Mar. Mar 19th, 2024

Lars Kraume refleja desde el maniqueísmo y la comercialidad un hecho real sobre la falta libertad en la Alemania del Este antes de la construcción del muro

Alemania del Este en 1956. En este contexto se mueve «La revolución silenciosa», nuevo trabajo de Lars Kraume tras el estreno de «El caso Fritz Bauer» (2015), abordando de nuevo temas poco conocidos de la historia de su país. Si en su anterior filme exploraba el papel que jugaron los antiguos nazis en el gobierno de Adenauer tras el final de la IIGM, en esta ocasión su película girará entorno a la restricción ideológica socialista impuesta sobre los adolescentes desde las instituciones educativas. Todo ello en un país que todavía no ha sido brutalmente separado con el muro de Berlín, pero en el que sin embargo supone una odisea cruzar de un lado a otro ante la eterna vigilancia de las fuerzas de seguridad del Estado.

De padres e hijos

Sorteo de entradas para el preestreno de La Revolución Silenciosa

La esencia de este filme se respira sobre todo a la hora de tratarlo desde tres prismas diferentes. Tres jóvenes de 18 años con unas ideas propias pero con el peso paterno influyendo sobre todas sus decisiones futuras. Tras colarse en un cine dos de ellos, observan en un noticiario la represión mortal de las fuerzas soviéticas ante los disturbios rebeldes húngaros. A raíz de ello, una vez en clase, la mayoría de alumnos decide protestar con un minuto de silencio para desquicio de un profesor estereotipado y que tan solo supondrá la primera capa de un seguido de personajes a cual más maniqueo y desdibujado. A raíz de este acto nacido entre la rebeldía y el infantilismo, conoceremos el parecer de estos tres personajes. Por un lado, el ideólogo de la acción, hijo de un alto cargo del partido y partidario de ir con la verdad por delante. Por otro, su mejor amigo, quien apoya al primero pero propone una excusa para librarse de las consecuencias de sus actos. Éste bajo la presión de saberse el primer miembro de una familia de trabajadores con opciones de obtener una formación académica. Por último, contrario a la reivindicación prohúngara, el hijo de un héroe de guerra muerto en un campo de concentración nazi. Entre ellos, una chica cuya familia jamás aparecerá en pantalla y que su rol femenino tan solo supondrá el trofeo amoroso que el cineasta decide otorgar al personaje que mejor sepa convivir con su propia moralidad y valores.

Con un uso efectista de la música y retratando como esterotipos a los distintos personajes que van apareciendo en pantalla, esta historia basada en hechos reales busca denunciar la paranoia y el sinsentido de la policia del pensamiento ejercida desde las mismas instituciones de la enseñanza. Kraume desquicia al director del centro, a la alta funcionaria que trata de zanjar el asunto e incluso al ministro de educación, escalando en cada una de estas apariciones el maniqueísmo y la inverosimilitud a niveles cada vez más agigantados. El resultado de ello es un filme sensiblero, con claros aromas de «El club de los poetas muertos» (Peter Weir, 1989), con más inclinaciones de agradar y manipular emocionalmente al gran público que de retratar con rectitud los peores momentos de Alemania tras el fin de la IIGM, como bien había demostrado con talento en la ya mentada «El caso Fritz Bauer».

Frases destacadas de «La revolución silenciosa»:

«Es un acto de protesta»

Tráiler de «La revolución sienciosa»:

Por Luis Suñer

Graduado en Humanidades, crítico de cine y muerto de hambre en general.

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