“Amanecer-Primera parte” me parece la fotonovela más cara jamás filmada. Melissa Rosenberg y Stephenie Meyer han hecho una variante vampírica de las novelas de Corin Tellado.
Tras el visionado de “La saga Crepúsculo: Amanecer (Parte I)” me siento todo un outsider al sentirme incapaz de empatizar con millones de personas que se sienten cautivados con este demencial romance que va contra la natura de los mitos sobrenaturales. Me explico, en esta entrega vemos como Bella y Edward organizan una boda, se casan en compañía de sus seres queridos. Se nos van, cual típica pareja de novios, a Brasil de luna de miel, consuman sus deberes conyugales y obviamente ella quedará en cinta porque sigue manteniendo su condición humana y ahí comenzarán los quebraderos de cabeza para la joven pareja. Porque vampiros y hombres lobos se verán enfrentados ante el engendro de ese nuevo ser. Así, Jacob Black se enfrentará una vez más a la manada para ayudar a su amada Bella. Así los celos pasarán a un primer plano y la distancia entre Edward y Jacob será abismal y hacen un pacto que si ella muere el lobo acabará con el joven esposo. Así, la tragedia está servida.
Nunca he sido partidario de desvelar nada pero creo que en este caso daría igual porque el público al que va dirigido este producto audiovisual ya se ha leído toda la saga. Sólo puedo decir que me parecen incoherentes estos personajes con los mitos de los que proceden, y que se hayan en las antípodas de los propuestos por Alan Ball en “True Blood”, donde el sexo, la pasión carnal y la sangre toman una relevancia importante. Aquí son los encajes del vestido, los detalles nupciales así como los de la luna de miel son las vértebras de esta trama, que carece por completo de intriga, porque independientemente de que se hayan visto las partes previas o de la lectura de las novelas, el espectador irá por delante de la narración.
Es ahí donde entra en juego del buen hacer de Bill Condon, que consigue que uno no se aburra, aunque en algunas escenas o secuencias cualquier espectador con dos dedos de frente se muera de la risa ante determinados hechos como el momento en el que Bella y Edward hacen el amor por primera vez en Río de Janeiro. Es mortalmente divertido y carece de cualquier grado de lascivia. Es más, la secuencia en la que ella se le insinúa con un picardías arrancó una sonora carcajada de la platea de críticos que presenciábamos atónitos el metraje, así como lo que podríamos convenir en llamar el momento “Fa”, que seguro que me entenderán todos los más veteranos del lugar.
Llegados a este punto hay que destacar la labor de Guillermo Navarro como director de fotografía, que pone toda su profesionalidad al servicio de destacar los detalles nupciales, así el primer tercio del filme parece un carísimo álbum nupcial lleno de glamour, adornado por el peor score firmado hasta la fecha por Carter Burwell y adornado de temas musicales tan dulces y melosos como esa enorme tarta que aparece en el filme.
Estamos ante el típico caso en el que crítica y público nunca encontrarán un punto de en común. Lo que no comprendo es como no se les ha ocurrido hacer una enorme serie televisiva que las cadenas pudieran programar a las tres de la tarde con la que pudieran atormentar a las audiencias durante años y años, con 6 o 7 temporadas de 24 episodios. Es un producto televisivo pero con factura cinematográfica porque ha contratado a un gran director para tenga un mínimo de enjundia, a saber la autoreferencia cuando aparece Elsa Lanchester en el televisor gritando. Posiblemente lo mejor de esta bienintencionada y melosa película, donde nada puede perturbar al espectador.
Frases destacadas «La saga Crepúsculo: Amanecer (Primera parte):
- Edward Cullen: “No te lo he contado todo sobre mí”
- Edward Cullen: “Todos los hombres a los que maté eran monstruos”
- Edward Cullen: “¿Qué es una boda sin un poco de drama familiar?”
- Jacob Black: “Debería estar acostumbrado a despedirme de ti”
- Bella Swan: “No sé si es posible, pero creo que estoy embarazada”
- Kaure: “Muerte”
Calificación: 1
Me ha encantado lo del «momento Fa» (aunque me has hecho sentirme vejete, so jodío).
Pues imagine usted mi estimado JMongil cuando acudió a mi cerebro dicha ocurrencia