Denys Arcand se erige como uno de los autores más importantes por la rotundidad y solidez de su incisivo discurso.
Analizando la sociedad occidental
En “El declive del imperio americano” sostenía que la historia no es una ciencia moral, eso significa que el derecho, la compasión y la justicia son nociones ajenas a la historia. Los síntomas de ese declive son el hedonismo, que la mujer no pueda acceder a puestos de decisión, el desprecio de los ciudadanos por las instituciones y la deuda nacional incontrolable o la decadencia de las élites. Su mirada era melancólica y poseía un cariz negativo porque opinaba que el declive era inevitable. Para ello se servía de un conjunto de personajes pertenecientes a la élite académica realizando una soberbia película coral. Siguiendo la estela de este filme, con un discurso más optimista, tenemos “Las invasiones bárbaras” donde esa clase media es responsabilizada del declive de instituciones como la sanidad pública o de los sindicatos. Además, denuncia como la siguiente generación se deja llevar por el capitalismo feroz y la cultura del éxito. Eso le brindó la oportunidad de alzarse con el Oscar a la mejor película de habla no inglesa y una gran lista de premios diversos.
Ahora regresa con la demoledora, contundente y magistral “La caída del imperio americano” donde cambia de tercio para reducir el número de personajes principales a tres. Tenemos a Pierre-Paul Daoust, un joven de 36 años, que es doctor en filosofía y se gana la vida como repartidor de paquetes en una empresa de mensajería. Un día, mientras entrega un paquete, se involucra en un robo a mano armada que salda con dos muertos. Daoust tras dudar decide quedarse con el botín que asciende a millones de dólares canadienses. Eso le lleva entrar en contacto con el exconvicto Sylvain Bigras para blanquear el dinero, y con Aspasia, una prostituta de alto standing, con la que pretende aliviar sus necesidades básicas.
El poder del mercado
En los últimos años se han publicado dos libros muy curiosos: “Más Platón y menos Prozac” y “Cómo ser un estoico” firmados por Lou Marinoff y Massimo Pigliucci respectivamente. Ambos tienen en común que nos enseñan a usar la filosofía para afrontar los principales y más habituales aspectos de la vida cotidiana. El realizador canadiense hace algo parecido y construye un personaje maravilloso, Pierre-Paul Daoust, magistralmente interpretado por Alexandre Landry, y del que es imposible no enamorarse. Gracias a él, elabora un discurso vitriólico contra el capitalismo, la banca, la clase política, la sociedad de mercado, la corrupción de las instituciones, la evasión fiscal de las empresas y las élites. Hay para todos. Curiosamente con la edad este autor canadiense ha ganado en acidez, pero también en optimismo. Consigue implicar al espectador a través de una trama de suspense, que hacen de este filme una versión contemporánea de “El golpe” (George Roy Hill, 1973). También podemos encontrar en el guion elementos estructurales de grandes obras de David Mamet como “La trama” o “La casa de juegos”.
Gracias a los tres personajes, Arcand nos muestra las fisuras del sistema capitalista y como estos usan las herramientas del sistema capitalista para intentar timarla. Elabora un discurso potente, lleno de ingenio, con toques de comedia ácida a través de una retahíla de sentencias lapidarias que refutan todo el argumentario del actual marketing político y social en el que nos vemos inmersos. Hay comienzos magistrales, por ejemplo, quién no recuerda la secuencia inicial de “Pulp Fiction”. Pues este autor canadiense pone toda la carne en el asador en los primeros diez minutos de metraje, y va desarrollando esa idea progresivamente a lo largo de todo el metraje. Por todos estos motivos consideramos que “La caída del imperio americano” por méritos propios es uno de los diez mejores títulos de año, y dará mucho que hablar este filme de obligado visionado.
Frases destacadas:
- Pierre-Paul Daoust: “No hay que hablar de lo que no se sabe”
- Carla McDuff: “Lo que cuenta no es la inteligencia, es el amor”
- Sylvain Bigras: “La policía es el Estado”
- Pierre-Paul Daoust: “Estoy dispuesto a cometer un delito, pero no debe haber víctimas”
- Joseph: “Nadie es consciente de la cantidad de dinero que hay en circulación en el mundo”