Fernando Trueba reúne, dieciocho años después, a un poblado elenco de actores populares para resurgir la comedia clásica mediante la historia del cine español.
En 1998 Fernando Trueba realizaba una de sus películas de mayor éxito, “La niña de tus ojos”, una comedia coral que se valía del cine y su historia para recordarnos la estrecha colaboración hispano-alemana en los años del nazismo, también en el arte de los hermanos lumières. Con 7 Premios Goya y la consagración definitiva de Penélope Cruz, el sexo entre los personajes era el principal hilo conductor de una historia alocada que intentaba crear cierta ternura por aquel equipo de trabajadores del cine. Dieciocho años después, finalizado ya el nazismo pero en plena abertura franquista al exterior, el mismo equipo ha vuelto para encarnar los tópicos de la comedia española en un marco que, ahora, homenajea a los coqueteos que nuestra industria fascista realizó con Hollywood de la mano del productor Samuel Bronston (Algunos ejemplos de estas colaboraciones entre el productor americano y España son “Rey de Reyes” (1961), “El Cid” (1961), “55 días en Pekín” (1963) y “La caída del Imperio romano” (1964)).
Las canas cómicas de «La reina de España»
El planteamiento de Fernando Trueba a lo largo de toda la película se podría resumir en una de las frases enunciadas por el personaje de Rosa María Sardá acerca de que, en España, hacer realismo es falta de realismo. Así, solo así, se entiende la elaboración clásica de la comedia de Trueba, repleta de personajes casposos que, como en “La niña de tus ojos”, basa sus gags en el choque entre el modernismo extranjero y la españolada. De este modo, la mayoría de situaciones cómicas se establecen entre dos elementos, el homenaje paródico de figuras históricas (mayormente del cine, totalmente desmitificadas y pobladas de caricatura) y el continúo enunciado del “Spain is different”. Así, los españoles, en un gesto cómico que hasta dota de modernidad a comedias como “Ocho apellidos vascos” (Emilio Martínez-Lázaro, 2014), basan su personalidad en estar siempre excitados pese a cualquier contratiempo, en pronunciar mal el inglés y, finalmente, en ser unos cobardes llevados ante el heroísmo de forma accidental y accidentada.
Parodiando el cine del Hollywood clásico cuando ya se acercaba a su muerte, Trueba parece haber encontrado otra defunción cinematográfica. Esta no es otra que la del humor zafio pero inocente, basado en la caspa española del landismo y las suecas hasta “Los Serrano” y los episodios menos mordaces de la saga “Torrente”. En consecuencia, “La reina de España” llega algunas décadas tarde.
La Historia sale al rescate de la «La reina de España»
No se pueden ignorar, tampoco, las virtudes (algunas) que tiene esta obra. Pese a la apariencia tan vieja y desfasada que adquiere la película durante toda su metraje, se ha de destacar la multitudinaria presencia de gags a lo largo de todo el guion, todos ellos, además, recitados por caras conocidas. Ello contribuye al alto ritmo cómico de la película cuya ligereza formal acaba por crear un artificio al que no se le puede negar su valor como entretenido producto audiovisual, coronado por la aparición del siempre estelar Carlos Areces.
Pese a que “La reina de España” podría caer en el siempre engañoso adjetivo de película mala, especialmente, si uno atiende a los logros del cine español de los últimos veinte años (los que separan una primera parte de otra), siempre es satisfactorio descubrir, bajo cualquier texto cómico, diversas capas de interesante información que convierten a la localización histórica de la obra en su único elemento francamente destacable. Aunque la parodia de John Ford (con algunos toques de Nicholas Ray) en el personaje de John Scott resulte hiriente, homenajes al fascinante trabajo de Emilio Ruiz del Río, así como los diálogos entorno a lo más orgásmico de la cinefilia clásica (de Cary Grant a Rita Hayworth) suponen, por delante de los gags, un elemento disfrutable del relato. Por encima de la comedia y de la cinefilia, en la película se enuncian temas como los prisioneros del tardofranquismo y su explotación en la inmunda construcción del Valle de los caídos. Finalmente, el paso del régimen franquista en su alianza nazi de “La niña de tus ojos” al régimen pseudofascista del Hollywood (para los nazis, un auténtico “nido de judíos”) del Macarthismo conforma la más estimulante, inteligente y amplia aportación cómica de la nueva obra de Trueba mediante el metarelato que forman la unión de ambas películas superpuestas. Una adaptación histórica chaquetera, de país de pandereta, cuyo fuerza irónica sí acierta a transmitir con éxito un relato cómico y mordaz de España, de la esencia de un país que siempre ha pasado del blanco al negro sin saber ser nunca gris.
Frases destacadas de «La reina de España»
- Rosa Rosales – Hacer realismo en España en falta de realismo.
- Leo – Son americanos, claro que hacen americanadas, otros, españoladas, alemanadas, etc.
- Leo – ¡Saludos camarada!
- Macarena Granada – Lo que usted diga me lo pasó yo por el coño.
- Castillo – Una cosa es que todos le debamos mucha y otra jugarnos la vida.
- Periodista – ¿Qué hay de cierto en su romance con Cary Grant?
- Blas Fontiveros -Y pensar que me hice director por John Scott.
- Jordan Berman – ¿Qué hacen dos judíos haciendo una película sobre Isabel la Católica?