Giulio Ricciarelli se estrena en la dirección con uno de los momentos decisivos de Alemania en un filme bien orquestado aunque carente de sorpresas.
La Segunda Guerra Mundial y más concretamente el Holocausto judío han dado mucho de sí dentro de la industria cinematográfica regalándonos grandes títulos como “La vida es bella” (Roberto Benigni), “La lista de Schindler” (Steven Spielberg) o “El pianista”(Roman Polanski) aunque siempre centrándose más en las víctimas y en el horror. “La conspiración del silencio” nos lleva a la postguerra, a un momento en el que el silencio reinaba en tierras germanas, a una generación que ignoraba qué es Auschwitz y lo que allí pasó, situación que queda muy bien retratada en la película cuando el periodista Thomas Gnielka (André Szymanski) pregunta a varios jóvenes si conocen este lugar y todos muestran sorpresa y desconcierto.
Heridas abiertas
Giulio Ricciarelli, que se estrena en el mundo de la dirección tras una larga trayectoria como actor, orquesta una historia basada en hechos reales que recoge el trabajo y esfuerzo del joven fiscal Johan Erdmann (Alexander Fehling) quien descubre, tras mucho tiempo investigando, los atroces crímenes cometidos por los nazis, esos mismos que en esos tiempos ocupan puestos influyentes en la administración, la enseñanza… Apoyado por el fiscal general lucha por llevar ante la justicia al mayor número de asesinos posible, no sin cuestionarse por el camino sus raíces y oscurecer su espíritu. Las autoridades y algunos de sus compañeros no se lo pondrán nada fácil ya que todos optan por correr un tupido velo y cicatrizar cuanto antes una herida mal curada.
Es de destacar el hecho de que el filme sea de origen alemán y no hollywoodense, dice mucho del equipo ya que ésta fue una etapa que avergonzará a este país por el resto de los siglos y, además, ¿quién mejor que ellos para hablar de lo que pasó? También se agradece que nos lleve al pasado a través de un nuevo y necesario punto de vista hasta ahora ciertamente desconocido en la gran pantalla.
Con un reparto joven y muy solvente vamos descubriendo el entramado que dio lugar al juicio de Auswitch de 1963. Alexander Fehling realiza un magnífico trabajo en su papel protagonista transmitiendo al espectador ese desasosiego, esa frustración tras alcanzar a comprender la magnitud de las atrocidades cometidas por sus compatriotas. Pero no se quedan, para nada, atrás el resto de actores. André Szymanski y Johannes Krisch completan un trio actoral muy acertado y resuelto. Las féminas Friederike Becht y Hansi Jochmann también superan con éxito su hazaña.
La cinta fluye a lo largo de 122 minutos aunque sin sorpresas, pega que puede sacarse a este director que pisa sobre seguro para llegar al mayor público posible. Buenos decorados pero una banda sonora también convencional, no emociona lo suficiente. Quedarán grabados en nuestra memoria los acordes de “La lista de Schindler” que estremecían, emocionaban… La música de Sebastián Pille aunque lo intenta, no lo logra.
Demasiadas atrocidades
Se dan algunas pinceladas de la búsqueda de dos de los más atroces instigadores de la raza área Josef Mengele y Eichmann, argumento que no se desarrolla en exceso y que bien podría haber sido sustituido del filme ya que la línea principal de indagación da para minutos de sobra. Estos dos personajes y las barbaridades que cometieron dan para otra película y sobra cuerda.
El mejor momento del metraje llega con las entrevistas a las víctimas, apenas escuchamos un relato de los muchos que aparecen, pero, no es necesario, ya que las caras de los allí presentes y el conocimiento de la historia es suficiente para crearte un nudo en la garganta y sacudirte. Y, por otro lado, la frialdad y entereza de los culpables al ser detenidos, esos primeros planos de los asesinos, sus miradas fijas y faltas de arrepentimiento hacen que Ricciarelli gane puntos.
La búsqueda insaciable de ecuanimidad de Johan Erdmann agita conciencias y destapa a esos valientes e incasables héroes que sacrificaron parte de su vida en expandir la verdad y dar justicia a todos aquellos que perecieron y a los que, con un gran vacío en el alma, sobrevivieron.
Frases destacadas de “La conspiración del silencio”
- Gnielka: “La mayor atrocidad de la humanidad se niega y se olvida”
- Fiscal general: “¿Crees que los nazis desaparecieron después de la muerte de Hitler?”
- Gnielka: “Nadie pregunta porque nadie quiere saber”
- Simon: “El país quiere maquillar la realidad, no quiere saber la verdad”
- Johan Erdmann: “Quiero que terminen las mentiras y el silencio”
- Abogado: “El hombre no ha nacido para ser un héroe ¿verdad?“
- Gnielka: “No se trata de castigar sino de las víctimas y sus historias”