Se estrena este thriller psicológico belga que muestra los extremos a los que puede llevar el amor a un hijo.
El tercer largometraje para el cine de Olivier Masset-Depasse (que en nuestro país puede tener cierto reconocimiento por su telefilm de Canal + «Santuario» -2015-, sobre los atentados de ETA desde el punto de vista francés), «Instinto maternal», está basado en la novela de Barbara Abel Derrière la haine, que cuenta la historia de dos parejas de amigos y vecinos, con dos hijos de la misma edad que han crecido como hermanos, cuya armónica conveniencia se volverá insostenible tras la muerte de uno de ellos. Situada en los años 60 en un barrio de clase acomodada de las afueras de Bruselas, la película es un trabajo clásico en torno a la venganza y la enajenación, en cuyo academicismo no reside, ni mucho menos, el mayor de sus problemas.
Tomar el nombre de Hitchcock en vano
La revista estadounidense Variety dijo del filme de Masset-Depasse que «recuerda al mejor Hitchcock». Y es que poco tiene que ver el título que se le ha dado en castellano (aunque es cierto que ese instinto maternal es el hace que se desarrolle la trama), con el original «Duelles», que hace referencia a ese juego de dobles y espejos en el que nunca se sabe qué es real y qué no, el cual sí que recuerda al maestro británico, así como la importancia de la mirada y el punto de vista; todo ello llevado a un extremo más delirante entroncaría más con el cine de Brian de Palma, mientras que el interés por los espacios cerrados es más polanskiano. Veerle Baetens (conocida por «Alabama Monroe» -2013-) y Anne Coesens (que ya protagonizó junto al director «Illégal» -2010-) dan vida a las dos sufridas madres con vidas y casas similares hasta que la tragedia hace su aparición, conduciendo a un costumbrismo paranoide que, aunque sin su agradecido humor negro, puede remitir a la reciente cinta islandesa «Buenos vecinos» (2017).
Con todos estos referentes, «Instinto maternal» no evoca la maestría de ninguno de ellos, ya que, pese a su intención de ser un thriller psicológico, no es capaz de crear una mínima ambientación más allá de los reiterados ralenties y algunos abigarrados e innecesarios movimientos de cámara (hay toques pop en su colorismo, pero que van quedando poco a poco reducidos a algunos neones algo forzados), o de la descriptiva música de Renaud Mayeur y Fréderic Vercheval, que pasan de emular a Bernard Herrmann a imitar a autores más actuales como Dario Marianelli o Nicholas Britell. El filme es en general tan atonal como su banda sonora, acabando por decantarse por el drama tremendista (la espiral de muertes y desgracias llegan a provocar momentos involuntariamente cómicos) más que por la intriga. El resultado en un producto de aire televisivo que concluye de una manera tan inverosímil como dulcificada, en comparación con todos los oscuros acontecimientos previos, sin un claro sentido. Lástima que una cinta con posibilidades se quede solo en el intento.
Frases destacadas:
- Alice: Soy una mala madre.
- Céline: Eres una gran madre, y una amiga maravillosa.
- Theo: ¿Significa que le meterán en un agujero y no le volveremos a ver?
- Alice: Quiere vengarse, me da miedo esa mujer.
- Simon: Estás perdiendo la noción de la realidad.