Steve Coogan es el principal reclamo de una película que cuenta la historia de un hombre que puso en jaque el sistema judicial de la Sudáfrica de los 80.
Defensa de un caso imposible
Basada en hechos reales, “Guardián y verdugo” cuenta con el guion del debutante en este aspecto del experimentado actor Brian Cox. La película está dirigida por Oliver Schmitz, director con una larga trayectoria en la televisión alemana cuyo trabajo cinematográfico más conocido hasta la fecha es la película colectiva “París, je t´aime” (2006). La cinta tiene lugar en Pretoria, Sudáfrica, en 1987. En aquel año 164 personas fueron ejecutadas en el corredor de la muerte de dicha ciudad. John Weber (Steve Coogan) es un abogado que tiene la complicadísima tarea de defender al guardia de prisiones Leon Labuschagne (Garion Dowds). El joven Leon es acusado de haber asesinado a siete personas y Weber intentará demostrar que este comportamiento fue consecuencia de los hechos acaecidos en la prisión.
Desde prácticamente el inicio de la película, la acción en el tribunal se mezcla con los sucesos acaecidos en la cárcel. Estos últimos cumplen con el cometido de intentar encontrar una explicación por la que Leon cometió los actos por los que es acusado. Este hecho añade una complejidad que a la cinta le viene muy bien, y que al mismo tiempo la dota de una mayor variedad.
El festival de Coogan
Del mismo modo, desde los primeros momentos de la cinta la historia de “Guardián y verdugo” está orientada alrededor de los personajes de John y Leon. Aunque el actor que interpreta al segundo, Garion Dowds, luce bien en pantalla, el protagonismo está reservado casi en su totalidad a Steve Coogan y su John Weber. Coogan interpreta a un muy alto nivel a un abogado que se caracterizó especialmente por su oposición a la pena de muerte en la Sudáfrica de aquel momento. No solo interpreta su personaje con una gran pasión, sino que lo hace con una eficiencia al alcance de pocos. Aparte de las secuencias con Dowds, Coogan también brilla en los momentos que comparten en pantalla con Andrea Riseborough, quien interpreta a su “rival” en la ficción, la fiscal Kathleen Murray.
Salvando las distancias, al ver “Guardián y verdugo” hace que nos venga “Philadelphia” (Jonathan Demme, 1993). Ambas historias tienen en común la defensa de un caso complicado y la pasión que puso el abogado Joseph Miller (interpretado en aquel entonces por el gran Denzel Washington) para conseguir llevarlo adelante a pesar de las dificultades y salvar al acusado Andy Backett, interpretado por Tom Hanks. Ambos casos coinciden también en el intento de cambiar algo aparentemente complicado. En esta ocasión se intentaba modificar la opinión que tenía la gente sobre la homosexualidad, mientras que en “Guardián y verdugo” se pretendía cambiar el sistema judicial de la Sudáfrica del momento.
Aparte del trabajo de Coogan, hay que destacar el dinamismo de su historia, que te mantiene absorto a la pantalla desde su comienzo. Sin embargo, la dureza de algunas situaciones hace que la película sea a veces algo indigesta. A pesar de este inconveniente, cumple su objetivo de ayudar a entender mejor la trama. Lo cierto es que “Guardián y verdugo” es una película bastante interesante y merece la pena darle una oportunidad, aunque sea solo para ver el recital de Coogan.
Frases destacadas de “Guardián y verdugo”:
- John: “Pierre, sumieron a ese chico en un infierno”
- Pierre: “Si hay algo peor que matar a un extraño es matar a un conocido”
- Suboficial: “La próxima vez no le agarres tan fuerte o quedarás como un imbécil”
- Pierre: “Lo único que se puede hacer es acabar con ellos para siempre”
- Leon: “Nosotros no matábamos. Lo hacía el verdugo”
- John: “¡Fue sentenciado a muerte al igual que todos los demás!”