Sátira sobre el nazismo desde los ojos de un niño que se torna convencional
«Jojo Rabbit» se abre con fuerza, valiente, atreviéndose a mezclar escenas de archivo donde turbas de nazis levantan su mano en saludo al führer montadas sobre el I Want To Hold Your Hand de The Beattles. Un claro ejemplo del estilo en cierta manera desenfadado de abordar el tema al que se enfrenta. Y durante los primeros minutos del metraje, lo logra. Las primeras secuencias, nos muestran por un lado la presentación del personaje principal, Johannes, más conocido como Jojo, un niño de diez años de las juventudes hitlerianas con un amigo imaginario muy particular. Hemos visto parodiar a Hitler en muchas ocasiones en la gran pantalla. Desde la chabacanería más absurda como en filmes de serie B del estilo «Los surfistas nazis deben morir» (Peter George, 1987) a cintas más preocupadas por el estado actual de Europa como «Ha vuelto» (David Wnendt, 2015), pasando por un clásico de la sátira como «El gran dictador» (Charles Chaplin, 1940). En este caso, el propio director de la película que nos atañe, Taika Waititi, da vida al genocida habitado en la mente del joven protagonista. Lo hace con sorna, con ánimo de ridicilizarlo hasta el extremo, lo cual consigue con éxito, y mostrarlo como un elemento de persuasión y perversión de las mentes más débiles. Y tras esta presentación, nos adentramos en un campamento de las juventudes hitlerianas donde se enseña a niños de la edad del personaje principal las inventadas maldades del pueblo judío y a combatir en la guerra. Quince minutos de disfrute donde la burla, la exageración y el absurdo se unen de la mano del humor negro, por más que esta palabra incomode a unos personajes obsesionados con ser arios.
No obstante, poco tarda la cinta en abandonar este estilo, si bien mantiene la sátira y el absurdo durante el resto del filme, para abordar temas comunes en este tipo de cintas. Siguiendo en cierta medida la estela de «La vida es bella» (Roberto Beningni, 1997), busca encontrar la humanidad y la capacidad cognitiva del ser humano para volcarse hacia el bien aun estando en un contexto fascista y de guerra marcado por la mentira, la amenaza y la muerte. Nos encontramos con el tema tan manido en el que una persona de ideas muy obtusas, sumido en las falsedades de su propia idelogía, se ve obligada a lidiar con una persona a la que se considera inferior y perniciosa debido a sus prejuicios. Y como no podía ser de otra manera, el convivir y depender de otro ser humano le obliga a descubrir que todas esas ideas preconcebidas no eran más que patrañas inculcadas desde un odio irracional.
Sin embargo, el hecho de pisar lugares comunes y apelar al sentimentalismo, no es algo que desmerezca a «Jojo Rabbit». Si bien si hubiese seguido el tono de los primeros minutos hubiese sido algo más original, tomando este camino logrará encandilar al gran público. Y lo hará por jugar bien sus cartas a la hora de generar la empatía suficiente con los personajes.
Otro elemento destacado de la película será su lograda ambientación, mostrando un gran poderío visual a la hora de enfrentarse a la toma de Berlín por parte de los aliados. Escenas muy conseguidas y estilizadas que si bien contrastan con la dirección del resto del metraje, acaban siendo dignas de todo elogio en lo que al diseño de producción se refiere.
El filme de Taika Waititi se disfruta en última instancia más desde el sentimentalismo que desde el humor, siendo en definitiva un producto más orientado al gran público en general que a quien busque una comedia de humor negro desenfadada y sin parangón.
Frases destacadas:
- «Los nazis y los judíos no pueden ser amigos».
- «No eres un nazi. Solo un niño de diez años que quiere disfrazarse de uniforme y pertener a un club».