«Sólo hace falta una persona para empezar una revolución». «Enciende tu mente». Así rezan dos de los taglines con que se está publicitando Jobs, el biopic dirigido por Joshua Michael Stern sobre la vida del recientemente difunto fundador de Apple.
Hace no mucho que el libro de Thomas Frank, «La conquista de lo cool» («El negocio de la cultura y la contracultura y el nacimiento del consumismo moderno»), nos recordaba los cambios en el paradigma que supusieron las revoluciones del 68 en todo el mundo pero, más concretamente lo que supuso para el panorama empresarial estadounidense (y que mucho tiene que ver esto con la figura de Steve Jobs, más que un hombre una idea): la transgresión que aclamaban los melenudos de pantalones acampanados en las calles tuvieron como consecuencia que los mismos ejecutivos, yuppies, jóvenes creadores y demás fauna del mundo comercial adoptasen las consignas, aprehendiesen el ideario, pero tan sólo para adaptarlo al devenir en clave capitalista (mayor competencia, mayor grandilocuencia, tácticas agresivas y márketing para todo). Porque el cool es hipnótico y seductor, y por eso también un concepto muy peligroso. Y, seamos sinceros, ¿acaso hay algo más cool que Apple?
Justo al inicio de la película, cuando vemos los pies descalzos de Ashton Kutcher (una imitación mímica decente, no tanto como el aspecto del actor en comparación con el creador en sí) paseándose por el campus de la universidad Reed College que tanto aburrió a Steve, antes incluso de que le veamos en su época más hippie resumida en forma de ácidos y un ascético viaje a la India, ya sabemos cual es el mensaje: Jobs era un verso libre, un espíritu genial. Sobre esa idea se centra este biopic tradicional que, sin obviar las inequívocas maldades de su protagonista, en ocasiones roza la hagiografía. Veremos algunos hitos y tropiezos de la vida del pionero (la elección de los mismos parece interesada, sin ser esto negativo), en concreto aquellos donde su constante egolatría y su falta de escrúpulos reflejan la cara más vista del icono (¡ah!, el genio atormentado, el creador incomprendido). Sin embargo, no parece baladí comparar este proyecto (arrastrado por el interés de su muerte) con el docudrama Piratas de Silicon Valey, más acertado en lo tocante al relato histórico (y conceptual) sobre los inicios de las computadoras personales encarnado en la batalla personal de las visiones de Bill Gates y Jobs. Donde Piratas se basa en la realidad, Jobs nos habla de la creación del mito.
Pero más allá de eso esta obra, como película, es altamente irregular. Con destellos y con cuotas de vergüenza ajena muy altas en cuanto surge la vena sensiblera, que irremediablemente nos alejan de la buena senda en la que se intenta construir la historia (más que nada cada vez que se desvía de la vertiente profesional de la vida de Jobs). De buscarle alguna bondad es reseñable destacar cómo consiguen, en esas escenas plagadas de venta de humo (eslóganes inspiracionales y lemas publicitarios mediante) que no decaiga el sentimiento de mimo magnificente hacia el mesiánico creador, mientras en lo subterráneo, por los poros de la historia del retrato nos queda constancia de que más que un revolucionario es un avaro oportunista. Es justo el equilibrio entre la alabanza y reproche/desprestigio a la arrogante figura total a la vez que se intenta recoger todo lo bueno y lo malo que significó para la humanidad la ascensión de su modelo (por su nombre: ideología o filosofía, dependiendo a quién preguntes). No, no parecía un gol fácil, y se podría decir que Joshua Michael Stern lo ha conseguido.
Sí, definitivamente hay algo más «cool» que Apple y ‘Jobs’:La crítica de cine seria. La auténtica crítica de cine. Y ésto no lo es.
Honestamente, Déjelo.
Aplaudo el biopic a pesar de las críticas más bien negativas. Porque no deja de ser contradictorio que se zarandee a este visionario con un iPhone en el bolsillo y demás gadgets suyos en casa. Los geks se quejan de que el biopic no dedique más atención al viaje de 7 meses a la India de Jobs, influenciado por la lectura de «Autobiografía de un Yogui», libro que sí sale en la escena de Nueva Delhi. Esta aventura trascendental cambiaría para siempre su visión del mundo y unos años más tarde la forma de comunicarnos y conocer. También destacaría el trabajo de caracterización de Kutcher. Se ha volcado para ofrece la imagen más emocional de iObs.