Mar. Mar 19th, 2024

Drama cuyo montaje salta en el tiempo para relatarnos desde el dolor humano la historia de la China contemporánea

La filmografía de Wang Xiaoshuai se caracteriza por fundir en dolor y desesperanza la situación de la China actual, heredera de su pasado reciente, con el carácter  atormentado y disfuncional de la familia en semejante contexto. Y quizás sea esta «Hasta siempre, hijo mío», una especie de compendio temático de sus preocupaciones e inquietudes cinematográficas. Desde luego, su extensa duración, que se eleva hasta los casi 180 minutos, atestiguan una ambición que sueña con abordar distintas perspectivas vitales enfocadas desde diversas índoles.

El filme se abre con la fatídica muerte de un niño, hecho trascendental que marcará la esencia de los personajes a lo largo del relato. Lo hará salteando en el tiempo, valiéndose del montaje para mostrarnos realidades presentes, pasadas y futuras de un matrimonio que ha vivido y sufrido la política del hijo único. Que ha malvivido durante la revolución cultural y que ha padecido la abertura a la economia de mercado socialista. La dejadez de las instituciones y la censura han pasado factura en los corazones de quienes han intentado imponer su impulso vital por encima de las adversidades.

El filme no solo se vuelca en la cartografía emocional del momento, sino que bucea dentro de la sociedad, abriendo caminos hacia otros matrimonios, ojeando la realidad que viven ciertas personas que podrían representar a millones de sus compatriotas. Porque si bien se relata el dolor, también se atreve a inmiscuirse en el peso de la culpa. En la insensatez de quien necesita saberse perdonado y la degradación moral de quien se siente un sustituto de algo que ya nunca volverá.

Es en definitiva este un trabajo arduo, que juega con su montaje con tal de llegar al espectador mediante pequeños retazos de una vida. Un compendio que el público deberá ordenar en su cabeza. Muestra el cineasta de nuevo, como ya adelantábamos, temáticas recurrentes en su obra, veáse la familia disfuncional con elementos interpuestos, la necesidad de abandonar la zona natal, ya retratado en «Sueños de Shangai» (2005), o la idea de revertir la política del hijo único con tal de ayudar al primero, o en realidad, a los mismos padres, de «In Love We Trust» (2007). La finalidad de todo este torbellino de  temáticas y reflexiones emocionales será la de desnudar la realidad de la China de las últimas décadas vistas desde una perspectiva plenamente humana. Confrontar la idea política que rige la vida de millones de personas y como su función práctica es sufrida por aquellas marionetas que poco o nada tienen que decir ante la imposición estatal. Un retrato del dolor y de la miseria de quien vive una desgracia insalvable, cuya evolución con los años no podrá consolarse ni llegará a variar en demasía, sintinéndose siempre marcados por la negligencia, por la desgracia terrible de perder a un hijo.

Frases destacadas:

  • «Padrinos, tengo que contaros una cosa»
  • «Discúlpate con tu madre»

Tráiler de «Hasta siempre, hijo mío»:

Por Luis Suñer

Graduado en Humanidades, crítico de cine y muerto de hambre en general.

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