Mar. Mar 19th, 2024

Regresa el  Almodóvar del melodrama tras unos últimos trabajos que abarcaron otros géneros.

Melodrama

Fueron muchos los que disfrutaron de esa comedia alocada tan encumbrada en la historia de nuestro cine que fue “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (1988), algo ya gestado de otras creaciones primerizas más salvajes y políticamente incorrectas como lo pueden ser “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón” (1980) o “Laberinto de pasiones” (1982). Y es precisamente por este legado que el penúltimo trabajo de Pedro Almodóvar, Los amantes pasajeros(2013), se nos antojó demasiado complaciente y contenido, valiéndose del humor chabacano sin arriesgarse del mismo modo al que nos tenía acostumbrados en largometrajes pasados. Más estimulante nos resultó sin embargo su incursión en el thriller con la hipnótica La piel que habito (2011), una recreación que jugaba con la misma gratuidad de su referencia gala “Los ojos sin rostro” (1960) del también preciosista George Franju. Pero si por algo el director que hoy nos atañe se ha forjado internacionalmente como uno de los artistas españoles más reconocidos, es por su habilidad innata de dotar de un barroquismo folclórico, en ocasiones llegando a lo grosero y a la ordinariez, al melodrama ligado al poderío de unas imágenes poéticas cargadas de sentimiento. Así pues, hitos como “Todo sobre mi madre” (1999), “Hable con ella” (2002) o “Volver” (2006), han cosechado grandes éxitos tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Fue en 2009 con “Los abrazos rotos” cuando disfrutamos del último melodrama propiamente dicho firmado por el manchego, aunque en esta ocasión ya existía una vertiente similar al thriller que adelantaría lo que habría que llegar con su posterior filme anteriormente citado protagonizado por Antonio Banderas.

Y es en 2016, siete años después, que el realizador de El Deseo regresa al que es su terreno natural, el género en el que mejor es capaz de desenvolver sus armas autorales y absorber a sus espectadores en una espiral emocional edificada sobre la evocación que construye a partir de su imaginario cinematográfico.

Julieta 4

De lo rural y lo urbano, de lo familiar, del pasado, del silencio, de Julieta

“Julieta” es un filme que trata de albergar cuantiosas constantes en la filmografía de su director. Y es que debajo de la fuerza de su dirección y la sensibilidad con la que se unifica lo que vemos en sus secuencias y se monta con la música del siempre inspirado Alberto Iglesias, se respiran los sentimientos de sus protagonistas. Y todo es hilado finamente y en algunos momentos se torna forzado o débil, pero siempre eclipsando estos pequeños defectos con la potencia en la que se irradian aquellos puntos comunes que trata de narrar. Porque de nuevo volvemos al contraste entre lo rural y lo urbano, algo siempre unido a los lazos familiares. Así pues, el personaje principal del filme se moverá de un entorno a otro a tenor de lo que dictamine su corazón. Sentirá el desagrado de la actividad paterna y tratará de reivindicar el poder matriarcal, reforzando con el color la preciosa imagen del relevo generacional nieta-madre-abuela. Se volverá a distorsionar la secuencia temporal navegando entre dos aguas, la que se mantiene estancada en forma de narración que se abre hacia el pasado y la que fluye cronológicamente desvelando al público las causas  del tormento que acongoja a Julieta. Y es que Julieta es un torbellino de emociones que se mueve por las circunstancias que le ha tocado vivir, que padece por su madre, por su amiga, por su hija o por su marido, una sufridora cuya alas han sido cortadas de cuajo por el intenso choque con la realidad. Y aun así sentimos en su sufrimiento a una heroína, alguien que aún puede optar al derecho de la felicidad rompiendo su silencio. Silencio. No es casualidad que así se hubiese concebido el título original del filme. Un silencio contante en el cine del manchego y que acarrea culpa pero cuya violación nos lleva inconfundiblemente a la redención y a la apertura de una nueva vida.

La fatalidad del pasado, el compartimiento de la culpa, la imposibilidad de unificar los lazos sanguíneos, los reproches subjetivos, el reencuentro y la inevitable aparición del amor, la vida y la muerte, configuran un universo embadurnado de color, lírica y emocionalidad típica de un Almodóvar quizás menor, pero coherentemente convincente.

 Julieta 2

Frases destacadas:

  • Xuan: “Nadie se suicida porque una chica, aunque sea tan guapa como tú, no le haga caso”.
  • Marian: “La profesión de una mujer es su familia. Y si te vas de casa pasará lo de siempre”.
  • Padre de Julieta: “Recuerda que siendo mi hija, y Antia mi nieta”.
  • Ava: “Algo ha cambiado. Ahora la culpa se extendía a las tres”.
  • Julieta: “Quise que viviéramos lejos de la culpa. Y a pesar de mi silencio, te la contagié como un virus”.
  • Lorenzo: “Cuando te vi por primera vez me dije, qué mujer tan guapa y tan abatida”.
  • Bea: “Me dijo que se avergonzaba de nuestra relación”.

Tráiler de «Julieta»:

Por Luis Suñer

Graduado en Humanidades, crítico de cine y muerto de hambre en general.

2 comentarios en «“Julieta” el silencio y la culpa»

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