Tengo un buen recuerdo de la primera parte de la saga. En Gru, mi villano favorito, aprendimos que se podía ser feliz siendo soltero y adoptando a tres huérfanas. O teniendo solo un papá que, sin ser el biológico, nos quiere como el que más. No importa si no nos adaptamos a lo que Hazte Oír considera «familia tradicional», porque familias hay más de una. Es una pena, pero Gru, mi villano favorito 2 tira por tierra esta idea tan bonita y nos encontramos con que nuestro protagonista necesita una media naranja y que las niñas (la más pequeña, en concreto) sienten que les falta una mamá.
No es que sea un mal planteamiento per se, pero es una lástima que esté tratado como siempre. «Era la evolución lógica», ha dicho uno de sus responsables (según he leído en el dossier de prensa que amablemente nos pasó la distribuidora) y digo yo que será la evolución lógica según él, porque yo me lo habría pasado bastante bien si la película hubiese tratado de las niñas haciendo cosas de niñas. Pero han decidido tirar por ahí, por la historia que ya nos sabemos de pe a pa. Y además nos obsequian con arcos argumentales que ni siquiera se cierran, como cuando le buscan a Gru novias como si esto fuese la sobremesa de Antena 3.
Al principio de la película, de hecho, hay un guiño que podía haber presagiado algo grande. La mayor de las tres crías está mandando mensajes de móvil y Gru le pregunta que con quién está hablando. Ella le da un nombre, pero él no sabe si se refiere a un chico o a una chica, así que le pregunta que si es un chico o una chica. Ella le responde «¿Acaso importa?». Nos podía haber salido bollera, pero me imagino que los responsables no consideraron lógico tomar ese camino y que lo suyo era quedarse en la Familia Como Dios Manda(tm) y una familia como Dios manda tiene un papá, una mamá y unas hijas heterosexuales. Y no se hable más.
Viva México, cabrones
Al final, nunca descubrimos con quién se está mandando mensajes la niña. Lo que sí sucede un poco después es que se queda prendadita de un chico de su edad, malote, que va con chupa de cuero, tiene flequillazo y mira así, con ojos lánguidos. Se llama Antonio y es de México. Y es pasional, como buen latino. Y es un veleta traicionero, como buen latino. Y sabe bailar, como buen latino. Y su padre, Eduardo, es extremadamente macho, con pelazo en el pecho. Como buen latino. Y todo lo demás.
Pero por lo menos hay minions. Los bichitos amarillos, la versión entrañable y plástica de los esbirros que cualquier villano más serio que Gru sacrificaría por conseguir sus malvados objetivos, salvan la función con una serie de gags inspirados. Con un poco de suerte, la siguiente de la saga será una película sin humanos, solo con minions haciendo de las suyas. Ni estereotipos raciales o nacionales, ni familias como Dios manda, ni las voces de Florentino Fernández y Patricia Conde doblando a Steve Carrell. Solo slapstick y balbuceos ininteligibles. A ver si hay suerte.
Frases destacadas de Gru, mi villano favorito 2:
Gru: «¡Sí! ¡Gru ha vuelto, con coches, gadgets y armas!»
Gru: «Buenas noches, Agnes. No crezcas nunca».