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“IKARIE XB1” supuso una adaptación de la literatura soviética de ciencia ficción y un avance hacia la madurez cinematográfica del género

Capricci Films lo ha vuelto a hacer. Tras estrenar el pasado año “Mysterious Object at Noon” (Apichatpong Weerasethakul, 2000) y “Sayat Nova” (Sergei Parajanov, 1968), la distribuidora vuelve a recordar que un estreno no tiene porque estar más ligado a la actualidad que a la necesidad. Siguiendo esta filosofía, este viernes 21 de julio de 2017 (con pre-estrenos el día anterior en Madrid y Barcelona) llega a la cartelera “IKARIE XB1” (Jindrich Polák, 1963).

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Situada en un tiempo casi dos siglos posterior a su fecha de producción, la película de Polák se centra en el viaje y la convivencia de una numerosa tripulación, mixta e intergeneracional, en su misión de 22 meses (15 años terrestres) a Alpha Centauri, con el propósito de encontrar otras formas de vida. Pese a ser de 1963, un año después de “The Sun in a Net” (Stefan Uher, 1962) y uno antes de “Concurso” (Milos Forman, 1964), las dos auténticas obras madre de lo que se llamaría Nueva Ola Checoslovaca, la película de Polák se puede situar, sin ser esto negativo, dentro de todos los preceptos contra los que luchaba está nueva ola, el llamado realismo socialista. Estamos, por tanto, en una película de fuerte carácter soviético donde el protagonismo es compartido y las individualidades se reducen a favor de una masa actante donde toda la tripulación actúa como personaje uniforme salvo pequeñas salvedades anecdóticas. Siendo esta, quizás, la principal diferencia entre los conceptos del cine de aventuras (espaciales) soviético y el occidental; podemos encontrar en “IKARIE XB1” ese desapego y falta de introspección en la vida sentimental de sus personajes que dota a la narración de una capacidad de reflexión mayor y más limpia. Así, esta aventura en busca de vida es precisamente eso, un relato sobre la inmensidad del universo y nuestra falta de conocimiento (no individual sino como colectivo), acerca de él.

Sí comparamos dos obras de sobra conocidas y erróneamente emparejadas, “2001, una odisea en el espacio” (Stanley Kubrick, 1968) e “Interstellar” (Christopher Nolan, 214), y recordamos el énfasis que uno u otro director dota a la importancia melodramática de los individuos de sus relatos (el rostro descompuesto en lagrimas de Matthew McConaughey frente a la expresión de impertérrita perfección de Keir Dullea), tenemos un claro ejemplo tanto de ambos arquetipos narrativos como de porque dicen que esta desconocida película checa fue una de las principales inspiraciones, estéticas y narrativas, para la cinta de Kubrick. Al igual que en las obras de los grandes escritores soviéticos del género -Isaac Asimov, ruso nacionalizado estadounidense, y muy especialmente Stanislaw Lem, autor de “La nube de Magallanes” (1955), la obra en la que se basa la película, y firmante de otras cumbres del género como “Ciberíada” (1965) y “Solaris” (1961)- el devenir de los personajes solo es la base para reflexionar sobre la pequeñez de la existencia frente al universo para luego crecer en base a este conocimiento. Muchos consideraron la adaptación de “Solaris” de Andrei Tarkovski en 1972 una respuesta soviética a la maestría desplegada por la producción inglesa de Kubrick pero basta ver “IKARIE XB1” para entender que la sobriedad simétrica y minimalista del diseño artístico sumada a la frialdad reflexiva (despersonalizada y por tanto universalizada) del americano eran ya parte de una tradición formada dentro del género al otro lado del muro.

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En consecuencia, la obra de Polák demuestra mucho más que el que las videollamadas no las inventara “2001, una odisea en el espacio” de forma visionaria (podríamos irnos hasta “Tiempos modernos” de Charles Chaplin en 1936 y seguro que más atrás si pasamos a la literatura) o que todos los grandes autores tienen fuentes de las que tomar ideas y no por ello son menos geniales, sino que la maduración de todo un género nunca existió como tal salvo en esa escasa porción terrestre que asimilamos demasiado a menudo con la totalidad del universo, el mundo occidental. Volver a ver “IKARIE XB1” y llegar a su escena cumbre -en la que la nave se encuentra en los confines de lo imaginable con otro transporte humano, desconocido para ellos y con siglos de antigüedad, lleno de cadáveres alimentados por la traición y el egoísmo-, provoca que nos acordemos de lo pequeños que somos pero también de que debemos ser más grandes si no queremos convertirnos, como diría otro clásico del género, en lagrimas en la lluvia.

Frases destacadas de “IKARIE XB1”:

Nota: Podrían ser muchas las aquí recogidas pero hay una que, por su peso simbólico merece ir sola y descubrir su contexto y lecturas con el visionado de esta obra de culto.

  • Michal: La Tierra no existe.

Trailer de “IKARIE XB1”:

Por Rafael S. Casademont

Graduado en Comunicación audiovisual. Estudiante de postgrado con camino doctoral, estudios en cine. Cortometrajista a veces, más cinéfilo que cineasta. Loco del cine checo, amante del cine japonés, de Charlie Chaplin y de todo lo que me haga disfrutar y sufrir en una sala de cine.

2 comentarios en ««Ikarie XB1» Y el futuro que mira al pasado»

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