Cine sensorial, a golpe de estímulos, abstracto y que al mismo tiempo desea hacer evolucionar el lenguaje cinematográfico.
En «Adiós al lenguaje» (2014), la última y más radical película de Jean-Luc Godard, oíamos a una mujer decir «odio a los personajes». Un paso evolutivo en la innovación constante del cineasta en su larga carrera hacia la renovación continua del lenguaje cinematográfico. En ese aspecto, parece que el mexicano Pablo Chavarría podría haber logrado con su último filme, «La tierra aún se mueve», una narración abstracta que si bien muestra seres humanos no necesita personajes ni protagonistas para llegar al espectador mediante imágenes, palabras y sonidos. Y hablamos de la palabra como una constante en su cine, recordemos tan solo el título de su anterior largometraje, «Las letras» (2016), ganadora del festival Márgenes del pasado año. En este aspecto dichas palabras aparecen de manera recitada, citando a clásicos literarios, a grandes pensadores, pero también sobrepuestas en las imágenes, a modo de intertítulos diluidos con la materia fílmica. Reflexiones que apelan a lo sobrenatural, pero que en realidad hablan de la existencia misma y que nos interpelan sobre la esencia de ésta.
Pablo Chavarría nos invita a disfrutar de su filme a través de los sentidos, estimulándonos con luces y sonidos, con un acercamiento cada vez más obvio a la abstracción. Pero a su vez, sabe construir un discurso propio montando todas sus distintas secuencias. Quizás la esencia más pura de su cine resida en la escena que se describe en su póster. Una carretera oscurecida nos muestra el deambular de los coches por sus curvas. Pero la imagen no se antoja natural, existe algo fantástico en ella, quizás la irrupción de las brujas a las que nos invita a reflexionar con su texto en pantalla. Los vehículos desfilan, pero su aurea se nota translúcida, incorpórea. A su vez encontramos sombras humanas que se agrandan para acabar desapareciendo ante nuestros propios sentidos, sabiendo sin embargo que si se han filmado es que en algún momento han estado allí. Las imágenes en ocasiones se pausan, la luz se diluye y distorsiona. Chavarría utiliza su poder creador, su mandato demiurgo para confeccionar y manipular lo filmado, superponiendo planos y moldeando a su antojo aquello que su cámara ha captado en distintos momentos separados en el tiempo.
Lenguaje radical
«La tierra aún se mueve» es cine radical, consciente de sí mismo. En la vaga y difusa frontera que separa el videoarte del cine, Chavarría aparece para decirnos que ambos pueden complementarse, y que las posibilidades que ofrece el lenguaje cinematográfico es infinito, un sinfín de oportunidades que se bifurcan. Un medio que sirve a su vez para retratar el alma misma de su tiempo, de las gentes que le rodean, de la actividad lúdica de sus compatriotas, perdidos y sujetos a distintas voces que se entrecruzan, que se confunden unas con otras. Esta cinta nos habla de la coexistencia entre el ser humano y el entorno caóticos en elque ha convertido el mundo que le rodea, moldeándolo de alguna manera a su imagen y semejanza. No obstante, pese al impacto humano ante la naturaleza, el valiente final de la película, filmado con salvaje y cruda naturalidad, nos recuerda que por mucho que intetemos transformarla, de manera circular y vital, la tierra aún se mueve.
Esta película, al igual que toda la sección oficial del Festival Márgenes, se puede ver online de manera gratuita hasta el 22 de diciembre de 2017 registrándose en su página. https://www.margenes.org/festival/2017/seccion_oficial.html
Frase destacada:
- «Nosotras las brujas»