, el inventarse historias sin escrúpulo alguno o la temeridad de trabajar para el enemigo en secreto acompañará a la tensión de estos personajes llegados por voluntad propia al horror de la guerra. Y en ellos sentiremos el conflicto de prioridades entre los que buscan hacer su trabajo y quien vela por resistir al fascismo, aunque sea aceptando la colaboración de la Unión Soviética.
España campo de pruebas
Como bien se nos deja ver en el prólogo inicial y se aprecia durante todo el largometraje, los bellos paisajes del norte de España acaban siendo el escenario en el que las fuerzas aéreas alemanas e italianias deciden probar la fuerza de sus nuevos armamentos. Para ello planean emprender la destrucción de la pequeña localidad vasca de Gernika. Una catástrofe que llevó las miserias de la guerra a la población civil y que se vivió como una temible demostración de poder. Una práctica, el abusar de la fuerza militar en ciudades no estratégicas para la guerra, que también se vivió en Dresden (Alemania) o en Hiroshima y Nagasaki años más tarde.
La mano de Koldo
Un episodio tan traumático dentro de la memoria histórica española, y en el imaginario colectivo en gran parte gracias a la obra de Picasso, resulta cuanto menos complejo de saber llevar a la gran pantalla. Los maniqueísmos, el abuso de efectos especiales y la búsqueda sin sentido de la épica de cintas como «Pearl Harbor», nos podían hacer pensar en lo peor a la hora de recrear un negro episodio esta vez patrio. Sin embargo, la solvencia de Koldo Serra nos deja una cinta temperada, respetuosa, que si bien flaquea en el guion en alguna pequeña ocasión (el hierismo de rusos o alemanes al mando, que no de sus humanizados subordinados), se mantiene en un tono correcto y sobrio. Su historia de amor no acaba de rallar al nivel de su entramado político y humano, pero el poder visual de las imágenes, el dinamismo de las secuencias y los recorridos por los vastos paisajes, nos acaban por envolver en una película absorvente, capaz de mantener en tensión al espectador y de trasladarlo a un periodo convulso que no podemos, ni debemos, olvidar.
Frases destacadas:
- Teresa: «Me encantaría que hubiese una democracia en España».
- Vasyl: «La vida es mucho más fácil cuando se obedece».
- Henry: «Si vamos a morir, prefiero hacerlo a la luz del Sol».
Tráiler de «Gernika»: