Mar. Mar 19th, 2024

Matías Piñeiro nos deja una cinta que significa un punt de inflexión en su trayectoria como cineasta

Matías Piñeiro procede de esa fantástica generación de cineastas que da a luz desde hace años un centro de formación llamado Universidad del cine, ubicado en Buenos Aires. Así, en su primer largometraje, «El hombre robado» (2007), rodado en blanco y negro, su director mostraba ya inquietudes y aspectos formales, como el uso de planos largos y cerrados sobre sus personajes, una milimétrica planificación o, incluso, otros como dotar a la palabra de una necesidad vital de exteriorizarse fielmente a las fuentes literarias de las que bebe, de modo que se sugiere con la misma vitalidad que traspira en que en aquellas. Estas son algunas de las características que definieron películas como «Viola» (2012) o «La princesa de Francia» (2014).

«Hermia & Helena» (2016) narra la historia de Camila (Agustina Muñoz), una joven directora de teatro argentino que viaja desde Buenos Aires a Nueva York para asistir a una residencia artística y traducir al español Sueño de una noche de verano, la obra de Shakespeare. A su llegada a Nueva York, empieza a recibir una serie de misteriosas postales.

La función de la palabra, aquí relegada ligeramente a un segundo plano, nunca fue sustituir, porque los recursos cinematográficos para Piñeiro han mantenido siempre todo su vigor. La palabra sirve a Piñeiro para tender puentes de unión entre diferentes artes o disciplinas como el cine, teatro y literatura, sin que sus planos, composiciones o coreografías pierdan su fuerza visual. Si la palabra en las obras precedentes de Piñeiro ha servido de puente entre diferentes artes, «Hermia & Helena« viene a cumplir esta función entre las diferentes obras que componen la filmografía del director argentino. El filme puede verse así, como una película de transición, la cual a través de su forma, con la impronta de un marcado carácter narrativo, pone de manifiesto un avance inequívoco en busca de nuevos signos de identidad de su autor y servirá para abrir nuevos caminos y nexos de unión entre sus propias obras. Sin duda, parece que «Hermia & Helena« se verá en el futuro como una película bisagra.

Hermia-Helena-Imagen

Uno de los aspectos más significativos es el modo en que Piñeiro introdujo la repetición en sus películas y cómo generaba significado a través de ella. Esta característica, junto con otras ya citadas, se ha rehusado utilizar en esta ocasión. La estructura repetitiva de filmes anteriores ha derivado en «Hermia & Helena», en gran parte a través motivado por una serie de decisiones de montaje, en una estructura más compleja de idas y venidas desde Buenos Aires a Nueva York y viceversa, lo que ha generado la necesidad de precisar otros aspectos que en películas anteriores no era tan importante.

Otros aspectos que han puesto de manifiesto el amor de Piñeiro a la variación, son aquellos que ha sometido a modificación en esta ocasión y que eran habituales. El paso a rodar en dos ciudades e idiomas diferentes, un mayor protagonismo de los silencios, la necesidad de un mayor metraje dado el carácter narrativo del filme, como nos indica su director en la entrevista que le hemos realizado, o la ausencia de una compañía de teatro en la que los personajes trabajen en la preparación de una obra.

Sin embargo, la apariencia lúdica y ligera que revisten estas películas, es solo eso, una mera apariencia, ya que en realidad ocultan una serie de ideas muy definidas de un cineasta sobre un modo de entender el cine, como es el gusto por la planificación y la valentía y arrojo a la hora de rodar, haciéndolo sin planos de seguridad, por ejemplo.

Por último, conviene fijarse en la pasión que muestra Agustina Muñoz a través de sus miradas en los diferentes encuentros que mantiene.

Tráiler de «Hermia & Helena»:

 

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