Si no habéis oído despotricar a la cúpula de la iglesia católica en contra de “Habemus Papam” es por algún motivo, y estáis en lo cierto si pensáis que es una comedia bienintencionada pero mal rematada. Eso es lo que depara el nuevo trabajo de Nanni Moretti, director de títulos como “Caro Diario” o la ganadora de la Palma de Oro en 2001 “La habitación del hijo”. Protagonizada por Michel Piccoli y el propio Moretti, está sátira sobre el poder en las más altas esferas eclesiásticas, se ha convertido en todo un fenómeno en Italia donde ya acumula más de un millón de espectadores. Todo comienza cuando el nuevo Papa electo sufre un ataque de pánico justo antes de salir al balcón de la basílica de San Pedro para saludar a los fieles que han esperado pacientemente la decisión del conclave. Sus consejeros incapaces de convencerle de que es el hombre adecuado para el trabajo, buscan ayuda de un renombrado (y ateo) psicoanalista. Pero el miedo a la responsabilidad es algo que debe afrontar por sí mismo.
El principal acierto de Moretti es haber elegido a un actor de la talla de Piccoli para encarnar al cardenal Melville, que es elegido para dirigir el enorme trasatlántico que es la iglesia católica. Es brutal la secuencia en la que va escuchando reiteradamente su nombre y vemos como la satisfacción y el gozo se convierte en el horror. Aguanta el plano y vemos como su gestualidad habla por sí sola. El realizador italiano se reserva el papel del psicoanalista ateo para que Melvilla rebote sobre él, y otorgar diálogos y secuencias muy divertidas y ocurrentes, como la primera sesión.
A partir de aquí las situaciones cómicas están aisladas, algunas resultan inverosímiles y el barco comienza a tener una cierta deriva, sobre todo porque sus guionistas Federica Pontremoli, Francesco Piccolo y el propio Moretti les falta gallardía para llevar a las últimas consecuencias su línea argumental con lo que los que esperábamos algo vitriólico nos quedamos con el vinagre en la mano. Así la secuencia de la rueda de prensa es muy buena, pero esa ironía fina se diluye a medida que avanza el metraje. Además, en un momento dado usa la canción de Mercedes Sosa “Todo cambia” para ilustrarnos a dónde vamos, pero lo malo es que nada cambia, y lo que pedía el argumento es que Melville cambiara la iglesia y no lo hace, así que este filme queda a la misma altura de “Las sandalias del pescador” de Michael Anderson, basada en la novela homónima de Morris L. West.
No negaré la mayor, estamos ante un filme entretenido, con momentos más o menos divertidos, algunos más ácidos que otros, pero nunca irreverentes, con lo que el espectador sale de la sala oscura con una sonrisa en la boca y sin la menor brizna de aburrimiento, porque el director le otorga un ritmo adecuado. Además, sabe usar los recursos como los decorados para hacer más insignificante al personaje central. Pero, el realizador italiano se ha bajado a sí mismo el listón aunque le auguro un nuevo éxito de taquilla.
Frases destacadas de «Habemus Papam»:
- Melville: «Soy un actor de teatro, siempre me ha gustado mucho».
- Psicoanalista varón: «¡Está mucho mejor el Santo Padre!¡Qué suerte!»
- Melville: «Pero hace mucho tiempo que a nuestra iglesia le cuesta entender las cosas».
- Psicoanalista varón: «¿Tiene problemas con la fe?»
Calificación: 6