Mar. Mar 19th, 2024

El nuevo documental de Viktor Kossakovsky es una apabullante reflexión sobre el trato que hacemos de los animales desde una mirada sabia, delicada y virtuosa.

Sofisticando la mirada

Es una gran noticia que cada día resulte menos extraño poder disfrutar en la gran pantalla de los mejores documentales. El género de lo real, un lenguaje cinematográfico mas libre e incisivo para diseccionar y reflexionar sobre la sociedad y el mundo que habitamos. La oferta de cartelera se amplía con un crecimiento moderado, pero era una decisión lógica que alguno de los muchos exponentes de un gran curso de cine documental («El año del descubrimiento«, «Bienvenidos a Chechenia«, «La pintora y el ladrón», «El agente topo«…) reciba estreno comercial. El que nos ocupa es un trabajo aplaudido en Berlín y recordado a su vez en los últimos Premios del Cine Europeo: hablamos de la noruega «Gunda», dirigida por el veterano documentalista ruso Viktor Kossakovsky. Servidor no puede sino recomendar con entusiasmo una película única, muy especial. Una de las grandes obras fílmicas del año. Un ensayo lúcido y tranquilo, un trabajo de observación objetiva y directa que busca la inmersión extrema en la cotidianidad animal. Un ejercicio de empatía, eso sí, de mirada muy elegante, de una sofisticación técnica deliciosa y un aparato formal tan exigente como poético y sumamente adecuado.

Silencio amargo

La presencia del ser humano es mínima en este relato. Es una historia animal, ellos son el núcleo de la reflexión y son ellos los que llenan las imágenes y configuran el espacio sonoro. El discurso se construye enteramente de manera visual. No hay música que decante el torrente emocional en direcciones predeterminados, o discursos orales introducidos en off. El filme se limita a observar desde una intimidad abrasiva a un grupo de animales en su día a día en una granja en un prístino blanco y negro. Un dispositivo estilizado que supondrá un esfuerzo para espectadores impacientes pero que, pese a su cerebral pericia técnica, se muestra como una decisión creativa coherente que aporta poesía a una narración sensible y calmada pero enrarecida y perturbadora, que desde los primeros compases permite a nivel atmosférico que intuyamos las miserias de la vida que llevan estos seres utilitarios.

Observación neutra sin distracciones ni prisas que permite apreciar cómo el día a día en este contexto tiene tanto alegrías como permanentes amenazas y batallas. Son seres vivos con vidas sencillas y sin ambiciones que sólo desean existir en paz y que Kossakovsky nos muestra cómo aparentemente libres. Pues el escenario de la acción se presenta siempre como un lugar hostil, ajeno, de dimensiones inadecuadas para un bienestar pleno. Una suerte de cárcel suave que les sostiene en un falso régimen de semi-libertad que saborean desde su ignorancia. El aparato audiovisual está cuidado e intervenido, lo cual se aprecia especialmente en un diseño sonoro absorbente que sabe resaltar en cada momento sonidos específicos para recalcar angustia, serenidad o nerviosismo. Mas allá del sonido ambiente, es una película silenciosa. Y he ahí lo fascinante de la naturaleza de este silencio, que dista de ser neutro y, pese a que podamos pensar que vemos una película cálida o entrañable, tiene en todo momento un denso poso amargo. Las acciones que ocupan el campo fílmico son amables, pero el contexto que rodea a estas criaturas deja en nosotros un pesar desolador que configura nuestra manera de ver las imágenes.

Gritar sin alzar la voz

Tan importante son los mensajes como la manera de comunicarlos. La eficacia comunicativa es una parte fundamental del discurso cinematográfico, y el léxico fílmico puede arruinar por completo las buenas intenciones que cargue tu mensaje. En lo que a alegatos de concienciación animalista se refiere, pocos casos hay de exponentes cinematográficos eficaces y poderosos, pues habitualmente se opta por enfoques muy burdos. Se recurre a soflamas y aleccionamientos morbosos, explícitos y perversos, que transmiten desde la superioridad y el enjuiciamiento despiadado al espectador. «Gunda» opta por un enfoque más asceta, respetuoso, comprensivo y pausado. No busca culpables directos ni radicaliza la confrontación, ni arroja el mas mínimo plano de mal gusto. El horror, como en el mejor cine bélico, sólo queda implícito. Y ya sólo por esto, el filme es un éxito por su clarividencia clínica y por su capacidad de revolver conciencias desde el apunte.

Frases destacadas

  • «Oink oink oink»

Tráiler oficial de «Gunda»

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