La nueva producción de Aardman Animation convierte en película la serie televisiva de «La oveja Shaun»
Aardman se decide y lleva a la gran pantalla su serie «La oveja Shaun». Esta vez Shaun, que es una oveja muy lista y muy traviesa, quiere saber lo que es tener un día libre. La ovejita de once años vive con sus compañeras de rebaño en la granja de Mossy Bottom bajo la supervisión del Granjero y de Bitzer, un perro pastor al que, si le muestras un hueso, se vuelve bastante despistado. La vida de las ovejas en la granja, como podemos observar muy bien al comienza de la película, es monótona y aburrida, de ahí los deseos de Shaun de saber lo que es tener un día libre en el que poder escapar de la rutina de todos los días. Shaun prepara un plan para conseguir despistar al Granjero y a Bitzer el perro y lo consigue. Pero los deseos no siempre acaban como uno espera.
Los acontecimientos comienzan a desmadrarse y todo se escapa de control. La caravana en la que el Granjero está durmiendo llega a la ciudad. Shaun que se siente responsable de lo ocurrido, decide ir a la ciudad en busca de su amo, pero todas las ovejas del rebaño deciden acompañarla. En la ciudad tendrán que escapar de Trumper, un feroz atrapa-animales que es el malo de la película. Además Shaun, conocerá a un perrito huérfano que se llama Slip, y que le mostrará que no todo el mundo tiene un hogar. Muchas aventuras son las que esperan a las ovejitas en la gran ciudad hasta conseguir llevar de nuevo a su amo a la Granja. ¿Conseguirán sobrevivir las ovejas en la Ciudad?
Como no podía ser de otra forma, «La oveja Shaun» sigue la tradición de todas las películas de Aardman y nos trae de la mano una buena dosis de diversión y aventuras. En el filme encontramos una serie de buenos chistes visuales, gags y una trama plagada de giros inventivos. La animación en stop-motion brillante es clave.
Llevar al cine la serie de televisión planteaba un problema, los capítulos tienen una duración de siete minutos y en ellos no hay diálogos humanos. En la serie esto no es un problema, ya que siete minutos no pueden hacerse pesados, pero ¿no sería un problema tratándose de una película de 80 minutos? ¿El público sería capaz de aguantar y mantener la atención durante tanto tiempo sin diálogos? La respuesta es que sí. Como ya ocurría con el cine mudo, si la trama engancha y a eso le sumas el humor y lo entrañables que son estas ovejitas, la atención del espectador se capta sin problema y hace que el tiempo se pase volando.
En la película también encontraremos una crítica social,incluso el peinado más absurdo se convierte en moda, gracias a las redes sociales. Y una pequeña moraleja: nadie aprecia lo que tiene hasta que lo pierde. En definitiva, un buen plan para el fin de semana y disfrutarlo con los más pequeños de la casa.