Esta nueva entrega posee un todo distinto y pone de relevancia los grandes males de la sociedad actual: el fanatismo, el odio, la falta de empatía, la homofobia, el abuso infantil o la violencia de género.
El mal regresa a Derry
«IT» es posiblemente uno de los más complejos relatos de Stephen King. Los mejores largometrajes de terror son aquellos que hablan o denuncian problemas de la sociedad actual. Los responsables de esta adaptación cinematográfica son Andy Muschietti, director de “Mamá”, y Gary Dauberman, guionista de “La Monja” o el universo “Annabelle”. Estos han optado por la modalidad de díptico. El eje central está protagonizado por una criatura que viene del espacio para alimentarse de seres humanos. Al final del primer capítulo vemos como ese grupo de amigos de la infancia luchan contra ese ser y la batalla parece que la han ganado, pero realmente ha quedado en tablas, porque se ha cerrado el ciclo de la criatura. La segunda parte arranca 27 años después, cuando despierta de su letargo el extraterrestre. Eso les permite hablar del primer tema importante: el paso del tiempo, la memoria y el olvido. Mike Hanlon llama por teléfono a todos los miembros del club de los perdedores. Su objetivo es recordarles que hicieron un juramento y que deben regresar a Derry. El motivo es que IT ha comenzado a matar de nuevo. Este crimen sirve a sus creadores para denunciar otro de los grandes problemas de la sociedad actual: la homofobia. Los distintos caminos que tomaron cada miembro del grupo convergen en la figura de Mike, que se ha convertido en el bibliotecario del pueblo. Es el único de ellos que recuerda todo, es más, sabe que deben hacer para poder acabar con este sanguinario ser. Posee el conocimiento. Es el chamán de la tribu.
Cada uno, en su momento, escondió un objeto en distintos lugares que les permitirá evocar el miedo al que deben enfrentarse, de ahí, que el mal posea distintas caras. Todos tenemos miedos tan variopintos como el abuso infantil, a padecer enfermedades, a enfrentarse a la propia vida o la asunción de tu verdadera identidad sexual. Es ahí donde surgen los pilares de la verdadera amistad y el poder de la voluntad humana. De tal forma que el relato adquiere una plusvalía. Si en el primer capítulo jugaba la baza de la nostalgia, aquí juega con la emotividad y los sentimientos. Eso llevará a unos espectadores a debatir qué capítulo le ha gustado más, si el primero o el segundo. El segundo se erige como un episodio más adulto, más poliédrico, una metáfora de la vida misma. Cada uno deberá enfrentarse a un problema distinto, pero como dice el dicho: la unión hace la fuerza. Entre todos deberán luchar para vivir un día más, superar sus problemas y dejar patente hasta dónde llega la voluntad humana.
Algo más que una película de terror
Muschietti y Dauberman se toman tres horas para poder dar coherencia a todo el conjunto, de tal forma que no quede una narración atropellada. Además, tienen claro que esto es una historia de terror. Mantiene los estándares de calidad de la primera entrega. Posee una factura impecable. Los efectos digitales están al servicio de la narración. Bill Skarsgård, que da vida a Pennywise, mantiene su perfil inquietante y turbio. Muschietti sabe crear atmósferas amenazadoras y es oportuno a la hora de asustar al espectador. Consigue articular todos los elementos argumentales dotando al relato de un gran ritmo, al carece de tiempos muertos y caben los guiños a los recuerdos colectivos de la infancia como las películas, pongan atención a la marquesina del cine Capitol que está en la calle principal de Derry, no damos más pistas, o los vídeojuegos de Street Fighter.
Jessica Chastain, James McAvoy, Bill Hader, Isaiah Mustafa, Jay Ryan, James Ransone y Andy Bean son los encargados de dar vida al club de los perdedores en su versión adulta. Todo el elenco está magnífico. Destacando tanto la labor del departamento de casting por el tremendo parecido entre los adultos y los niños, así como la del director al saber integrar las actuaciones de los actores, de tal modo que vemos las mismas gestualidades en ambas etapas de la vida en cada personaje.
Estamos ante un filme comercial de terror muy entretenido, con una factura excelente. Digo lo de comercial, porque al igual que en la adaptación de Wallace falta explicar de veras el motivo que les une, el sexo con Beverly. Sus creadores han sido inteligentes y, en lugar de darnos más de lo mismo en este nuevo episodio, deciden darle un tono distinto, totalmente barroco en oposición al primero que era más luminoso, porque trataba sobre la niñez. Facilitan que el espectador se sienta identificado con alguno de estos perdedores. Todos tenemos o hemos tenido un grupo de amigos con el que vivimos grandes aventuras, y del que nos sentimos totalmente orgullosos de pertenecer. En resumen, no hay nada nuevo bajo el sol. Tanto el novelista como los responsables de esta adaptación de «IT» nos hablan de temas recurrentes en el séptimo arte. En el primer capítulo nos hablaban del viaje iniciático de este grupo de amigos y la pérdida de la inocencia. Y en esta segunda parte del díptico vemos como estos personajes descienden a los infiernos como Orfeo, para regresar con más sabiduría, no exenta de cierta dosis de melancolía y tristeza por lo que han perdido por el camino.
Frases destacadas:
- Abuela: “Ya sabes lo que dicen de Derry: cuando alguien muere no muere de verdad.”
- Bill: “Podemos hacerlo, pero debemos estar unidos.”
- Mike: “No podemos dejar que ocurra de nuevo.”
- Bill: “Somos perdedores y siempre lo seremos.”
- Mike: “Lo bueno que tiene ser un perdedor es que no tienes nada que perder.”