“La teoría del todo” se lanza a explorar la relación entre Jane y Stephen Hawking, con dos actuaciones muy delicadas.
El hombre enfermo
Al abrir un ejemplar de ‘Breve historia del tiempo’, un libro que recomiendo a todo el mundo tener en casa, lo primero que encontramos es esta frase que cito a continuación: “Este libro está dedicado a Jane”. “La teoría del todo” narra la historia de cómo Stephen Hawking conoció a Jane, su mujer, en Cambridge, cuando los dos tenían 20 años. Es un romance precioso que después se convierte en una gran historia de superación. Y la película se acerca a esta historia con la delicadeza que debemos exigirle.
Hawking es un gran físico, de los más importantes del siglo XX, pero a la vez —y esto me fascina profundamente— un gran escritor. Un gran divulgador científico, me dirán. Un gran escritor, eso es lo que es. Escribe sobre las cosas más complejas que puede haber, y lo hace de una forma concisa, sencilla y entusiasta. Es hasta divertido. Y solo estoy hablando de su obra. Si analizamos las circunstancias personales en las que ha trabajado Hawking todos estos años, asombra.
Hawking descubrió a los 22 años, cuando terminaba sus estudios universitarios, que sufría esclerosis lateral amiotrófica; una enfermedad que desconecta el sistema muscular del sistema nervioso. Esta enfermedad no afecta a la actividad cerebral, pero reduce progresivamente la movilidad del resto del cuerpo. Una traqueotomía le robó la voz, y desde entonces se comunica a través de un ordenador con sintetizador de voz. Escribir una frase le lleva unos cinco minutos. Estas circunstancias personales no consiguieron que Hawking abandonara en su empeño. Su amante y mujer, Jane, tuvo gran parte de culpa en ello. El objetivo más ambicioso de Hawking, quien mientras escribo esto aún vive, es encontrar una teoría que combine y unifique las dos teorías —muy diferentes entre sí— que ahora lo explican (casi) todo: la relatividad general y la mecánica cuántica. El título de esa teoría sería el título de esta película.
El hombre enamorado
Eddie Redmayne interpreta a Stephen Hawking. El trabajo de Redmayne cubre tres décadas en la vida del inglés; desde su llegada a Cambridge cuando era joven y conoce a Jane (en la década de los 60) hasta pocos años después de la publicación de su obra más célebre: ‘Breve historia del tiempo’ (la década de los 90). Redmayne actúa con su rostro, pero también con todo su cuerpo: con los pies, con los brazos, con los dedos de la mano, con el cuello… y lo hace de una manera sobresaliente. Es muy convincente, parece que estamos viendo a Hawking. Dirigida por James Marsh, la película se entrega al cuidado de detalles que la hacen muy emocionante: unos diálogos creíbles, la banda sonora de Jóhann Jóhannsson combinando instrumentos de viento y teclados electrónicos, y dos actuaciones conmovedoras —Felicity Jones está genial como Jane Hawking—.
La última frase del libro que recomendé al comienzo dice así: “Si encontrásemos una respuesta a esto [en referencia a ‘una teoría unificada y completa’], sería el triunfo definitivo de la razón humana, porque entonces conoceríamos el pensamiento de Dios”. Hawking se ha manifestado en multitud de ocasiones como un hombre ateo. Amó, sin embargo, a una mujer que creía fervientemente en Dios. A ella le dedicó el libro. Y parece que esa figura de un Dios creador del Universo —algo que desafía todo cuanto su trabajo persigue— ha jugado un papel esencial en su vida. Un hombre excepcional merece una película excepcional. Ésta lo es. De esas películas capaces de hacer congeniar a creyentes y escépticos.
Frases destacadas de “La teoría del todo”:
- Stephen: “Estudio el matrimonio entre el tiempo y el espacio“.
- Jane: «Quiero que estemos juntos todo el tiempo que tengamos».
- Jane: “Vamos a pelear esta enfermedad juntos”.