Una propuesta de adaptación anacrónica en clave de acción desenfrenada del viejo cuento de los hermanos Grimm que cumple su función sin demasiados artificios pero tampoco grandes logros.
Hansel y Gretel: Cazadores de brujas
Si bien es conocido que la fábula de los hermanos Grimm es mucho más espeluznante en su original que en el descafeinado cuento que nos filtraron de pequeños, también sabemos que esa historia tenía su peor cara en la realidad, en la que se basaban las historias de los alemanes (el infanticidio como horror habitual en el medievo, la demonización de las madres, el castigo del placer), por ello resulta interesante ver cómo en esta adaptación varían las posiciones sobre estos tropos, que en este caso exploran la via aventuresca de unos Hansel y Gretel post-trauma (venganza, búsqueda de la honra-inocencia perdida) que no conocíamos en el cuento, pero al tiempo manteniendo prácticamente intacto el fondo moralista de la obra original. Celebramos su revisionismo histórico en lo estético, pero condenamos su sangrante conservadurismo cobarde de fondo.
Una mezcla entre Van Helsing y Underworld, Hansel y Gretel: cazadores de brujas tiene lo que la infame reciente Caperucita Roja de Catherine Hardwicke (Thirteen, Crepúsculo) nos prometía y no nos dio. Está llena de figuras genéricas de lo medievo-fantástico, con efectos especiales bastante malos y rodado con inapetencia por el noruego Tommy Wirkola (“Dead Snow”), la narración funciona parcialmente, manteniendo en ciertos puntos un brillo suficiente (las espectaculares peleas) para no rompero el pacto con el espectador. Sólo se hace entretenida a medio gas, sin perder, por supuesto, el valor de ser totalmente inocua, dejando una sensación de correcta mediocridad en el resultado de la suma de sus partes. No es por sus incoherencias internas, el steampunk estético y unas brujas mal maquilladas que podrían hacer las delicias de los fans de la estética de Victoria Francés son algo encomiable, es más por la escasez y baja calidad del humor paródico que esperábamos de esos carteles. Pero bueno, no produce vergüenza ajena, y esto a veces es suficiente.
El postmodernismo desganado
Una imagen se queda pendida al final. Durante toda la película se nos ha expuesto los porqués de la maldad de las brujas, las excusas para esta guerra contra ellas. Y entonces, después de que el nuevo grupo de luchadores encuentre a una hechicera que no les ha hecho nada observamos cómo en el único momento en el que sale en cámara una vagina (lleva unas bragas) le acaban de dar una paliza, literalmente, de muerte. Así que recuerda, las mujeres buenas llevan pantalones, y las malas siempre faldas. Y, como vemos a lo largo de esta obra, en caso de que quieras rebelarte contra esto, la herejía se castigará con la muerte.
Frases destacadas:
Hansel: Cualquiera con dos dedos de frente saría que no es una bruja.
Muriel: Hasta tu Dios sabe que no puede venir aquí.
Muriel: La puta de vuestra madre...
Gretel: Unas varitas no podrán protegerlas. Necesitamos algo para bendecir.
Hansel: Pase lo que pase no os comáis las putas chuches.