Mar. Mar 19th, 2024

El filme de Martín Cuenca reflexiona sobre una de las grandes preocupaciones en transformación de nuestra sociedad con cuidada y evocadora puesta en escena.

Egoísmo gestador

La sociedad capitalista contemporánea ha cimentado grandes problemáticas alrededor de la mayor prioridad fisiológica en las nuevas generaciones. Nuestras precariedades laborales o dilemas de construcción familiar impiden o postergan lo que es una parte inherente de nuestra naturaleza animal, la cual no podemos negar: la necesidad de reproducirnos, de preservar nuestro legado. El ansia por criar, por gestar a toda costa. El filme se construye alrededor de un grupo reducido de personajes vinculados por un mismo objetivo que les destina a confrontarse: la necesidad de criar a una misma criatura que está por nacer. Un contexto tóxico de violencia. Escenario de pesadilla perfilado en un espacio de características cotidianas, un ruralismo muy cercano. Dimensión reducida campestre para un cuidado trabajo de suspense, un ejercicio turbio de tensión de espíritu clásico y elegantes formas fílmicas. Una olla a presión de rencores, vigilancias cruzadas y grandes intenciones pervertidas. Un trabajo atmosféricamente compacto, que traza una sensación malsana de peligro incluso en los momentos mas calmos. Narración de pocas localizaciones y contados personajes con suma eficacia en su entramado tonal: Ira, desconfianza y hostilidad presente en los gestos de sus personajes y en el desapacible clima del valle en el que se encuentra la casa de la discordia. Naturaleza y clima para matizar, complementar y reflejar los conflictos privados de unos personajes marcados por decisiones amorales e irrevocables. Por mucho que se sostengan acuerdos, y se pretendan argumentar las decisiones desde una comprensión paternalista, los espectadores no pueden ser engañados: todos ellos desean criar por motivaciones egoístas, y este egoísmo arrastra a actitudes despiadadas.

Feminidad displicente

La pareja interpretada por Gutiérrez y López Arnaiz cargan con el germen del dispositivo narrativo de la película, y hacen las veces de pilares sobre los que se desarrolla el conflicto narrativo de la película y la arquitectura narrativa de la convivencia tirante, pero el personaje mas fascinante de la película es el de Irene Virgüez Filippidis. Una joven que se deja inducir a una situación peliaguda sin tener muy claro lo que quiere, con motivaciones y convicciones en inestable y permanente mutación. Una niña que lidia con sus próximas preocupaciones de mujer con libertad, rebeldía o incluso deambule apático. Una mujer que se adapta a una larga convivencia fuera de su entorno de confianza, en la que no acaba de discernir ni abrazar el rol que debe adoptar. Una feminidad que evade etiquetas y construcciones, que se reflejo en sus hábitos: día y noche consume programas de citas que representan con exactitud su manera de experimentar el amor y la feminidad. Una feminidad líquida, una relación con sus facultades maternas liberadas de compromiso. Y, como no puede ser de otra manera a tierna edad, rodeada de la duda.

Lucha por la supervivencia

Sorprende muy gratamente el sabio léxico cinematográfico desde el que se enuncia el argumento de la película: planos generales con montaje interno en los que unos personajes distantes acaban dirigiéndose a una posición más adecuada para el encuadre ofrecido, leves y estilizados movimientos de cámara en un único eje en prácticamente cada plano…o incluso presentar alguna confrontación en fuera de campo, sosteniéndose en el impacto del diseño sonoro. Una limpieza visual, un entramado lingüístico ordenado y cerebral. Como pulcro y calculado son los planes de la pareja acogedora, que justifican todos sus actos desde el raciocinio, el bien sanitario o el sentido común. Sus maquinaciones buscan lo mejor para todos los implicados, y además de buscar un bien propio está ayudando a ovejas descarriadas desde una generosa solidaridad. Salirse de la ley, pero por una madura y bondadosa necesidad de diseñar el contexto mas favorable para la criatura y los implicados en su llegada. Pero tras esta fachada se esconden instintos netamente animales. Esta estrategia de balance entre el orden higiénico y el salvajismo animal es un factor magnético de la personalidad de la película. La contención de gran parte del metraje siempre deja intuir esta barbarie pulsional. Por dóciles que los cuatro implicados se quieran mostrar, todos ellos luchan en última instancia por su supervivencia y por la de la hija deseada.

Frases destacadas

  • Es mi hija.
  • No, la llevas dentro, Ser madre no es eso.

Tráiler oficial de «La hija»

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