Rita Azevedo Gomes, consagrada autora portuguesa, vuelve a aunar en su arte cine y literatura de manera magistral
Si alguien ha demostrado una valía sin igual a la hora de aunar distintas artes en el medio cinematográfico es Rita Azevedo Gomes. La que empezó como ayudante de dirección de Manoel de Oliveira en «Francisca» (1981) y cuya filmografía en solitario dio el pistoletazo de salida en 1990, es gracias a la labor de Numax Distribución, la retrospectiva de Filmoteca Española en 2017 y el apoyo de medios independientes como Revista Lumière, una de las autoras más respetadas de la actualidad en nuestro país. Directora incesante en la búsqueda de nuevas vías fílmicas, ha demostrado a lo largo de su carrera un insaciable muestrario de nuevas perspectivas de entender la creación. Sus estrenos comerciales en España, como son «La venganza de una mujer» (2014) y «Correspondencias» (2016), evidencian su valía a la hora de insertar lo pictórico y lo literario en su medio de expresión. Siendo esta última un testamento epistolar, literatura filmada, o un filme escrito, un hito entendido desde el posmodernismo que casa a la perfección con la entramada temática argumental de su celebrada ópera prima «O Som da Terra Tremer» (1990).
En pos de la innovación
Si algo nos hemos encontrado a raíz de los tres últimos trabajos de la realizadora, es que, gozando de una personalidad muy definida, sus trabajos, pese a compartir una misma esencia, exploran posibilidades formales muy distintas. Así pues, «La portuguesa», adopta una frontalidad muy distinta a la vista en filmes anteriores. Se trata de una cinta histórica, una adaptación de la novela homónima de Robert Musil. Nos presenta una historia ubicada al norte de Italia, en pleno conflicto de intereses, una guerra de las que solo nos llegan las muertes. Von Ketter, lucha por el episcopado de Trento. Su matrimonio con una portuguesa y el hecho de que resida en su castillo, levanta la sospecha de los católicos, quienes la tachan de hereje. En este contexto, la cinta reflajará el devenir del tiempo, once años que transcurren en cierta manera adentrándose en los tiempos muertos. Casi como esas películas de Albert Serra que reflejan la irrelevancia literaria que no merece ser escrita. Y de hecho, algunas secuencias incluso compartirán cierto parecido con «La muerte de Luis XIV» (2016). Sobre todo en lo referente a la composición y escenografía, donde el diseño de vestuario y el punto de vista nos retrotreaerán a obras de Velázquez o pinturas flamencas. Todo ello desde el plano fijo y sostenido, alargando la secuencia, fusionando la manera de filmar con la manera de vivir el tiempo los personajes. Cabe destacar también que, al contrario que Serra, aquí sí que se hace hincapié en las escenas relevantes dentro del desarrollo de la narración, siendo de vital importancia las que reflejan las idas y venidas de von Ketter y su relación su esposa, escenas bellas y hermosas, que se viven con complacidad con el espectador. Entre estas, intercaladas encontraremos ciertas secuencias musicales, recordando levemente a lo mostrado en la indefinible pero reivindicable «Jeannette, la infancia de Juana de Arco» de Bruno Dumont.
Rita Azevedo Gomes logra introducirnos dentro de este universo plasmado en la literatura. Una novela que, pese a ser escrita en el siglo XX, nos rememora a la temática caballeresca, lo cual se deduce de ciertas decisiones argumentales. Hablamos de tales como la enfermedad ridícula del héroe, la debilidad de perder no en el campo de batalla sino ante la picadura de un insecto. Todo ello reflejando lo exótico desde la crudeza del espacio más rudo y pobre. Caminos con más malas hierbas que flores, castillos donde los elementos impostados de lujo hacia la nobleza contrastan con el ir y venir de los conejos, con la mera ruralidad.
Frases destacadas:
- «El demonio no es filósofo, porque envidia a Dios y a su creación»