Siguiendo la estela de “300” Tarsem Singh dirige una floja, aburrida, pretenciosa e intrascendente revisión de la Grecia clásica.
Si bien estéticamente tiene sus puntos interesantes, resulta insufrible ya desde su planteamiento: las fuerzas del mal contra las del bien. La luz contra la oscuridad. Un héroe surge de donde menos se espera para combatir y salvar a la humanidad de un destino cruel. Esto ya lo he vivido. Y, ojo, no sería ningún problema si el guion acompañase, los personajes fueran interesantes y atrayentes, si la acción fuese excitante, las aventuras emocionantes y, bueno, tuviese los elementos que se le presuponen a un producto que avisa en un prólogo lleno de tópicos que dioses, titanes, guerreros y batallas épicas van a colmar la pantalla durante casi dos horas. Pero no sucede así.
De los productores de aquel visionario Snyder llega una cinta muy imaginativa en el apartado visual que no recoge los aciertos de Leonidas y sus chicos. Tarsem, obviamente, deleita al espectador con unas composiciones deliciosas de colores saturados con las que crea espacios oníricos llenos de elementos fantásticos y sorprendentes pero que, desgraciadamente, no basta para sostener el conjunto; no estamos ante un nuevo “The Fall” ni muchísimo menos. Esta vez la estética estaba al servicio de la historia y no al revés.
Y qué historia. La filosofía de baratillo que impregna todo el metraje es ya una vieja conocida por todos, muy habitual en películas de corte épico-fantástico, pero en Immortals se combina, además, con unos diálogos de agárrate y no te menees. No son solo las habituales líneas frustrantes explicando y volviendo explicar lo obvio o lo que se puede entender de otro modo sino también, por poner un ejemplo, esa arenga previa a la batalla final en la que se repite la palabra “lucha” más que en un concierto de power metal en el que, de todas formas, el frontman del grupo declamaría con más pasión y confianza, transmitiendo un millón de veces más que nuestro protagonista Henry Cavill. No es que sea lo peor que hemos oído nunca pero tela marinera.
Como apuntábamos antes, la acción es escasa y la mitad de toda ella se ha visto o bien en el trailer o bien en algún avance, lo cual, para aquel espectador que vaya buscando mucho más en este apartado, es una tremenda decepción. Mickey Rourke, eso sí, no defrauda y con su casco de tijereta hará las delicias de sus seguidores y de todos los amigos de los malos más malos de la serie B el rato que aparece en pantalla, como tampoco defrauda, menuda novedad, John Hurt en un papel pequeñito.
Lo mejor de todo es que la película ya ha recuperado la inversión y con un epílogo muy lógico todo queda preparadito para segundas partes, que si nunca fueron buenas esta vez no queremos saber hasta qué límites puede ser cierto el dicho.
Frases destacadas de «Inmortals»:
- Atenea: «¡Padre!»
- Zeus: «Atenea»
- Atenea: «¡Zeus!!»
- Teseo: «¡Luchad por vuestros hijos! ¡Luchad por vuestro futuro! ¡Luchad para que vuestro nombre sobreviva! ¡Luchad por la inmortalidad!»
Calificación: 2
Menuda bobada de peli. La ví hoy y bueno, no se puede decir que me llevase una decepción, porque ya me imaginaba que iba a ser una bazofia, pero hay cosas que me esperaba que iban a saber resolver con más estilo. Lo peor de todo son los actores que interpretan a los dioses, al menos en esa estupidez de película que es la nueva versión de «Furia de titanes», tenían a Liam Neeson haciendo de Zeus, pero en esta escogieron la opción de actores guapísimos y jovenzuelos para interpretar dioses que se supone que deben parecer sabios y que en realidad parecen modelos de calvin klein. Lamentable.
Me ha llamado la atención escuchar a los críticos radiofónicos decir que esta película nos trae el mundo de la mitología grecolatina… La verdad es que que el guionista ha metido en la «minipimer» todo lo que le sonaba a mítico y como resultado ha quedado esto que he presenciado esta tarde: una película de maromos en calzoncillos zurrándose de lo lindo… Ciertamente no sé todavía de qué iba la peli, ni qué movía a los personajes a darse tantas cuchilladas, ni mucho menos por qué había sibilas en la mítica Grecia, si es que esto pudiera ni siquiera existir en la imaginación de Homero, cuando éstas eran latinas. Hasta el martillo de Thor, y un Zeus, mitad Wotan, mitad macizo de anuncio de CK deleitan la pantalla poniendo en escena la Walkiria de Wagner. El cacao mental es tal, que lo único que queda tras la proyección es un profundo dolor de cabeza… Vamos, ni si quiera el rollo new age final mitraico-cristiano, salvan una peli que hará mucho dinero, pero que dentro de una década nadie se acordará de ella, salvo quienes la rodaron…