Mar. Mar 19th, 2024

Wes Anderson expande su universo mágico y dulce que tanto representa su filmografía: repleto de colores vibrantes, simetrías deliciosas y personajes impecables

Un Wes Anderson auténtico

Presentada en la Sección Oficial de la 74.ª edición del Festival de Cannes, lo nuevo de Anderson mantiene una estrechísima relación con el lenguaje literario y goza de una jugabilidad cinematográfica de lo más coqueta. Apreciamos una entrega absoluta y definitiva a un estilo que envuelve con ternura un mundo encantador que remite inevitablemente a El Gran Hotel Budapest y, de alguna manera, lo reinventa. Esta vez, el director nos hace deslizar románticamente por las secciones de la ficticia revista francesa, que a su vez titula la propuesta, La crónica francesa a una velocidad hiperactiva. El film no permite detenerse ni un solo instante y es hasta el último minuto sobreestimulante. Las películas de Wes Anderson resultan siempre una carrera; existe un temor por poder seguirles el ritmo al principio, pero una vez el espectador se sincroniza con ellas es una entrega casi mecánica, improvisada e inquebrantable.

El metraje se estructura de manera sumamente periodística, obedeciendo a un orden alineado y conciso. Los personajes también responden a esta dimensión y poseen una artificiosidad virtuosa, llena de detalles y de una singularidad que se desenvuelve y  se propaga a través de las historias extremadamente ocurrentes que propone el film.  Es memorable la relación entre el torturado artista Moses Rosenthaler (interpretado por Benicio del Toro), un hombre hostil y perturbado condenado a devenir un genio, y su musa/amante Simone (Léa Seydoux), impasible frente al amor y terminantemente dominante. También es notable el último episodio, que pretende ser un reportaje gastronómico sobre el chef Nescaffier (Steve Park), pero se transforma en una historia trepidante de un secuestro, donde Anderson se permite animar parte del relato y transportar a sus espectadores a un cómic de viñetas entrañables y divertidas. Asimismo, es enternecedor el tradicional y brillante reparto que permanece inamovible frente al paso del tiempo y de qué manera ese vínculo es tan esencial como poderoso a la hora de enraizar el universo del director.

Historias que permanecen latentes

Toda y cada una de las historias que contiene el film funciona de manera  independiente y es elaborada individualmente con una delicadeza y precisión admirables, confitadas una a una. Su conjunto es un maravilloso abanico de narraciones ingeniosas y calculadas, naturalmente minimalistas y sencillas, pero dispuestas con grandiosidad. Las resoluciones simpáticas son una constante en la filmografía del cineasta, que hace converger con amabilidad y astucia las situaciones desplegadas y las resuelve positivamente con una habilidad sorprendente, proyectándolas hacia un futuro ilusionante que trasciende la diégesis. La suerte de “La crónica francesa” es experimentarlo cuatro veces, correspondientes al final de la propia cinta y los episodios que la conforman.

Wes Anderson explora las posibilidades del cine con devoción y procura no asfixiarlo. Sus propuestas son portadoras de una esperanza juguetona e inocente que no solo opera en la construcción de los personajes, sus relaciones y sus historias, sino que constituye el carácter de su filmografía, que resuena infinitamente.

Frase destacada:

  • Arthur Howitzer, Jr: «Just try to make it sound like you wrote it that way on purpose«

Tráiler oficial de «La crónica francesa»

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