«La isla mínima» tenemos la certeza que se convertirá en el thriller del otoño y arrasará en las venideras entregas de premios por motivos obvios.
Cualquier paralelismo con la realidad es pura coincidencia
En dos universos contiguos comenzó a fraguarse la idea de una pareja de agentes que deben investigar la desaparición de dos jóvenes en un territorio hostil y lleno de mosquitos. A veces las ideas vienen de la mano, y en lugar de conspirar sobre teorías judeo-masónicas, más bien valdría valorar cada proyecto en su peculiaridad, sobre todo teniendo en cuenta que Alberto Rodríguez comenzó a preparar este thriller antes que los de «True Detective«. La maravilla que nos trae Rodríguez no conoce horizontes y ha cuidado hasta los detalles más desapercibidos y sutiles para el ojo humano.
Crónica de un éxito anunciado
San Sebastián ha sido el primer testigo de este thriller tripulado por Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo, que nos retrotrae a la España de 1980, donde el tufo franquista sigue muy presente en el ambiente y sus acólitos todavía hacen mucho ruido. Juan (Javier Gutiérrez) y Pedro (Raúl Arévalo) son dos agentes que a causa de un expediente disciplinario se les destina a las marismas de Sevilla para investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. Ellos son polos opuestos en ideología política pero la profesionalidad la anteponen a todo y trabajan como una suma de dos. La trama se va construyendo a cada paso que dan y cada pista que se aparece, por tanto el espectador camina con ellos.
Dejando muy presente el imponente binomio Gutiérrez- Arévalo, el elenco secundario brilla con naturalidad propia (Los actores/ actrices andaluces que aparecen en las producciones de Rodríguez tienen un no sé qué que atrapa de realismo cada secuencia). Antonio de la Torre en su línea, no deja que su aparición en pantalla (por nimia que sea) pase en balde, y unos Jesús Castro (seguramente promesa revelación de 2014 tras «El Niño«) y Nerea barros a los que nadie debería perder la pista.
Un plano dice más que mil palabras
La lírica narrativa se presenta en clave artística a través de la vista y los oídos, cobrando vida propia como un personaje más que narra a los espectadores y conduce a los personajes a la siguiente fase. La música penetra en la historia con vehemencia y aunque parezca inadvertida en algunos momentos, armoniza perfectamente con cada fotograma, sintonizando con sentimientos inquietantes de la transición argumental.
La ópera prima no obstante recae sobre la fotografía. Los planos picados que muestran las marismas en su plenitud, explican sin palabras -allá donde el diálogo no llega-, toda la complejidad del caso que investigan Pedro y Juan pues no es el lugar más idóneo para buscar a gente perdida.
Enfrentarse al set de rodaje fue la mayor proeza durante la filmación, ya no sólo por la hostilidad de las marismas y sus climas bipolares sino porque tuvieron que trabajar a contrarreloj antes de que comenzara la época de cosecha de arroz.
Sin duda San Sebastían no ha ovacionado en vano todo este trabajo.
Frases destacadas de «La isla mínima»:
- Juan: «No puedes meterte con un militar y esperar una palmadita en la espalda«
- Periodista: «Mi familia se cree que soy Truman Capote«
- Rodrigo: «Debo mucho dinero y no puedo pagarlo«
- Juan: «Es una pena que no hayas traído el pijama porque vas a dormir aquí«
- Pedro: «¿Tú te fiarías de alguien como tú?«
- Alcalde: «Usted no sabe cómo se organizan aquí las cosas«
- Pedro: «Si por ti fuera todo seguiría como antes«
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