En plena temporada de destacada presencia del cine alemán en nuestra cartelera, se estrena un thriller psicológico sobre la perversión de la naturaleza humana.
El segundo largometraje de Stephan Rick, basado en el best-seller homónimo de Martin Suter, está protagonizado por el conocido actor germano Moritz Bleibtreu, que interpreta a un abogado sin escrúpulos con una vida muy establecida que trabaja para una farmacéutica, pero que de pronto será consciente de las consecuencias de sus actos, y entrará en una crisis existencial con respecto a todo lo que le rodea. Con esta premisa, podríamos encontrarnos ante un nuevo drama sobre un hombre enfrentado a una gran y poderosa empresa que hará cualquier cosa por destruirle. Y algo de eso como telón de fondo sí que hay, pero, compartiendo no solo título con el famoso disco conceptual de 1973 «The Dark Side Of the Moon» de Pink Floyd (grupo al que también se hace un guiño en un momento determinado), «La cara oculta de la luna» aborda sobre todo temas en torno a la naturaleza humana, como el enfrentamiento del día a día en el apático mundo actual, la necesidad de una autonomía propia, y la fragilidad del estado mental.
La maldad innata
La expresión en latín Homo Homini Lupus (El hombre es un lobo para el hombre), hace referencia a las atrocidades que puede cometer el ser humano contra los demás, pero también contra sí mismo. Recordando de alguna manera a «Enemy» (2013) de Denis Villeneuve, el protagonista de «La cara oculta de la luna» se convertirá en su propio doble, que hace todo aquello a lo que su otro yo nunca se ha atrevido. A través del contacto con el entorno natural, explorará su lado más oscuro y violento, dando lugar a una pérdida de control que le conducirá a una perversión de su personsalidad. El punto de inflexión tiene lugar en una escena inexplicable a nivel visual: si bien Rick, sin aportar apenas novedades (incluida la consabida escena de discoteca presente en multitud de producciones europeas acuales), lleva con firmeza el relato, la escena de la setas alucinógenas, en la que la maldad del protagonista empezará a salir a la luz, se presenta de forma grotesca y risible. Con elementos similares, y la presencia también del propio Bleibtreu, Fatih Akin consiguió una secuencia de experiencia psicodélica mucho más lograda en «Im Juli» (2000), además de estar incluida en un filme más fresco y cómico. Aquí sin embargo, el tono trascendente contrasta con la simplificación de cuestiones que probablemente en la novela estén desarrolladas con más complejidad: en la película el hombre manifiesta su corrupción interna (e innata) matando gatitos o mirando intensamente a los demás. No ayuda tampoco que Bleibtreu, habitualmente eficaz en cualquier papel que se le presenta, parezca estar completamente fuera de la película, siendo sorprendentemente incapaz de transmitir las contradicciones por las que está pasando su personaje más allá del histrionismo gestual en la mayoría de las ocasiones. Por no hablar de Jürgen Prochnow como el jefe de la farmaceútica, un villano esquemático sin ningún tipo de profundidad.
Con metáforas muy obvias, especialmente las que se refieren a la animalización del protagonista, la ambientación de tono grisáceo bastante lograda (aunque quizás con excesiva niebla en su última escena), y la banda sonora de Gast Waltzing alejan sin embargo a «La cara oculta de la luna» del producto televisivo al que argumental y narrativamente iba encaminada. Es una lástima que trabajos que también tratan la cuestión de salvajismo, pero de una manera mucho más extrema y arriesgada, como por ejemplo «Wild» (Nicolette Krebitz, 2016), no puedan encontrar fácil distribución, mientras que a la que nos ocupa probablemente le haya favorecido su caracter comercial.
Frases destacadas
- Urs: Me siento como si hubiese despertado de un coma.
- Lucille: Bienvenido a la vida.
- Lucille: ¿Los abogados se preocupan por otras vidas?
- Urs: Hago cosas que nunca había hecho.
- Urs: ¿Crees que siempre he sido un monstruo?